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Su cuerpo se encontraba temblando levemente por el nerviosismo, José le había dicho que esperara en aquella sala ya que para el puesto solicitado tenían que estar los jefes presentes y aprobarlo por ellos mismos. Sus manos sudaban y su pie se movía inquieto de arriba abajo.

Habían pasado solo 10 min desde que el moreno salió por aquella puerta dejándolo solo, pero Salinas sentía que habían pasado siglos.

Se levantó y empezó a dar vueltas por aquella oficina, era color carmín, había retratos de pinturas psicodélicas y algunas que realmente no entendía el significado, combinaba con todo el tema retro que tenía aquel club. Al mirar una mesa que se encontraba ahí, a parte de algunas revistas, papeles y lapiceros, había una foto en un recuadro color dorado, se podía ver a José junto a dos personas que le sacaban al menos una cabeza de altura, eran rubios, uno más claro que el otro, se hubiera quedado más tiempo si no fuera porque escucho la puerta abrirse, rápidamente se sentó fingiendo que no ocurría nada.

José entro primero, detrás de el venía un chico rubio cenizo, el mismo chico con el que se había cruzado el día anterior en aquella tienda y como no, su mirada afilada que parecía le clavaria un cuchillo si agotaba su mínima de paciencia, trago saliva nervioso.

—Perdona la demora Salinas. —El moreno le dejo una botella de agua como disculpa. —Tendrás que esperar un poco más ¿Algún problema?

— Creí que irías por los jefes José. —Solo esperaba que aquel rubio que no dejaba de mirarle seriamente fuera algún empleado más o algún cliente prestigiado.

— ¡Lo hice! Pero falta uno de ellos, yo me retiro para que pueda empezar con la entrevista jefe. —El moreno miro al rubio esperando alguna respuesta.

—Avísame cuando llegue mi hermano.

Por primera vez lo oía hablar en todo el rato que estuvo observándolo, José salió con un leve "de acuerdo". Se sintió incomodo de repente, viendo como aquel chico posiblemente un poco más joven que el pasaba por su lado y se sentaba en la silla detrás del escritorio tomando unos papeles de la mesa que suponía eran los que había dejado el día anterior.

— Así que Salinas.

—S-si señor—Su voz salió medianamente temblorosa, dándose una cachetada mental miro hacia enfrente, pudo ver una sonrisa burlona por parte del rubio cosa que le confundió levemente.

—Relájate hombre, te veo muy tenso. —Le dijo serio aunque por dentro se reía de lo temeroso que se veía aquel chico, trato de relajarse pero podía observar como cada que se movía el rubio cenizo le miraba fijamente. —Mi hermano aun no llega, no puedo tomar decisiones sin él, pero puedo empezar a hacerte algunas preguntas si estás de acuerdo. No creo que tarde pero para al menos avanzar un poco y no estar como imbéciles sin hacer nada.

—Claro. Tiene sentido. —Respiro profundamente. —Pregunte lo que vea conveniente.

—De acuerdo. —Tomo los papeles dejándolos en el escritorio, se acomodó en aquella silla y le miró fijamente. —Tienes 28 años, muy joven a mi parecer ¿Por qué buscas trabajo en este lugar?

—He buscado en más lugares pero simplemente no he tenido suerte en ningún lado. —Suspiro. —Termine la carrera de derecho, pero en esta ciudad es medio complicado encontrar un buen trabajo. Ahora simplemente lo que quiero es un trabajo y ya está.

El italiano se quedó pensativo y un poco confundido por la repuesta para brevemente fruncir el ceño al darse cuenta

—José, el chico de hace rato ¿Te dijo de que trataba el trabajo?

—Eh, no, no. No me lo dijo.

—Joder. —Lo escucho murmurar, iba a preguntar qué pasaba pero el celular del contrario sonó. — ¿Si? Ah, estoy en la oficina con el chico que nos dijo José. —Parecía responderle a la otra persona que le había llamado, pudo notar como su voz cambio a una más alegre y cálida. —Es que no le dijo ni de que trataba el puesto, sí, sí. Te lo juro, te dije que está muy arriba. —Soltó una pequeña carcajada. —Vale, te veo aquí fratello.

Balla per me  [Roni] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora