1- Una Nueva Vida

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"Me encanta Japón.

Siempre me gustó su cultura, sus costumbres, su gente... gente que puede parecer algo distinta a nosotros los occidentales, como todo lo que desconocemos, o de lo que sabemos poco. Pero ese desconocimiento, esa ignorancia acerca de otras formas de pensar, de vivir más allá de nuestras propias narices, es lo que incentiva a gente como yo, personas que no nos conformamos con lo que tenemos a nuestro alcance y que siempre queremos abarcar más, a conocer otros lugares y maravillarse con la diversidad."

Decidí tirarme a la piscina de una vez. A mis veinticinco años y con los estudios más que terminados, ¿qué mejor momento que aquel para abrir las alas? No tenía ataduras que me aprisionaran a un lugar, ni obligaciones o responsabilidades que atender salvo crear mi propia vida con las herramientas de las que disponía en aquellos momentos.

Era hora de vivir.

Muy a mi pesar, resultó un gran alivio dejar la caótica Tokio. Es una ciudad enorme y demasiado interesante, muy a mi gusto personal, pero una ciudad para conocerla poco a poco, sabiendo dónde vas, dónde quieres ir y... con el idioma un poco más dominado que el que traigo de España. Puedo considerarme dichosa de saber pronunciar algo más que "arigato", como el resto de los mortales de mi cultura, gracias a mi casi inútil curso de guía turístico y a los amigos que hice en mis antiguas rutas con los que practiqué hasta la saciedad ese curioso idioma.

Digo "casi" porque puede parecer increíble, pero no fui capaz de encontrar un trabajo digno en mi ciudad que pudiese cubrir los gastos que conlleva el alquiler abusivo de Sevilla capital. Me harté de vivir con lo mínimo y aproveché los cursos intensivos de idiomas a los que asistí, entre ellos de japonés, los cuales me sirven para desenvolverme casi en cualquier parte del mundo.

Gracias a dios que decidí estudiar algo más que eso.

A día de hoy, aquella persona que carece de don se lo tiene que currar mucho más que las demás y me tuve que preparar la vida a conciencia, como todos los que pertenecemos a ese relativamente marginado veinte por ciento de la población mundial.

Musutafu es la ciudad ideal.

Es bastante grande y con muchas posibilidades tanto laborales, como formativas o de ocio. Y lo que más famosa la hace es que la mejor academia para héroes del mundo se encuentra justamente en ella. Por eso mismo comencé a curiosear ahí en busca de mis proyectos personales.

Durante el trayecto en tren desde el aeropuerto de Tokio me dediqué a observar el paisaje por la ventanilla. Puede parecer enorme y mareante vista desde lejos por los altos edificios que se divisan al acercarse, pero no tiene nada que ver con la capital. Se ve menos tráfico y menos gente por sus calles, y lo que es más importante, menos polución. El aire es mucho más limpio y sano en Musutafu que en Tokio.

Descargué mis maletas en la estación y me dispuse a llamar a un taxi sacando la mano, como en las películas. Se me hizo extraño y a la vez emocionante ver cómo el vehículo que iba a llevarme a mi apartamento se acercaba circulando por la izquierda y se detenía justo a mi lado para preguntarme su conductor en un inteligible japonés dónde quería ir.

Hacerme entender con la dirección no supuso gran problema, pero decididamente, tenía que ahondar mucho más en el idioma, y en un tiempo récord, si quería superar el período de prueba de mi nuevo empleo.

El apartamento era un primero y se encontraba en una comunidad de vecinos ideal con un fantástico jardín y un estanque en la zona común. Por lo que parecía, la mayoría de los apartamentos estaban ocupados, ya fuera de alquiler como yo, o de propiedad. Una señora mayor que atravesaba el jardín junto a su marido me dio los buenos días en japonés. Detrás de ella venían dos niños corriendo hacia la puerta de entrada seguidos por sus padres a los cuales escuché reprenderlos por armar alboroto.

Yakusoku - PromesasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora