Hot Cheerleader [Changlix]

I

Toda la historia será narrada por la escritora.

ChangBin ajustó los pantalones negros que acababa de ponerse, asegurándose de que encajaran a la perfección con la camisa blanca de corte sencillo. Para completar el conjunto, se enfundó una chaqueta negra de cuero, cuyo aroma a nuevo llenaba el aire. Frente al espejo, sus ojos recorrieron su reflejo con una mezcla de inseguridad y resignación. Permaneció así unos segundos, como si buscara alguna señal de aprobación de su propia imagen, antes de apartarse con un suspiro.

"Espero que esto sirva de algo", murmuró en voz baja, mientras sus pensamientos revoloteaban como un enjambre de abejas inquietas. No quería llamar la atención, no otra vez. Sus anteriores amistades se habían acercado a él atraídas por su fama y fortuna, solo para darle la espalda al descubrir quién era realmente. Aquella experiencia le había dejado una herida que, aunque invisible, seguía doliendo.

Un suave toque en la puerta lo sacó de su ensimismamiento. JaeYi, su prima, asomó la cabeza con una sonrisa que iluminaba la habitación. "ChangBin, mi mamá está preparando el desayuno", anunció, observándolo detenidamente de pies a cabeza. Sus labios se curvaron en una expresión de aprobación. "Eso es... Perfecto. Te ves como alguien 'normal'"

Él frunció el ceño un poco, pero dejó que el comentario pasara. "No quiero destacar", respondió con firmeza mientras ajustaba el cuello de su camisa.

JaeYi asintió comprensiva. Sabía cuánto le pesaba ser el centro de atención, cómo esa luz que fascinaba a los demás era para él una carga. "Lo entiendo", dijo con dulzura antes de salir de la habitación, cerrando la puerta tras de sí.

Cuando bajó al comedor, el aroma del desayuno casero lo envolvió como una cálida bienvenida. Su tía se movía con soltura entre los fogones, sirviendo platos rebosantes de comida mientras el sonido de una conversación animada llenaba el ambiente.

ChangBin se sentó a la mesa en silencio, permitiendo que las voces de los demás eclipsaran la suya. Su hermanita, como siempre, era el centro del espectáculo, parloteando sin descanso mientras describía algo con gestos grandilocuentes.

No se quejaba. Verla así le daba una sensación de normalidad que tanto anhelaba. De vez en cuando levantaba la mirada de su plato para observarla, permitiéndose una pequeña sonrisa que pasó desapercibida para los demás. En esos momentos, el ruido y el caos no eran un problema; eran su refugio.

Al llegar al nuevo instituto, el aire fresco de la mañana no logró calmar los nervios que recorrían a ChangBin de pies a cabeza. La fachada del edificio era imponente, con su arquitectura moderna combinada con detalles tradicionales que parecían querer decir: Aquí se hace historia. Su mirada recorrió el lugar rápidamente, tratando de procesar la cantidad de estudiantes que se movían de un lado a otro, cada uno inmerso en su propio mundo.

Sin embargo, antes de que pudiera asimilarlo todo, un grito potente rompió el bullicio habitual.
"¡Todos fuera!", una maestra que caminaba por los pasillos de la planta alta estaba claramente molesta. Sus pasos resonaban con autoridad mientras hacía que los estudiantes salieran del aula. "¡Saben muy bien que los lunes son para estar afuera! ¿Qué hacen aquí todavía?", su tono era un regaño que no admitía réplica. Los estudiantes se apresuraron a salir, algunos murmurando, otros rodando los ojos. "Los jóvenes de hoy..." la mujer negó con la cabeza antes de girar y bajar por las escaleras en dirección a la oficina de administración.

ChangBin observaba todo con una mezcla de curiosidad y desconcierto. Aún no terminaba de ubicarse cuando la maestra, que más tarde se presentó como JuSeon, entró en la sala de orientación. Allí, cinco jóvenes nuevos esperaban instrucciones, incluido él.