~ Prologo ~ (Tercera Parte)

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-Claro. Estudio Derecho y sé hacer contratos. Es muy sencillo. Si los dos estamos libres, nos casaremos.

-¿No necesitamos testigos ni notarios ni nada?

-Sólo hay que buscar un testigo -murmuró Justin. Levantó la botella de whisky y, al ver que estaba vacía, la dejó caer al suelo.

_______ se sentó a su lado en el sofá, con los pies debajo del trasero y lo observó escribir el contrato. Intentó leer su expresión, descubrir de dónde había salido aquella propuesta espontánea, pero cuanto más lo pensaba, más se daba cuenta de que era sólo una tontería para paliar la herida a su ego masculino.

________ fue a la cocina a buscar la botella de champán que había metido en el cubo de hielo. Un contrato de matrimonio merecía una celebración. Abrió la botella, llenó una copa alta y la bebió de un trago para darse valor. Tenía que haber un modo de conseguir que volviera a besarla.

Al pasar por la ventana de la cocina, se vio en el reflejo del cristal e hizo una mueca. Con el albornoz, parecía una salchicha atada en el medio. Tal vez pudiera atraer a algunos alemanes vestida así, pero Justin esperaba algo más. Se quitó el pasador del pelo y dejó que le cayera suelto en torno al rostro, se pellizcó las mejillas y aflojó el cinturón del albornoz para que se abriera más en el cuello.

Respiró hondo, buscó otra copa y volvió al sofá.

-¿Quieres champán? O puedo traerte otra cosa.

Justin levantó la vista y le sonrió, con los ojos clavados en el escote. _______ siguió su mirada y se dio cuenta de que no tenía nada que enseñar. Volvió a cerrarse el albornoz, avergonzada por su intento de seducción. Iba a sentarse al lado de él, pero la detuvo una llamada a la puerta.

-¿Esperas a alguien? -preguntó Justin

Serena negó con la cabeza, frustrada por la interrupción. Abrió la puerta y se encontró con su casera, la señora Green, en el umbral con un plato lleno de galletas en forma de corazón en la mano.

-Feliz día de San Valentín, _______-dijo con una sonrisa.

-Ya casi he terminado -anunció Justin -. ¿Quién ha llamado?

La señora Green se asomó por encima del hombro de _______.

-¿Ese es Justin? Justin, acabo de dejarte un plato de galletas de chocolate en la puerta. Creí que habías salido con una de tus amiguitas -lo saludó con la mano-. Feliz día de San Valentín.

-Gracias, encanto -sonrió él-. No puedo dejar pasar ese día sin un beso de mi mejor chica.

La señora Green entró en el apartamento con una risita. Justin se levantó y la besó en la mejilla. La mujer se ruborizó y ________ pensó que aquel hombre podía seducir a cualquier mujer de cualquier edad.

-Llega justo a tiempo -declaró Justin -. Puede ser nuestra testigo.

-¿De qué? -la mujer dejó las galletas en la mesa.

-Se trata de un acuerdo entre ________ y yo -explicó él-. Sólo tiene que vernos firmar y luego firmar usted. _________, tú primero -le tendió el bolígrafo y el papel, escrito con su caligrafía difícil.

Lo que había empezado como una broma parecía de pronto muy serio. ¿Aquello era un contrato de verdad? ¿Era legal? Miró el texto, pero decidió ignorar sus preocupaciones. Aquello era una broma. Además, una persona no podía firmar un contrato cuando estaba borracha y era imposible que Justin apareciera de pronto seis años después para exigir que se casara con él. Después de todo, él era... bueno, él era

Justin Bieber y ella ________ Singleton. No había que decir más.

-¿Seguro que lo has hecho bien? -bromeó con ligereza-. No quiero que luego quieras librarte con alguna excusa legal.

-Está todo ahí -ella acercó el bolígrafo al papel-. ¿No vas a leerlo antes de firmar?

-No, me fío de ti -firmó y le devolvió el papel-. Ahora tú.

Justin miró largo rato el contrato, lo firmó y se lo pasó a la señora Green. La casera firmó con una risita.

-¿Qué es esto? -preguntó.

-Nada importante -repuso él-. Sólo un pequeño acuerdo entre _________ y yo.

La mujer asintió y se dirigió a la puerta.

-Bueno, tengo que entregar más galletas. Hasta la vista a los dos.

Cuando salió del apartamento, ________ suspiró con suavidad, casi temerosa de mirar a Justin. Se llevó una mano a los labios y pensó en el beso. Podía actuar como si no hubiera ocurrido o podía... Bajó una mano al cinturón del albornoz. Podía quitarse aquella prenda y ver qué ocurría. Rozó el nudo con dedos nerviosos.

Justin la miró y se levantó del sofá de golpe.

-Tengo que irme -murmuró.

_________ se quedó inmóvil, con los dedos todavía en el nudo del cinturón.

-Claro -repuso . Sí. Se hace tarde y tengo... -tragó saliva con fuerza-. Tengo planes -corrió a abrir la puerta.

Justin dobló el contrato con una sonrisa y lo guardó en el bolsillo del pecho de la chaqueta. Sacó su cartera y le tendió un billete de cinco dólares.

-Es para que el contrato sea vinculante -explicó. La miró largo rato a los ojos-. Nos vemos pronto.

-Claro -repitió ella.

Cuando cerró la puerta tras él, se apoyó en la madera y se mordió el labio inferior para evitar que temblara. Si hubiera sido más lista, más guapa o más sexy, habría conseguido que se quedara. Lo habría metido en su cama y habrían hecho el amor toda la noche. Y por primera vez en su vida habría tenido un día de San Valentín que valiera la pena recordar.

Respiró hondo y volvió al sofá. Una lágrima rodó por su mejilla y se la secó con el dedo. Se obligó a sonreír.

-Bien, por lo menos puedo decir que me han besado en San Valentín -musitó-. Aunque él no se acuerde por la mañana.

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