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La noche había llegado rápidamente, las ganas de vomitar y el vacío en su estómago estaban más fuertes que nunca.

Ya todos se había ido, solo quedaba el, esperando al italiano, vestido normal con un suéter color blanco y unos pants negros.

Movía sus pies de arriba abajo, mirando cada 5 segundos el reloj de su móvil hasta que escucho las puertas abrirse y unos pasos acercándose a donde estaba el.

La puerta se abrió dejando ver una cabellera rubia que le hizo saltar de emoción y nervios.

— ¿Salinas? —La voz confundida y seria del italiano llego a sus oídos, las ojeras se notaban demás en el rubio, cosa que le preocupo. — ¿Qué cojones?

—Yo le pedí a José que hiciera esto. —Se levantó acercándose lentamente.   —Me has estado evitando Toni.

Una risa irónica salió de los labios del rubio.

— ¿Y cómo no? No hacen falta explicaciones. —Bufo molesto. —Si solo querías jugar para pasar el rato. Al menos me hubieras avisado, para jugar yo también. —Le dio una sonrisa que más bien parecía una mueca.

Dispuesto a salir se dio la vuelta tomando la manija, rápidamente el pelinegro tomo su muñeca sintiendo como el cuerpo del rubio se tensaba.

—Solo déjame explicarte.

—Suéltame.

—Solo escúchame. —Suplico. —Por favor Toni.

El italiano lo medito por unos segundos, que parecieron horas hasta que escucho un suspiro, se dio la vuelta soltándose del agarre de Salinas lentamente.

—Tienes 5 minutos. —Paso a su lado sentándose en un sillón.

El pelinegro paso saliva nervioso, siguió al italiano sentándose frente a él.
Tomo entre sus manos la tela de su pantalón apretándolo, la mirada del rubio era fría y no le quitaba la vista de encima.

—Hay un malentendido.

—Explícamelo entonces. —con una voz seria, se acomodó hacia el frente.

—Lo que viste paso. —suspiro. —Iba a terminar con ella. Me pidió un beso y lo medite. —Lo miro fijamente. —Era el último para ella, sus besos ya no causaban nada en mí ¿De acuerdo?

—No es la acción, Salinas. —Le miro dolido. —Es la forma en la que la tomaste y la miraste, joder. — Con un brazo tapo sus ojos, evitando que le viera a los ojos, que habían comenzado a aguarse.

—Siento cariño por ella. —Admitió.  —La quiero, es verdad. —Acerco sus manos a las del rubio permitiéndole ver su rostro. —Pero contigo es diferente. Toni, me siento diferente contigo. —Entrelazo sus manos con el rubio, que le miraba serio con pequeñas lágrimas recorriendo sus mejillas. —Tú eres diferente a todo el mundo que me rodea y eso es lo que te hace tan jodidamente especial para mí.

—Raúl.

—Nunca jugaría contigo. Perdóname por hacértelo creer. —Llevo sus manos hacia las mejillas del rubio, limpiando las pequeñas gotas que caían. —Sería un verdadero imbécil si lo hiciera. —Sonrió levemente contagiando al rubio.

—Y tú perdóname a mí por sacar todo de contexto. —puso sus manos encima de las del pelinegro. —Debí dejar que te explicaras primero, joder.

—Celosa. —Dijo con gracia sacándole una risita al italiano.

—Entonces...—dudativo pregunto.     — ¿Estas soltero?

La sonrisa del pelinegro se ensancho, asintiendo.

Balla per me  [Roni] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora