6. La Llegada

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-Mamá!! Mamá hay un bulto cerca de ahí.

-¿Qué? ¿dónde hijo?

-¿qué es eso?.-preguntó su hija entrecerrando los ojos y con tono incrédulo

Tanto la madre como sus hijos se fueron acercando a la playa lentamente, hasta llegar a donde indicaba el pequeño.

-¿Pero qué es esto? ¿no es tan sólo un bulto de algas?-preguntó la madre.

-¡Es demasiado grande!- dijo el chico que ya comenzaba a apartar las algas.

-Alto Seth. ¿y si es un cadáver?.-dijo la niña.

-Pues habrá que llevarlo a enterrar ¿no crees Ori?.-respondió el niño con tono de obviedad.

Ya empezaba a atardecer en la playa y ya el sol estaba ocultándose detrás de las olas.

No había mucho aire pero el ambiente era algo húmedo y frío, la madre de los pequeños (llamada Windell), se envolvió los brazos con el pobre chal que traía encima esperando a que lso niños acabaran para irse a casa.

-Niños, vámonos ya estp ahaciendo mucho frío y el sol se está poniendo. Seth, Ori, vengan.

-¡Espera un momento mamá! ¡mira! Aquí adentro hay alguien.-dijo Seth descubriendo de algas hasta mostrar una mano.

-¡Qué asco! Es un cadáver como te dije! Seguramente es de algún naufrago que viene desde tierras lejanas..- exclamó Ori

-¡Oh Dios Mio!.-exclamó Windell, .-lo mejor será destaparlo y avisar a las autoridades, no podemos dejarlo ahí.

Y entonces Windell, preocupada, se olvidó del frío y ayudó a su hijo menor a quitarle las algas a lo que ya no era un bulto. La niña Ori, que sólo los miraba con decepción, entornó los ojos cruzada de brazos y los ayudó de mala gana. Ella quería irse a casa lo más pronto posible.

No tardaron mucho en descubrir que aquel naufrago había sido una muchacha joven de  blanquísima piel, de un cabello rubio peinado con dos largas colitas que ahora estaban mojadas y sucias pro el mar, que vestía con unas raras ropas de extranjero: algo que parecía ser un túnica corta color azul hastala cintura, unos pantalones muy ajustados negros y sin zapatos. Quizá se le hubieran perdido en las inmensidades del mar. Pero lo más extraño de todo eran sus orejas: no eran puntiagudas como las de Windell, Ori, y Seth, sino que tenían una extrañísima forma redonda y curva. Definitivamente era extranjera.

Rápidamente la desenvolvieron de su cubierta marina y arrastraron lo más lejos posible del mar. Pero Seth notó que algo extraño había en ella, algo que no concordaba muy bien.

-Esperen un momento, ¡no sigan arrastrándola! Déjenla en el suelo! –pidió el pequeño Seth.

-¿Ahora qué pasa?

Seth acercó su oreja al pecho de la muchacha y…exclamó:

-¡¡Por Dios!! Su corazón todavía está latiendo!

Y así hicieron su madre y su hermana y corroboraron lo que el niño había descubierto.

Pronto pensaron en que si no la llevaban a un lugar caliente y seguro, moriría a los pocos momentos.

-Llevémosla a la cabaña, ahí le daremos calor y agua, esperemos que despierte-sugirió Windell

Y así fue como todos la arrastraron por la orilla hasta llegar a la pequeña cabaña en la que vivía esta familia, no muy lejos de la costa, pero si en un pequeño peñasco que se elevaba cerca de ahí.

La cabaña no era muy grande, pero vivían cómodamente lso cuatro integrantes ahí, tenía un techo, suficientes porciones de comida para el inviernos cuidadosamente guardados en jarros y jarrones, una mesa, y sus cuatro pequeñas camas. Era una familia pobre desde luego.

Cuando llegarn con la muchacha moribunda, Windell, Ori y Seth se encontraron con el jefe del hogar: Eri, que los esperaba ya desde hace media hora adelantándose a comer. Eri era un carpintero que vivía de vender algunos muebles de madera en la ciudad, y con eso les alcanzaba a penas para vivir bien en aquella cabañita. No era ni muy alto ni muy bajo, sus cabellos cafés y lacios le bañaban la frente y se abrían paso solo antes sus orejas puntiagudas. Su nariz era fina y su cara parecían tallada en porcelana de lo blanca que era. En ella resplandecían sus dos ojos dorados. Su familia no se diferenciaba mucho del aspecto de este hombre, pues su esposa Windell tenía el cabello delmismo color sólo que mucho más largo: le llegaba hasta la cintura y tenía los ojos color verde, y los niños eran dos versiones en miniatura de sus padres respectivamente, Seth el más pequeño (pues apenas había cumplido 6 años el mes pasado) se parecía mucho a su padre, sólo que había heredado losojos verdes de su madre, y Ori, la niña tenía 8 años se parecía a su madre pero tenía los ojos de su padre. Todos ellos iban vestidos con ropas muy humildes pero dignas: Eri con un overol de manta ya algo desgastada por el uso y una playera roja, y la madre con un vestido ampón de manga corta y del mismo material que le llegaba hasta los tobillos, pero ambos niños venían vestidos con una túnica simple y corriente.

-¿Pero dónde estaban? Perdonen si me he adelantado a la comida pero me mataba el hambre, hoy vinieron tres clientes nuevos e hicieron un gran pedidos de tres sillas muy elaboradas, y no he parado desde en la mañana.

-No te preocupes Eri, no te culpo, es sólo que encontramos a alguien en la playa, bueno, a decir verdad Seth la halló.

-¿De que se trata?.-preguntó Eri.

-Mírala por ti mismo.-le señaló su esposa mientras los niños entraban a penas con el cuerpo de la chica.

-¿Pero cómo?.- preguntó Eri sorprendido contemplándola.

-Lo único que sabemos de ella es que aún respira. La encontramos cubierta de algas en el mar y ahora pensamos que con un poco de agua y calor podría recuperar el sentido…

La Leyenda de Lea I: El Espíritu del CorajeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora