Cuando perdemos a alguien, nos duele la ausencia de el o ella, duele los recuerdos, por qué los besos, los abrazos y el amor, cualquier persona nos puede dar pero los recuerdos, son las condenas más dulces que puede haber.
Era 25 de diciembre, los copos de nieve caían sin cesar, mientras que el viento lo empujaba con furia creando así un tormenta. Un muy perfecto ambiente para la convivencia familiar, dónde el único calor que hay es el recibir amor y cariño, intercambiando regalos, sonrisas y risas, mostrando así que el mejor regalo no es algo material si no que el mejor regalo es estar con las personas que más amas.
-¡Amor ya llegué!-grito con entusiasmo, aquel chico de cabellos rubios.
Era su primera Navidad con su bella princesa, así era como el llamaba a su novia.
Dejo a un lado las bolsas que traía en manos y brazos, en excepción de una la cual contenía una pequeña caja negra aterciopelada.
(¡Está es mi noche!)
Pensó, había planeado desde hace meses pedirle matrimonio a su novia, ya llevaban 4 años juntos y para el, ya era el momento mas exacto para casarse, estaba en el punto más perfecto de su vida, tenía al amor de su vida, su carrera como cantante y modelo estaba en su máximo explendor, nada podía romper su pequeña burbuja de fantasía, o eso creía el.
-¿__?-
Escucho ruidos de golpes contra la pared, acompañado de pequeños gemidos, no se detuvo a pensar más la situación y subió lo más rápido posible.
Pensando que su amada princesa estaba lastimada, pensando toda clase de situaciones en las cuales ella estuviera en riesgo menos lo que pasaría a continuación.
<Cuando estás enamorado, ves con el corazón ignorando todos tus demás sentidos>
No tuvo tiempo de tocar, cuando abrió la puerta bruscamente, encontrándose con la peor escena que pudo haber visto en su vida.
Su amada princesa, aquella chica que trato con amor y respeto, aquella chica tan delicada como una flor de jazmín, la chica que lo amo sin importar sus apretado agendas y sus imperfecciones, ahora estaba debajo de los brazos de un chico, desnuda con una sabana cubriendo su cintura para abajo, atónita ante lo que estaba pasando
-Puedo explicarlo...-
No termino su oración cuando Jin habia sujetado al chico por cuello y lo habia aventado contra el suelo
-Maldito bastardo-grito y comenzó a golpearlo
El chico no se quedó atrás y comenzó a defenderse, los golpeas, súplicas y gritos, era lo único que se escuchaba en esa casa.
-¡Daniel basta!-
Gritaste con euforia, Jin había perdido sus fuerzas y el lo estaba matando por cada golpe.
-¡Lo estás matando!-dijo tratando de quitarlo de encima de su amado príncipe, llorando y pegándole.
-¡Levántate! ¡Reacciona por favor!-
Todos los sonidos se volvieron distantes poco a poco, los gritos se escuchaban como murmurros en el aire, las sirenas de las patrullas de oían cada vez más cerca.
Solo miraba con su poco aliento la ventana de la habitación, veía como los copos de nieve caían cada vez menos rápido, recordando cada momento que vivió a lado de ella, sonriendo para sus adentros.
<¿Que había hecho mal? ¿Acaso el amor que le dió nunca fue suficiente?>
-Lo siento...-dijo soltando una lágrima