Hot Cheerleader [Changlix]

XXVI

Toda la historia será narrada por la escritora.

ChangBin se detuvo tomando al pecoso en brazos, caminó con él hasta el espejo poniéndose frente a él mientras lo recostaba en la mesa. Felix se escondió en su cuello con un gran sonrojo.

ChangBin comenzó a moverse lentamente. "No te escondas, corazón. Tienes que ver como te hago mío", Felix salió de su escondite mirándose, ChangBin lo penetraba sin compasión haciéndolo perder la cordura.

"¡Si! ¡Ahí!", rogó mirando a ChangBin por el espejo rasguñando la gran espalda de su futbolista, esa imagen quedarían en su mente. Estaba tan concentrado mientras Changbin lo embestía salvajemente una tras otra vez, había tocado el punto de Felix que hizo que se viniera escandalosamente manchando el espejo.

ChangBin se vino dentro de él llenando por completo sus paredes y gruñó recuperándose para besar a Felix lentamente retirando su miembro de la entrada. 

Envueltos en suaves batas de baño, caminaron juntos hacia el lago, con la luna como única testigo de su amor. La brisa nocturna agitaba levemente la superficie del agua, creando reflejos plateados que danzaban a su alrededor.

Felix dejó escapar un suspiro cuando ChangBin, con delicadeza, apartó algunos mechones húmedos de su rostro, acariciando su mejilla con el dorso de la mano. Sus ojos oscuros brillaban con una emoción intensa, como si estuviera a punto de entregarle algo más valioso que cualquier trofeo.

"Te amo", murmuró, su voz ronca por el peso de sus sentimientos. Felix sintió cómo su corazón latía con fuerza dentro de su pecho. "¿Puedo ser tu pareja?", preguntó ChangBin con una sonrisa tierna pero expectante. "Prometo hacerte tan feliz de todas las maneras en que lo imagines"

Felix se sonrojó, su piel pálida tornándose de un delicado color carmesí bajo la luz de la luna. La brisa nocturna acarició su piel expuesta bajo la bata, pero no fue el frío lo que lo hizo estremecer, sino la emoción que lo invadía al escuchar esas palabras.

"Sí, sí puedes", respondió sin dudarlo, su voz suave pero firme.

No hubo necesidad de más palabras. Sus labios se encontraron en un beso lento y profundo, distinto a todos los anteriores. Ya no era el deseo pasajero de dos personas probándose mutuamente, ya no era la ansiedad de un amor incierto. Ahora, ese beso tenía una certeza cálida y absoluta: se pertenecían.

La mañana siguiente. El sueño fue ligero y cálido, como si aún estuvieran flotando en el resplandor de la luna. Pero la realidad los alcanzó cuando un sonido insistente comenzó a perturbar la tranquilidad de la habitación.

Tok. Tok. Tok.

ChangBin abrió los ojos lentamente, aún adormilado. Parpadeó un par de veces, tratando de ubicarse. La puerta continuaba sonando con insistencia.

Su cuerpo estaba desnudo bajo las sábanas, al igual que Felix, quien seguía dormido a su lado con la respiración pausada. Su cabello rubio estaba desordenado sobre la almohada, sus labios entreabiertos, y la fina línea de su espalda quedaba expuesta bajo las sábanas revueltas.

El ruido de las llaves agitándose al otro lado de la puerta lo alertó de inmediato.

"Mierda", con rapidez, cubrió bien a Felix con la manta, asegurándose de que su cuerpo no quedara expuesto. Se puso una bata apresuradamente y comenzó a recoger la ropa esparcida por el suelo, metiéndola debajo de la cama con movimientos torpes. Justo cuando terminó de limpiar los rastros más evidentes en el espejo de la noche anterior, la puerta se abrió de golpe. "Mamá, no entren así a mi habitación", se quejó con fastidio, ajustando bien el cinturón de la bata.