16- "¿Sabes conducir?"

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La noche había caído ya sobre la ciudad y la luna llena brillaba en lo alto solitaria en un cielo sin estrellas.

Aizawa detuvo el automóvil en el descampado de algún sitio al azar y salió al exterior. Al fondo se veían las luces intensas de la ciudad, pero al sensei lo rodeaba la nada, extensas parcelas baldías y algún que otro almacén disperso a oscuras.

Vio conveniente dejar el coche allí.

La cuestión era hacer el menor ruido posible y conseguir su objetivo con sigilo y de forma limpia.

Como siempre acostumbraba a hacerlo todo.

El silencio imperaba en el aire nocturno y una leve brisa le agitó el pelo suelto.

Sacó su teléfono móvil del bolsillo y encendió la pantalla para ver el mensaje que le había enviado la policía. El destino indicado no se encontraba muy lejos, como pudo comprobar al abrir el GPS, tan sólo se había detenido a unos quinientos metros de él.

Aizawa silenció su móvil y apagó la pantalla para guardarlo en su bolsillo.

Era hora de actuar.

En el más absoluto silencio, tal y como lo haría un gato, Shota llegó al poco a la parte trasera de la fábrica abandonada que indicaba la señal y desde el suelo oteó las alturas. Pudo divisar bajo la luz de la luna que asomaban un par de chimeneas de ladrillo medio derruidas.

Debía ser sumamente cauteloso ahora. Sabía quiénes pululaban por allí, qué dones excepcionales poseían algunos y no lo consideraba la mejor ocasión para entrar en una pelea cuerpo a cuerpo, ya que se encontraba solo y sin más ayuda que su agilidad y su don de borrado temporal.

Además a la vez tendría que proteger a Vero... si conseguía encontrarla.

Aizawa desprendió la cinta que llevaba enrollada a la parte superior de su cuerpo y la lanzó hacia arriba hasta que sintió cómo se tensaba al agarrase. Tiró un par de veces de la resistente banda para probar que se había enganchado en la chimenea que era su objetivo y, poniendo un pie sobre la pared vertical, comenzó a trepar con la intención de encontrar una entrada en el techo por la que acceder al interior sin ser visto.

El tejado de la fábrica estaba construido a dos aguas recubierto por viejas tejas de barro. Aizawa soltó su mano derecha de la cinta y se agarró a una de ellas para sujetarse. La teja se desprendió al tocarla, cayendo hasta el suelo por encima de él. Rápidamente se agarró a la cinta y se dio impulso con ella para caer de cuclillas sobre el tejado.

Bufó contrariado. Debía tener más cuidado. Si se desprendían más podría dar lugar a problemas.

Shota soltó su arma de la chimenea con un tirón seco y volvió a recogérsela. Caminó silenciosamente por el tejado para obtener una vista lo más general posible de su estructura buscando cualquier resquicio o respiradero por el que poder introducirse.

De pronto se escucharon unas voces.

Aizawa se agachó instintivamente.

Definitivamente no estaba solo en aquel lugar.

Con las manos y la punta de sus pies, se arrastró sigilosamente hacia el borde delantero del tejado y se asomó hacia abajo.

-¿Está bien encerrado? -dijo alguien en el exterior-. Comprobadlo, que no tenga opción de salir o habrá problemas.

Había un hombre abajo frente a la entrada que hablaba con otro que estaba dentro de la fábrica.

¿A qué o quién se referiría con eso?

Yakusoku - PromesasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora