19. Intercambio

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-¡¡SABÍA QUE ESE HOMBRE ERA PELIGROSO!! ¡LO SABÍA SU MAJESTAD!.

-¡¡Que preparen los caballos, reúnan todas las armas que puedan, que los ejércitos se movilicen! ¡Atacaremos Gerudia esta misma tarde!

-Su majestad, debemos avisar a la Reina y a su hija que permanezcan donde están, ¡este lugar ya no es seguro para ellas!.-propuso Impa.

-¡Manden a un mensajero con una carta para Amaya y Zelda! ¡no permitan que regresen a Hyrule!-ordenó el rey a sus sirvientes.

-Pero señor.-objetó uno de ellos. ¡no podemos hacer eso!

-¿Porqué diablo no?.-dijo el Rey.

-Porque ya están de regreso.-anunció el sirviente.

-Amor? ¡¿qué pasa?! Porqué tanto alboroto aquí?.-preguntó una voz detrás de la puerta de la cámara Real. Era Amaya.

- ¡La espada Maestra fue robada del Templo de los Héroes! ¡el templo fue saqueado y justo ese maldito ministro Gerudo escapó!.-exclamó el Rey. ¡atacaremos el pueblo esta misma tarde y lo búscaremos hasta encontrarlo y darle muerte!

-Espéren un momento pr favor!.-pidió Lea, quien se encontraba del lado opuesto de la cámara real.-No podemos atacar a la gente sin saber que aquel hombre fue el culpable.

-¿Qué más pruebas quieres Lea? La espada desapareció y ese hombre no esta!.-dijo Impa.-lo más seguro es que se haya dirigido a su pueblo natal.

-¡Pero esperen! Opino que primero vayamos a buscarlo antes que comenzar una guerra. ¡Esa medida no solucionará nada!

Desde luego que Lea no sabía que en el tiempo de Hyrule y sobre todo en el reinado de aquel entonces, las cosas no se resolvían mediante la palabra, sino mediante la fuerza y el poder.

-¡Tonterías! ¡preparen los caballos y las armas! ¡nos vamos ya!.-ordenó el Rey saliendo d ela habitación.

-Su majestad, es hora de pensar con la cabeza, no con el estómago. ¿Quiere usted arriesgar a sus tropas y ser el culpable de una guerra dentro de su propio reino luchando contra su propia gente? ¡a fin de cuentas las gerudo pertenecen a esta tierra! ¿Qué dirán los demás pueblos? ¿piensa arriesgar su imagen ante sus propios súbditos? ¡Hable con las Gerudo! ¡ no siempre el camino más fácil es el correcto! ¡es más fácil hacer una guerra que buscar debajo de las piedras! ¿no cree?.

Mientras Lea hablaba había un brillo dorado en sus ojos y un aura mística la envolvía, y literalmente se sentía como si una fuerza cálida viniera desde su estómago, y también, de su mano derecha. Se sentía poderosa y sentía que la verdad hablaba por sus labios. El espíritu de Link no la había abandonado y el espíritu del coraje tampoco.

Cuando Lea terminó de hablar, había un silencio sepulcral: nadie se atrevió a hablar. Nadie se atrevió nisiquiera a moverse. Lea había ido demasiado lejos.

Impa hizo un esfuerzo para protestar minutos después:

-¡Lea! ¡silencio!, majestad, discúlpela, esta joven sólo quiere ayudar le aseguro que no es su intención molestarlo.

El Rey se quedó pensando por unos instantes reflexionando. Hasta que finalmente dijo algo como:

-Esta muchacha tiene razón, no podemos arriesgar la imagen del soberano, por lo cual, no declararemos la guerra a los gerudos, por lo pronto no, iré personalmente a la tierra Geruda y una comisión irá conmigo a buscar a Gareth. Impa, Amaya  y tú muchacha irán conmigo, ¡preparen un grupo de trienta soldados para que nos escolten! Zelda se quedará aquí en el castillo.

-Pero su Alteza, ¿Quién la cuidará? Es mejor que yo permanezca con ella…

-No Impa, necesito de tu conocimiento lo más cerca que se pueda. ¡prepárense todos!.-y el Rey salió por la puerta.

La Leyenda de Lea I: El Espíritu del CorajeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora