20 "ÁGATA"

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"los Ángeles no conocen el infierno, el infierno imploran por los Ángeles"

Los días han pasado lentamente provocando que todas las personas vean su vida con una rutina, excepto por los que sus vidas dependen de un simple hiló el cual puede ser cortado por alguien más.

Yelena se veía a sí misma como alguien que no le teme a la muerte, no es algo que la enorgullezca pero eso le genera el coraje y empoderamiento para seguir con sus planes del día a día.
Yelena fue criada como una fuerte ganadora no como una devil.

La mente de Yelena divagaba en profundos recuerdos sobre su hermana, Ágata, la cual fué conocida como "la mujer del espejo", debido a su tan conocido trauma.

Ágata era la melliza de yelena, ambas siempre fueron bellas y únicas, todos sus conocidos las veían como dos angelitos pero constantemente les hacían preguntas respecto a quien era la malvada de las dos, aunque los comentarios eran solo una broma, Ágata se lo tomó muy encerio y constantemente se hacía esa pregunta.
A pesar de que ambas eran unas niñas, eran muy inteligentes aunque el intelecto de Yelena era superior al de Ágata, causando que su ego creciera al igual que su forma de actuar tan sarcástica.

De un momento a otro Ágata comenzó a tener comportamientos rebeldes a un nivel extremo. Lo peor que llegó a cometer fue el asesinato de dos socios de su padre, el cual para la bratva fué un misterio sin resolver, nadie sabía que el crimen lo cometió Ágata excepto Yelena la cual fué quien le dió la orden y las instrucciones a Ágata de como hacerlo.

Cada día que pasaba Ágata se sentía culpable aunque sabía disimular a la perfección su culpabilidad. Yelena solía darle ciertas órdenes de crímenes a Ágata, la cual aceptaba sin rechistar solo por el hecho de que quería ser como su hermana.

A causa de los malevolos crímenes que Ágata solía hacer, comenzó a generar traumas y problemas mentales a tal punto de que evitaba toparse con espejos ya que según ella, siempre que miraba su reflejo en el veía su rostro con quemaduras y ciertas deformidades lo cual según ella representaba su alma.

Su estado mental llegó a tal punto en el cual la enviaron a un manicomio subterráneo del cual no podrá escapar, jamás.

O eso pensaban.

–¿en que piensas?– le preguntaron a Yelena.

–pienso en lo que tuviste que vivir en ese manicomio– Respondió. –ademas quiero que otra vez vayas a ese club finjiendo que soy yo, y así te desahogas.

Ágata asintió.

Realmente era Ágata la cual iba a los clubes y a la que les gusta los hombres y mujeres y por eso Ágata fue a la que esos curas torturaron con mayor magnitud. Realmente Ágata era solo un peón de Yelena pero ella estaba segada por el gran amor de hermana que le tenía a Yelena.

_sabes Yelena creo que Mijaíl te ama.

–Mijaíl hasta el momento es solo una distracción.

–pero el y tú se casarán, creó que son el uno para el otro– las palabras de Ágata iban dirijidas a Yelena con algo de temor.

–yo siento algo de amor por el, pero no me puedo distraer ya que en cualquier momento nuestros enemigos pueden atacarnos.

Yelena miró la postura sumisa de su hermana y solo se dedicó a acariciarle su rostro lentamente como si con un fuerte movimiento se quebrara.

«Mi pobre y dulce hermana es una completa sumisa por culpa de sus malditos transtornos» pensó Yelena con resentimiento.

Yelena no quería asumir la culpa de que los transtornos de su hermana eran provocandos por ella.

La Otra Cara de Asmodeo © +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora