Epílogo

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Maiko e Hiriko no cabían en sí de gozo.

Fue una verdadera sorpresa, Vero había aparecido por la farmacia vestida con su bata de trabajo a las nueve de la mañana del lunes y con la cara completamente transformada. Había sido un verdadero milagro.

La chica había hablado con ellas al llegar, les dijo que había cambiado de opinión y que pensaba retomar su vida en Musutafu.

Yamagawa se le tiró encima en cuanto terminó de hablar.

—Sabía que querías estar aquí —le decía Hiriko llorando como una magdalena.

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El silencio imperaba en el aula aquel temido lunes de mayo.

La clase 1A esperaba a su sensei tensos y asustados sentados a sus asientos más derechos que una vela.

Aún no habían visto a su profesor desde el incidente de hacía unos días, había desaparecido todo el fin de semana, pero sabían que aquel lunes les iba a caer una buena por lo que habían formado en el aeropuerto.

Incluso Bakugo estaba amedrentado en su silla con la espalda pegada en el respaldo.

Lo que habían hecho allí no tenía perdón y sabían de buena tinta que les esperaba el mayor castigo de sus cortas vidas.

Aizawa entró por la puerta y la tensión que había en el aire podía cortarse con unas tijeras.

—Buenos días—dijo severamente al entrar.

Todos se levantaron como siempre, agachando la cabeza en señal de saludo.

—Buenos días, Aizawa sensei—respondieron a coro con un tono algo más débil que de costumbre.

Shota no dijo nada durante unos minutos. Se limitó a mirar a uno por uno, fila por fila y al fin se detuvo en Bakugo.

El chico se revolvió en el asiento incómodo y rehuyó su mirada penetrante.

—Robásteis un autobús siendo menores de edad y lo destrozásteis —empezó Shota con los ojos encendidos—. Secuestrásteis a uno de vuestros profesores. Paralizásteis todo el aeropuerto de Tokio y conseguísteis que sus querellas se sumasen a las que ya tenemos por el ataque a la academia.

Un silencio sepulcral inundó el aula entera.

Alguien sorbió la nariz.

Aizawa guardó silencio unos segundos recreándose en el miedo que estaba infundiendo a todos.

Bakugo, sentado a la segunda fila a la izquierda de su sensei, mantenía la mirada gacha sobre su mesa y los hombros encogidos.

Sospechaba que la bronca más grande caería sobre él y estaba aterrorizado.

Aizawa mantuvo el silencio unos momentos más y entornó finalmente los ojos con una furia en ellos que los sobrecogió a todos.

—Pero eso no es todo...— endureció su mirada clavando sus córneas de un rojo resplandeciente sobre toda la clase — por encima de todo eso...

Los chicos se encogieron aterrorizados en sus sillas.

—... conseguísteis también sacar de un héroe lo peor que puede hacer en su vida...

El pelo se le levantó sobre los hombros y todos los chicos chillaron de terror agarrándose con las uñas a sus mesas.

—... pedirle matrimonio a una mujer.

        FIN DE LA HISTORIA

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Dedicado a Laura, para quien escribí este fanfic 💋

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    Espero que os haya gustado, dejadme unos comentarios para saberlo. ¡Gracias!

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