12. La Espada Maestra

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Impa tomó a Estefanía de la mano y ascendieron el gran Pedestal.

Estefanía aún podía escuchar los cantos de las hadas…y pudo sentir una presencia. No. Muchas presencia milenWindellas en tanto subían el pedestal escalonado. Pudo oir susurros ininteligibles y hasta pudo sentir que el viento se hacia cada vez más y más frío. Tenía miedo, sentía que aquel lugar había sido usado para muchos propósitos:tanto para bien como para el mal, pero siguió subiendo.

Impa no decía nada, pero podía ver que Estefanía se ponía nerviosa, y comenzó a preguntarse seriamente si estaban haciendo lo correcto.

Al fin, llegaron a la cima del pedestal (que parecía más una torre) e Impa se quedó al final de las escaleras, soltó a Estefanía y le dijo:

-Ahora ve y toma la espada.

A Estefanía le sudaban las manos y le palpitaba fuertemente el corazón y no sabía porqué perono tuvo opción más que obedecer a la hechicera.

Se acercó a la espada y pudo ver que justo en el centro del pedestal grande había otro pedestal dminuto y sencillo con la marca de la trifuerza grabado en él, al acercarse a la espada, sintió como si la corriente de aire del templo hubiera cambiado, se sentía frío y los cantos delas hadas y susurros habían cesado. Habían un silencio tal como el ojo de un huracán. Un silencio que lastimaba los oídos.

Y entonces tomó la empuñadura de la espada con la mano derecha, la mano de la trifuerza del coraje,y sintió el mismo frío metálico que habpai sentido en su sueño, y a su mente vinieron una ráfaga de visiones extrañas: hombres del desierto con cabellos rojos, niños inmortales que nucna crecen, gente que pudo respirar bajo las aguas, los cielos de Hyrule, lospastos de Hyrule y dos ojos azules eternos de un joven, el Héroe del Tiempo. Incluso pudo oir el rugido de un dragón que venía de su interior.

Con todas estas visiones, no se había dado cuenta de que la insignia en su mano derecha había comenzado a brillar intensamente como nunca había brillado antes hasta que todo el recinto estaba cubierto por esa luz dorada que provenía de su mano.

La espada parecía palpitar, la espada entera parecía tener adentroun un corazón que latiera al ritmo del suyo, como si fuera una persona, una vieja amiga que se emocioanra al verla después de mucho tiempo. Y luego la empuñadura azul parecía tan cómoda, tan suave al tacto que Estefanái sintió como si toda la espada estuviera hecha a su medida.

Impa miraba sorprendida y su corazón parecía palpitar al ritmo que el de Estefanía.

-¡Eres Lea! ¡Sabía que eras ella!.-exclamó Impa pero celebraba demasiado antes.

Porque una vez que la joven comenzó a tirar de la espada, esta no salió de donde estaba.

Estefanía tiró y tiró de ella pero no salía. Pensó que quizá no tenía la fuerza necesWindella y la espada no cedería hasta que se volviera más fuerte. Siguió tirando y la espada ni siquiera se movió.

Impa sinti´po un hielo en el corazón.

-¿Qué pasa?.-preguntó la hechicera con un dejo de enojo en el tono de voz.-¿no puedes sacarla?

Estefanía siguió insistiendo pero la espada parecía pesar una tonelada y se negaba a salir.

Finalmente, dejó la tarea y fue con Impa al comienzo de las escaleras, todo hab´pai sido una falsa alarma.

Impa estaba confundida…

-No comprendo, tienes la marca en tu mano, y es la trifuerza del coraje ¡puedo verlo! ¿porqué no pudiste retirar la espada del pedestal? ¿Hay algo inscrito en la piedra que no vi?

Impa bajó lso escalones junto con Estefnóa hasta que llegaron de nuevo a la cámara de las paredes inscritas. La Hechicera no se explicaba el porque de las cosas, hasta que una idea se le vino a la mente…

Tal vez Estefanía no era quién cría que era.

La Leyenda de Lea I: El Espíritu del CorajeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora