8. La Leyenda

123 7 0
                                    

Cuando Estefanía abrió los ojos, pensó que había muerto en esa caída, porque de lo que vio no reconoció absolutamente nada.

Ella estaba acostada en una cama caliente en algo que parecía ser una cabaña de madera, hecha toda de ese material. Podía oir las olas del mar y algunas gaviotas, y no sé explico como rayos había llegado a ese lugar. Lo único que podía sentir era un horrible dolor de cabeza como si alguien se la hubiera golpeado, quizá el dolor del golpe contra el suelo fue tan fuerte que aun después de haber muerto lo podía sentir.

Miró a su alrededor y esperaba quizá empezar a ver algunos de los familiares que ya habían muerto. Pero no, nada de eso, había una mujer de bonita cara aunque algo gordita haciendo de comer en un antiguo fogón. Había también un hombre delgado y de mirada plácida sentado a la mesa leyendo el periódico, y un niño y una niña jugando algo parecido a la matatena en el suelo. Todos vestían de una forma tan extraña, que Estefanía no supo qué pensar.

-Mamá mira, ¡ya despertó!.-oyó decir al niño pequeño de ojos claros.

La mujer se volteó y lo corroboró.

-¿Ya te sientes mejor?.-preguntó la mujer.

Estefanía pudo percibir que no hablaba español, ni inglés, ni ninguna lengua que ella hubiera escuchado antes. Pero aún con todo, esa lengua sonaba a cuando las flautas, los violines y los celos tocan juntos en armonía y como si todos esos instrumentos tomaran forma en una garganta humana.

A pesar de que ella nunca había escuchado nada similar antes, la comprendió perfectamente, como si sus oídos hubieran estado hechos para oír esa lengua.

Y es que, aunque no lo creas, Estefanía tardó un año más en aprender español que la mayoría, y tanto fue la demora que incluso su madre comenzó a asustarse…pero esta con la que le hablaba aquella señora de orejas puntiagudas, parecía venir inscrita en una parte profunda de su ser…la entendió como si hubiera nacido para entenderla, pero por desgracia no sabía hablarla, por ello simplemente se limitó a asentir con la cabeza.

-Muy bien.-dijo Windell, así me gusta muchacha. Mi nombre es Windell y él es mi esposo Eri, y esos niños revoltosos que ahí ves son Ori y Seth nuestros hijos. ¿Cómo te llamas tú?

Estefanía no sabía como hablarle a esta mujer, y tan sólo se limito a pronunciar su nombre en español común poniendo una mano en su pecho para referirse a sí misma.

-Estefanía.

El nombre de Estefanía en aquel extraño lenguaje (que se llama “hyliano”) quiere decir “merecidamente coronada” y cuando Windell oyó la palabra, ella no oyó un nombre, sino su significado directamente, por lo cual sonrió y pensó que aquella niña no había entendido su pregunta y comprendió que no hablaba su idioma.

-Te he preguntado tu nombre, y es curioso lo que me has dicho, por ello, comprendo que no hables nuestro idioma, no te preocupes, sé de antemano que eres una extranjera por la forma de tus orejas.

Estefanía no comprendía que esta mujer no había entendido su nombre, pero no supo como comunicarle que ella sí comprendía cada cosa que decía, por eso se tocó las orejas en señal de extrañeza.

-Comprendo, quizá solo estés familiarizada con algunas de mis palabras solamente.-y a partir de entonces, comenzó a hablar de forma más encilla y con frases más cortas.- Lavé la ropa que trajiste y te he puesto ropa limpia. Si quieres comer sólo siéntate en la mesa.

Y efectivamente, al incorporarse, Estefanía se dio cuenta que la ropa que llevaba era una especie de traje de una sola pieza hecho de manta blanca y que terminaba con unos shorts. Entonces se incorporó y notó que su larguísimo cabello estaba suelto y trató de buscar las ligas que los sostenían, pero no las halló por ningún lado.

La Leyenda de Lea I: El Espíritu del CorajeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora