13. He vuelto, zorras

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¡Hola! Aquí de vuelta. Hoy especialmente, quería dedicar este capítulo a Mel (Melovesnajwa) porque me ha permitido subir uno de sus maravillosos dibujos, que me encantan, y que deseaba mostraros. ¡Gracias por compartir tu arte!

Una cosa más, como llevo unas cuantas semanas tardando un poco en actualizar, y este no es muy largo (la inspiración me ha flojeado un poco), he pensado en subir un cap pasado mañana, como tarde, pero para ello me gustaría ver apoyo por vuestra parte, con favs, comentarios, y las que podáis, compartiendo mi historia para que llegue a más gente :))))

Podría haber entendido cualquier otra cosa, podría no habérselo siquiera imaginado, pues "lo sé todo" puede dar, por su ambigüedad, lugar a múltiples interpretaciones. Pero no fue así. 

Alicia lo entendió, lo entendió sin que hiciera falta explicación alguna, la afirmación era clara, y sintió cómo se le formaba un nudo en la garganta cuando supo expuestos sus secretos. Las lágrimas se agolparon con violencia en sus ojos, amenazando con derramarse, y agradeció en ese momento encontrarse al lado de la cama, pues las piernas le flaquearon y tuvo que sentarse. 

Y sin embargo seguía sosteniendo, con firmeza, el teléfono sobre la oreja. 

Al otro lado de la línea, Raquel expiró de forma pausada, dándole tiempo a la pelirroja a asimilar lo que acababa de decirle, adivinando que para ésta, como para cualquiera pudiera serlo, se trataba de un tema espinoso. Quiso decirle algo para reconfortarla, para demostrarle su apoyo, pero no encontró las palabras adecuadas, y de repente se sintió tremendamente estúpida, llamándola en nochebuena, de madrugada, sin siquiera preguntarle primero qué tal, o cómo iban las vacaciones, o decirle que a ratos se arrepentía de haber mandado a la mierda lo suyo, y que la extrañaba. 

- Alicia... -empezó, cuando reunió un poco de valor- Alicia, yo...

- Espera -dijo tajante la joven Sierra, cortando a Raquel- Vamos por partes.

- Está bien -accedió la castaña, dejando a la pelirroja que dirigiera la conversación. 

- Ahora no es buen momento, ¿no crees? -inquirió.

- Ya... Es que yo...-quiso explicarse- Estaba abrumada por lo que acababa de descubrir y tenía -necesitaba- que escuchar tu voz. Lo siento, soy una egoísta, joder.

- Ey, ey, cálmate -dijo, aunque ella estaba lejos de sentir sosiego. Y, en contrario a lo que solía hacer, habló con el corazón- Esto es algo que me duele mucho y aún no tengo superado, Raquel, y entiendo que tengas muchas preguntas y muchas dudas, pero no tengo obligación ninguna de responderlas, ¿lo sabes, verdad?

- Sí...

- Y sin embargo, otra vez, me tienes -continuó, mientras dejaba de importarle desnudar un pedacito de sí- Y no sé qué me pasa contigo, por qué no te mando a la mierda, y al final acabo contándotelo todo. Supongo que, de una forma u otra, esperaba que terminaras sabiéndolo. 

- Alicia, lo siento mucho -y realmente lo sentía. Lo había sentido cuando vio ese vídeo en la tele, años atrás, y ahora lo había sentido mucho más cuando supo que se trataba de Alicia. 

- Yo lo siento más -murmuró, con un deje de congoja- Pero gracias. 

Y se sumieron en el silencio, pues ninguna supo qué decir después de aquello, pero no se sintieron incómodas, ya que entre ellas se había formado un halo de intimidad, de nuevo esa conexión extraña que las unía cuando ellas menos lo esperaban. 

Alicia se dejó caer cuan larga era sobre el colchón, dando un suspiro, por lo que Raquel se tomó la libertad de poner el altavoz, dejar el teléfono sobre la mesa, y empezar a desvestirse, atenta a la pausada respiración de la pelirroja, que se preguntaba qué estaba haciendo la otra. 

Detrás de tus mentiras (Ralicia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora