Capítulo 10

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Maratón 3/3


No sé qué le sucede a Brayden últimamente, ha estado actuando raro a mi alrededor.

Después del incidente con la sopa volvió a las viejas costumbres de encerrarme, la señora Petróva es la que me ha estado trayendo la comida.

Todo en él grita peligro.

No puedo quedarme encerrada, necesito estar ahí para cuando Dysnei decida venir, ella tiene las respuestas que necesito.

No he dejado de pensar en todo lo que dijo aquel día, mi cerebro ha tenido que manejar demasiada información en un corto período de tiempo. Todavía no me creo que soy Anya, sé que he tenido sueños constantes de una chica igual a mí, pero cómo sé que puedo fiarme de mi mente, podrían ser sueños basados en los argumentos de una chica cuya única cosa que sé de ella es su nombre y la constante sensación de reconocimiento. ¿Cómo sé que no me está manipulando para ponerme en contra de su hermano?, ¿cómo?

El sonido de la puerta abriéndose me saca de mis pensamientos.

- ¿Por qué estabas encerrada con llave? – no sé cómo tiene la osadía de preguntarme una cosa así.

- No sé, dímelo tú, después de todo fuiste tú quién lo hizo – respondo fríamente.

- Lo que dices no tiene sentido, por qué lo haría después de decirte que tenías vía libre por toda la casa – luce desconcertado.

- No estoy en tu mente, no puedo saber lo que estás pensando, me montaste un numerito y después me encerraste con llave – la frustración surca su semblante.

- Norah, recordaría haberte montado un “numerito” – hace comillas con los dedos – no soy de los chicos que hacen un espectáculo de la nada. Además, venía a buscarte precisamente porque me extrañó que no estuvieses dando tu paseo habitual.

- Sabes qué, mejor déjalo, ¿puedo salir de aquí? – pregunto cansada de discutir.

- Sí, claro, adelante – me pongo en pie y paso por su lado rozándolo.

No puedo creer que no recuerde nada de lo que pasó, tiene que ser alguna artimaña, ¿pero con qué fin? Las emociones de su rostro lucían verdaderas, como si en verdad las sintiera, pero acaso eso no es lo que hacen los sociópatas, fingir sus emociones porque son incapaces de sentir algo más allá de la preocupación por ellos mismos.

- Por cierto, tienes que comprar tampones, agarré unos que había en el kit de emergencias de mi habitación, pero me temo que solo quedan dos – digo antes de comenzar mi descenso por las escaleras.

- Le aviso a mi hermana para que las compre, mañana tengo un día ocupado – me quedo estática en el primer escalón.

- Tu hermana viene – trago saliva. No sé por qué estoy tan nerviosa.

Dah, quizás porque fui un poco borde con ella y la eché de la casa de malas formas.

- Sí, ella se ha tomado unos días libres en el trabajo, así que ella te los traerá – saca su teléfono y llama a Dysnei.

Bajo los escalones a toda prisa, no quiero escuchar la conversación con su hermana, no sé qué hacer con ella todavía.

Abajo la televisión está encendida, un programa cutre de cocina se escucha por todo el salón.

- ¿Quieres desayunar? – asiento y me dirijo al sofá para ver una película.

Busco alguna que luzca interesante y termino con una de un tal Bradley Cooper que se llama Sin Límites.

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