¿Escuché bien? No, creo que no me lavé bien los oídos. Miro a mi papá con confusión.—Hija, él es tu abuelo... Mi padre.
—¿Qué? – fue lo único que sale de mi boca e inevitablemente me escondo mas detrás de mi papá.
Según yo, él estaba muerto. ¿No se supone que debería conocer a toda mi familia antes de cumplir los diecisiete?
—Te pareces mucho a Alicia. – menciona. Iba a corregir el nombre de mi madre, pero mi papá me interrumpe.
—No hables con Alison, tampoco quiero que menciones el nombre de Alice. – remarca el nombre de mamá.
—Hijo, no es para que te enojes. Mejor vamos a hablar a mi oficina. – comienza a caminar y nosotros le seguimos. Nos sentamos en las sillas y él se queda de pie un momento.
—¿Quieren tomar agua? – la verdad es que estoy sedienta. Asiento con la cabeza mientras que mi papá niega.
Saca agua de un bidón y me la da. Nuestras manos se rozan menos de un segundo y aun así veo algo:
—Richard, no quiero saber nada de ese bebé. Arruinaste tu reputación y manchaste nuestro apellido al dejar embarazada a esa chica. Te dije que te casaras con la primera, pero tu preferiste a la segunda, cuando nos convenia la primera. Te doy la última oportunidad de volver, pero debes dejarla a ella y al bebé. Si te sientes culpable puedes enviarle dinero, pero te necesito aquí. Tendrás más oportunidades, por ejemplo, un puesto más alto y mucho mas dinero. Ahora decide: ellas o tu.
—Ese bebé y mi esposa son mi prioridad. Me da lo mismo tener mas dinero o un puesto más alto, mi familia está primero. Si esta propuesta que me haces no es una broma… ten por seguro que no dejaré que te acerques al bebé.
—Ay pequeña, tu mano está congelada ¿No tienes frío? – la voz de ese hombre me saca de sus recuerdos. Por mientras se sienta en su silla.
— Estoy bien. – digo cortante y fría, mientras congelo el agua del vaso para que esté helada, sin que ninguno de los dos se de cuenta.
—Hijo ¿Cómo estás? – le pregunta a mi papá con una sonrisa inocente.
—Omitamos la parte en que nos haces creer que te importamos y vayamos al punto. – dice con una sonrisa falsa. Estaba a punto de aplaudirle, pero después pensé que no sería algo maduro de mi parte. – ¿Por qué me llamaste?
—Está bien, vayamos al punto. – hace una pausa parándose. – hace unos días, un empleado fue al hospital del pueblo ese donde vives y me informó que pasó algo extraño, algo sobrenatural. Según él, salió una luz de una sala y luego medio hospital quedó sin electricidad. – hizo una pausa mirándome fijamente. Da miedo. – ¿Cómo es que la niña se volvió mágica? – ahora mira a mi papá.
—Ella no es “mágica” – hace comillas con los dedos. – ¿Por qué crees que ella es mágica? O ¿Por qué crees que ella fue la causante de esa falla eléctrica? – miente con mucha naturalidad.
—Niña, dame tu vaso – oh rayos, está congelado. Doy tres respiraciones profundas, pero discretamente y el hielo se derritió. Le paso el vaso y él lo mira mientras lo mueve en círculos, como si de una copa de vino se tratase. Deja el vaso en la mesa y nos mira. – deben seguirme.
Nos ponemos de pie y salimos de la oficina. Entramos al ascensor y marca el último piso. Al llegar, un guardia me toma fuerte del brazo derecho y a mi papá lo detienen dos guardias mas, cada uno sosteniendo un brazo. No nos permiten hablar, solo nos empujan hasta que estamos frente a una puerta de metal. El guardia que me sostiene abre la puerta y me tira dentro.
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El Puente [#1 Estructuras]
Ciencia Ficción¿Quién dijo que una gota de agua puede ser inofensiva? ¿Quién dijo que la lluvia no le hace mal a nadie? Para mí, la lluvia es como la kryptonita para Superman. Mi debilidad, la cosa que me hace vulnerable y frágil frente a los ojos del enemigo. ...