11. Azul

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¡Hola! Estoy de vuelta, he tardado un poquito por culpa de los exámenes. Pero creo que este capítulo os puede recompensar. Está especialmente dedicado a Ann y Larita, os quiero mis niñas. Espero que lo disfrutéis :)

- Así que Alberto... -rió Marta, tumbada sobre la cama de su hermana, mientras ella, sentada de piernas cruzadas sobre la silla del escritorio, leía las sinopsis de multitud de películas, incapaz de elegir. 

Tras la regañina de su padre por hacerlo esperar -literalmente, diez minutos-, pusieron rumbo, a desconocimiento de Raquel, al aeropuerto, a recoger a su hermana menor, Marta, cuyo vuelo estaba por aterrizar, desde Milán, a donde la chica había decidido ir de intercambio

La familia Murillo estaba al completo de nuevo, con las dos hijas en casa, y las hermanas no podían estar más contentas de haberse reencontrado y ya les estaba faltando tiempo para ponerse al día.

- Es un buen chico -respondió Raquel a su hermana, sin apartar la vista de la pantalla del ordenador- y... me quiere.

- Y está como un queso -apuntó Marta, mientras observaba una foto del moreno, al que había conseguido ubicar en Instagram. Raquel la miró sin comprender, hasta que ésta le mostró el teléfono, y abrió la boca, sorprendida.

- ¿Pero cómo...?

- Una, que tiene sus trucos -guiñó un ojo.

- A veces me asustas, Marta -se limitó a decir Raquel, con media sonrisa, cogiendo el teléfono entre sus manos y revisando el perfil de su novio. Ella no era demasiado amiga de Instagram, por lo que casi no usaba su cuenta, de hecho no creía que siguiera a Alberto. Memorizó el nombre de usuario para chequearlo con mayor atención después, y le devolvió a su hermana el móvil.

Al otro lado de la puerta, Mariví sonreía al escuchar a sus hijas reír, mientras avanzaba por el pasillo. Cuando estuvo en frente de la puerta, golpeó con los nudillos suavemente y se asomó.

- Chicas, ya está la cena -anunció- Y más vale que vayáis rápido porque vuestro padre está de una mala hostia... que no se aguanta ni él mismo.

- ¿De quién será la culpa? -preguntó Marta, irónica, dándole a Raquel un codazo.

- ¡Pero tendrás cara! -espetó la castaña, empujando a su hermana hacia la puerta, haciendo reír a Mariví- Si te hemos estado esperando casi una hora -dijo enfatizando las dos últimas palabras.

- No encontraba mis maletas, estúpida, ¿qué querías que hiciera?

- Ey, ey -las frenó su madre, antes de que salieran de la habitación- Quiero que os lavéis bien y os quitéis esa ropa antes de sentaros a cenar.

- ¿Qué le pasa a mi ropa? -inquirió la castaña

- Mamá, no tenemos cinco años - bufó Marta.

- La que no esté lavada y cambiada no se sienta en mi mesa -sentenció Mariví- Y como tardéis más de la cuenta vuestro padre se va a enfadar, más.

Fue entonces cuando las dos hermanas se miraron fijamente unos segundos, y luego echaron a correr, en dirección al baño. Raquel fue quien llegó primero, entró y cerró la puerta detrás de sí, sonriendo victoriosa.

- A alguien le van a echar la bronca... -canturreó, abriendo el grifo.

Marta aporreó la puerta un momento y después desistió. Vio salir a su madre de su habitación, dirección a la cocina, y aprovechando esto último, se metió en la habitación de sus padres para así usar su baño.

Tras la cenar familiar, y ayudar a Mariví a recoger los platos y poner el lavavajillas, las chicas regresaron a la habitación de Raquel, que era la más espaciosa. A pesar de haber cenado bien, tenían preparado un bol gigante de palomitas, para acompañar la película, y mientras Marta conectaba por cable HDMI el ordenador y la televisión, Raquel abría, después de mucho tiempo, su Instagram, para buscar a Alberto, fisgar en su perfil... Por anexión, terminó revisando los perfiles de varios de sus compañeros, le aparecían en todas partes, menos uno. 

Detrás de tus mentiras (Ralicia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora