4- Yukio

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La señora Yamagawa se quedó en la tienda a despachar mientras Maiko y yo desayunábamos en el pequeño comedor.

Mi compañera aún seguía riendo, pero de manera más cuidadosa. Fue conteniéndose cuando me vio masticar mi tortilla enrollada en silencio con el ceño fruncido. Todavía estaba caliente por la bromita y sentía ganas de matarla.

-¿Quieres un poco de arroz? -me ofreció un cuenco que sacó del microondas y un par de palillos de madera de una bolsita-. Lo hice esta mañana para ti.

Claro, para limar futuras asperezas, qué previsora.

Con un seco "arigato" acepté a regañadientes. Estaba muerta de hambre y empecé a pelearme con los palillos. La verdad es que estaba muy rico. Llevaba alguna especia que le daba bastante buen sabor.

-Espero que no estés enfadada por esto-me dijo sintiéndose algo culpable, y puede que arrepentida -. Sólo ha sido como un pequeño... "estreno" de bienvenida a un nuevo trabajador.

Por supuesto, una novatada de toda la vida.

-No sabía que aquí también hacíais estas crueldades.

-La señora Yamagawa es muy divertida, pero nunca la vi preparar algo así con los demás aspirantes. Siéntete orgullosa.

¿Orgullosa? Me dieron un susto de muerte, entre ellas dos y el sensei de los ojos de luces de frenado. Lo que estaba era furiosa, avergonzada y humillada.

Maiko empujó su silla con el trasero y se acercó un poco más hacia mí.

-Cuando le dijiste que tenía conjuntivitis casi me muero.

Se me resbaló de la mano izquierda el cuenco que estaba sujetando y casi cae sobre la mesa con todo su contenido. No me reí por orgullo y me obligué a seguir seria.

-ES conjuntivitis. Diga lo que diga.

-Te equivocas. Son los efectos secundarios que le produce su don. Usa los ojos para hacer algo que no sé qué es exactamente y le produce irritación. De ahí que se lleve tantos productos refrescantes.

-¿Y la receta médica? -le pregunté-¿Por qué lo que se llevó venía en su tarjeta sanitaria?

-Porque los héroes obtienen ese privilegio al trabajar para el estado. Lo que necesiten para llevar a cabo sus funciones de forma óptima, lo financia el gobierno.

Ya me iba quedando la cosa más clara.

-Pues debe estar súper ocupado-bebí un sorbo de mi taza de humeante té japonés -. Ese hombre no está bien. Tiene un aspecto deplorable.

Maiko levantó el dedo índice y negó con él.

-No lo subestimes. Aunque parezca raro o descuidado es uno de los mejores sensei del mundo. Y el más estricto con sus alumnos. ¿Sabes por qué tiene esa cara de no haber dormido en días?

Me picó la curiosidad y el enfado se me olvidó.

-Porque compagina sus clases matinales en la UA con el patrullaje nocturno. A veces sus alumnos entran a clase y se lo encuentran dormido dentro de su saco de dormir.

Hice una mueca al imaginarlo.

-Pluriempleado, ¿eh?

-No habla nunca sobre su vida personal-siguió Maiko, a quien le encantaba un cotilleo -, de hecho cuando le preguntas te contesta con evasivas y, al contrario que los demás profesores de la UA o el resto de los héroes en general, huye de todos los medios de comunicación. Nunca sale por televisión a menos que la academia haga un comunicado importante. Por eso suele pasar desapercibido y poca gente sabe quién es cuando se lo cruza por la calle.

Yakusoku - PromesasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora