20. Plan Muñecas

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¡Hola! Estoy segura de que no me esperabais... Bueno, son casi las tres de la mañana y yo debería estar durmiendo, porque tengo muchísimo que estudiar. Pero bueno, la inspiración llega cuando llega. Sé que hace mucho que no actualizo, pero como dije en su momento, no pienso abandonar esta historia y, aunque sea con lentitud, voy a ir subiéndola hasta acabarla.

Quiero agradeceros, nuevamente, a las que seguís aquí después de tanto tiempo, vuestro apoyo es esencial para mí. Espero que lo disfrutéis. Un beso.

Alicia se revolvió con pesadez entre las sábanas, tenía las piernas enredadas y alguna que otra agujeta. Había sido una noche larga.

La fuerte respiración que oyó cerca de sí la asustó, hasta que recordó segundos después de que a su lado se encontraba Tomás, que dormía profundamente. Casi había olvidado lo que hubiera acontecido la noche anterior. Casi.

Se había preparado para la cena que tenía con él pendiente, se había esmerado en lucir bellísima, una gran producción de maquillaje, peinado -Alondra había rizado su cabello y le había hecho un medio recogido- y vestido. Se veía apoteósica y, tanto su amiga como Raquel se lo hicieron saber.

- ¿Pero tú te vas de cena o a Miss Universo? -apuntó la morena, sorprendida.

-  ¿No era eso lo que querías? -sonrió la pelirroja.

Raquel no había sido tan explícita, sino que se había limitado a dedicarle una mirada ferviente y cargada de deseo. Estás guapísima, había gesticulado con los labios.

Lo demás transcurrió también en concordancia a su plan. En la habitación, castaña y pelirroja se encontraron con Alondra y, tras contarle a problemática, la canaria supo qué tendrían que hacer, y se hizo partícipe de la situación. Averiguaron a dónde es que tenía Tomás planeado llevarse a Alicia, misión que corrió por cuenta de Raquel, que consiguió tirarle de la lengua a Alberto y, de paso, echarle en cara que él no se hubiera tomado tantas molestias con ella como lo estaba haciendo el rubio por Alicia.

- No me gusta que os estéis haciendo tan amigas vosotras dos -dijo el moreno, cuando Raquel se despidió de él para volver a la habitación, alegando que ayudaría a la pelirroja a prepararse para su cita.

Si supieras...

Rato después, Alicia salió del bloque femenino, encaminándose al zaguán del edificio, dejando tras de sí su característico aroma a regaliz y el eco de su taconear. Las otras dos mujeres la miraban desde el quicio de la puerta, Alondra con una sonrisa y, Raquel, más bien con una mueca. Esperaba que la idea de Alondra saliese bien, pues de lo contrario, se meterían en problemas.

- Murillo -le pasó la voz la morena.

- Umjú -musitó la aludida, sin apartar la vista de la pelirroja, que ya se perdía escaleras abajo.

- Vamos, empieza nuestra parte -dijo, guiñándole un ojo a la castaña. 

Raquel suspiró con suficiencia y entró de nuevo a la habitación para recoger su bolso y su chaqueta.

Alicia se encontró con Tomás en la entrada del edificio principal y, forzando una sonrisa mientras se le acercaba, echó hacia atrás su melena con una mano y extendió la otra hacia el rubio, que le ofrecía la suya en un gesto caballeroso. Poco le había faltado al rubio para embutirse en un traje de fiesta. Pantalones negros de corte recto, camisa blanco hueso, americana colgada del hombro, cual modelo, y los dorados cabellos peinados sin mucho esfuerzo, conservado ese aire rebelde que lo caracterizaba.

Al tomarle la mano, Alicia se percató de que iba perfumado de cabeza a pies, lo miró de reojo, admirando su perfil, los ojos azules miraban al frente con el brillo del poder, la nariz, recta, dejaba paso a los rosados labios, ni muy grandes ni muy chicos, para culminar su rostro en un mentón prominente. Por la sien le bailaban un par de cabellos.

Detrás de tus mentiras (Ralicia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora