Capítulo 9

52 24 16
                                    

Capítulo 9

Flor

Realmente me lo estoy pasando en grande aquí en la fabulosa residencia de James y sus amigos, o mejor dicho, en la casa del caos controlado. Todos estos chicos me han caído bien, incluso Ed, quien tuvo la cortesía de pedir disculpas (o eso quiero creer). Hubo un par de miradas incómodas entre nosotros que me pusieron los pelos de punta, pero supongo que es la forma de relacionarse después de un episodio como el de anoche.

Estábamos todos disfrutando de nuestras hamburguesas pedidas a domicilio, y aunque nadie tiene la menor idea de quién pagó la cuenta, cuando me preguntaron qué quería, dejé claro que no estaba aquí para jugar a las dietas. Pedí una hamburguesa bien completa. Cuando se trata de hamburguesas, no escatimo en nada.

He pasado la mayor parte de la tarde charlando con Nate. En presencia de los demás, hablamos en inglés para mantener el misterio y fingir que somos unos políglotas geniales. Pero cuando estamos solos, cambiamos al español, agradezco enormemente el alivio de no tener que esforzarme tanto para que me entiendan o para no cometer errores gramaticales. Aunque he estudiado inglés desde que era una niña y me desenvuelvo bastante bien en la parte teórica, aún me pone un poco nerviosa hablar con hablantes nativos. Por eso me fascina escuchar a Nate hablando en un español tan "typical Spanish".

Hemos pasado el rato viendo vídeos aleatorios en YouTube. Creo que puedo encontrar en Nate un buen amigo, o tal vez algo más... ¿quién sabe? Nate es un chico realmente encantador, pero también debo ser realista: en dos meses me largaré de aquí al igual que él, así que es mejor mantenernos en la zona segura de la amistad.

Nos llaman para la cena. El grito desesperado proviene de un tal Zac, si mi memoria no me falla. Es muy simpático, pero parece que está fumando algo más que simples cigarrillos. No tengo nada en contra de María Juana, pero personalmente no es mi estilo. Desde que llegué, Zac me ha ofrecido el "viaje" unas cuatro veces, pero en todas y cada una de ellas he dicho un rotundo "no". No sé si es que no recuerda mis negativas anteriores o simplemente disfruta de insistir, pero él sigue en su propio mundito feliz y despreocupado.

—Ustedes dos, entren por sus hamburguesas si es que van a comer, sino puedo hacer el esfuerzo y comérmelas yo — nos dijo Zac gracioso.

Asentí junto a Nate y nos adentramos en la casa. Ahí estaba Ed, luciendo más bronceado, limpio y bañado.. Llevaba una camiseta blanca que hacía resaltar sus tatuajes y sus ojos verdes, que parecían hipnotizarme con tanto esplendor. Vi cómo su mirada se posaba sobre mí y rápidamente la desvié. ¡Vaya tensión que me provoca este chico! Es algo indescriptible, pero prefiero ignorarlo por ahora. No necesito complicaciones.

Todos estaban enfrascados en la búsqueda de sus respectivas hamburguesas. Yo tomé la mía, cuyo papelito rezaba "completa". Algunos optaron por la versión sencilla con jamón y queso, mientras que otros se aventuraron en el mundo del picante y otras extravagancias culinarias.

Me senté junto a Nate, por supuesto, y le di un buen mordisco a mi hamburguesa. Pero cuando levanté la mirada, Ed seguía observándome fijamente. Dios, esto se estaba volviendo realmente incómodo. Decidí girarme hacia Nate y buscar cualquier tema de conversación que nos distrajera.

—Está deliciosa, ¿no crees? — le dije, intentando iniciar un diálogo.

—Muy buena. Seguí tu consejo y me la pedí completa — respondió, tragando el último bocado y limpiándose con una servilleta.

—¿Ves? Cuando se trata de hamburguesas, soy toda una experta.

—Te doy crédito por eso — asintió, divertido, dándole otro mordisco a su hamburguesa.

BoomerangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora