Capítulo 5.

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Suelto un bostezo y con mis manos froto mis ojos ¿Cuánto dormí? Me siento en la cama apartando la sábana y la frazada, miro el reloj que está en la mesita son las 14pm.

Dormí bastante.

Mi cabeza está hecha un remolino, no sé qué hacer o qué pensar. Estoy en la casa de cuatro hombres que dicen ser lobos y que yo soy su Alma gemela.

Es totalmente loco.

¿Acaso todo lo sobrenatural existe?

Antes diría que no, pero ahora todo cambia, es algo sorprendente y aterrador, pensar que hay criaturas sobrenaturales dando vueltas por el mundo y nosotros los humanos tan ciegos en no verlos.

Suelto un suspiro.

Si me voy es probable que lo haga sola, ya que no tengo la mínima idea donde están las demás. El único dato que tengo es que están con "Sus parejas" y si me quedo, es probable que tenga una aventura sobrenatural con cuatro lobos.

Me vendría bien caminar un poco, despejar mi mente y tomar una decisión correcta.

Me incorporo y me acercó al ropero de Maiden, abro las puertas y doy un vistazo para ponerme algo abrigado, un buzo o una campera.

Su estilo es muy formal, tiene bastantes camisas (Rojas, negras, azules y algunas blancas)

Cierro la puerta y abro la de al lado, aquí tiene perchas con camperas y trajes.

Debe ser empresario o le gusta vestirse así.

Tomó una campera negra con capucha y me la coloco, subo el cierre y vuelve a sentarme en la cama para colocarme las zapatillas.

Una vez lista, salgo de la habitación con las manos en el bolsillo de la campera.

—¿A dónde vas? — me detengo y giro para encontrarme a Federico con un libro en la mano, camina hasta donde estoy yo — ¿Te sientes bien?

—Si.

—¿Vas a ir a caminar?

—Ajam.

—Te acompaño. — se pone a mi lado y cierra el libro.

—No hace falta.

—Por seguridad. Anda, no muerdo, además podré responder todas tus dudas y conocernos, ¿Bien?

Lo pienso, no conozco donde estoy y así que creo que su compañía me vendría bien.

Asiento.

Siento su mirada mientras ambos bajamos las escaleras, ya en el escalón cinco veo a Maiden y Andrés riendo en el sofá, cada uno tiene un vaso de whisky, lo sé porque mi papá tomaba cada vez que revisaba alguna cuenta.

Yo una vez lo probé por curiosidad y es horrible, no sé cómo les puede gustar.

Federico se aclaró la garganta atrayendo la atención de ambos a nosotros, reaccionó y bajó los últimos escalones.

—Hola, Bella durmiente. — nos repasa a ambos —. ¿Van a salir? ¿Esa es mi campera?

—Si.

—Definitivamente te queda mejor que a mí — admite antes de tomar lo último que contiene el vaso de vidrio.

—¿Nicolás? — le pregunta, Federico a sus hermanos.

—En su oficina, trabajando.

Una mano se coloca en mi hombro, me giro y Federico me hace una seña con la cabeza para que lo siga, eso hago.

Caminamos unos pasos y abre la puerta de entrada. Miro a los lados y salgo.

—Bienvenida a nuestra humilde manada — susurra en mi oído haciéndome estremecer.

AlisonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora