Capítulo 24

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Después de terminar de hablar con Lisa me siento un poco mejor, ella tenía razón, al reprimir el dolor y el recuerdo solo hacía que me atormentara más. Sigo teniendo pesadillas, pero increíblemente esta noche he logrado dormir mejor, aunque continúo durmiendo en el alféizar, todavía no puedo dormir en la cama, eso es un paso muy avanzado que no estoy dispuesta a dar aún.

- Anya – siento una voz lejana.

- Anya, despierta – ahora me está sacudiendo del brazo, me giro para decirle que deje de molestarme.

- Oh dios mío – Petróva suelta la bandeja haciendo un desastre por todo el piso.

- ¿Qué sucede? – mi voz sale pastosa, no tengo fuerzas para hablar, Greta se acerca preocupada hacia mí y comienza a tocar mi frente, por primera vez soy consciente del sudor frío que me recorre por la cara, estoy temblando, ¿cómo no me di cuenta antes?

- Te lo dije, te dije que dejases de dormir con la ventana abierta, pero nunca me haces caso – busca algo entre los cajones y gruñe al no encontrar nada. Intento ponerme de pie, pero mi cuerpo está muy pesado, apenas y tengo fuerzas para quitarme la manta de encima – Ahora vuelvo, espera aquí – como si pudiese ir a alguna parte.

Pasan unos minutos hasta que Petróva vuelve con un termómetro, pastillas, paños y un cuenco con agua.

- ¿Para qué es todo esto? – no responde, coloca el termómetro bajo mi brazo y espera a que emita el pitido.

- Lo que me temía, tienes fiebre – me vuelvo a acurrucar entre las mantas y está vez mis dientes castañean – Anya, recuéstate en la cama, será mejor y te sentirás más calentita – niego con la cabeza incapaz de hablar – Entonces déjame cerrar la ventana, no puedes seguir dejando que todo este aire frío siga entrando – sin importar lo que diga, Greta se estira por sobre mi cuerpo y cierra la ventana, agarra uno de los paños que trajo y lo moja en el agua, lo coloca en mi frente y eso basta para que me levante.

- Que mierda es eso, ¿por qué está tan fría el agua? – maldigo quitándome el paño de la frente.

- Recuéstate y ponte el paño, eso te ayudará a bajar la fiebre.

- Está muy frío no pienso ponérmelo – digo acostándome de nuevo y envolviéndome en las mantas.

- Es eso o una ducha, tú decides – me mira seriamente.

- Está bien – suelto a regañadientes y ella sonríe triunfante, vuelve a colocar el maldito paño y un escalofrío me recorre por todo el cuerpo erizando mi piel en el acto.

- Voy a hacerte una sopa, deja el paño justo donde está, no demoraré mucho – cierra la puerta y yo incapaz de contradecirla me quedo quieta en mi lugar quedándome dormida.

. . .

- Por favor Anya, despierta, te necesito aquí conmigo – siento una voz de ángel a lo lejos, no sé de quién es, pero me gusta.

- Drew te necesita y yo no puedo vivir sin ti – solloza, quiero despertar, en verdad lo quiero, pero mi cuerpo no responde.

- Leí tu carta y quiero que sepas que a pesar de que me traicionaste te sigo amando. Si no hubiésemos peleado, ahora no estarías en esta situación. La enfermera me dijo que esto de estar en coma puede tardar y sé que solo llevas una semana, pero a mí me ha parecido como un año, la vida es un infierno sin ti, todos estamos esperando a que despiertes, por favor Anya, no me hagas esperar más – a pesar de no conocer esa voz, quiero hacer lo que me dice quiero despertar, hago otro intento de abrir los ojos, pero se siente como si tuviese plomo en ellos.

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