Erick Lébidiev

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3 horas antes

Erick dormía plácidamente en una cama doble, cubierto de cálidas mantas sobre las cuales destacaba un grueso cubrecama verde oscuro, a ambos lados de su cama había un velador a juego con sus respectivas lámparas, los grandes ventanales estaban tapados por hermosas cortinas de terciopelo color azul rey, las cuales, combinaban perfectamente con los muebles caoba de la enorme y elegante habitación. De improviso se escuchan tres suaves golpes en la puerta, por lo cual, el joven aún adormilado se sienta, apoyando su espalda en las almohadas y bosteza diciendo:

- Pase

La puerta se abre lentamente y por ella se asoma una sencilla joven rubia, de tez blanca, aparentaba estar cerca de sus 18 años, llevaba un recatado uniforme de sirvienta que consistía en un sencillo, pero impecable vestido negro, estilo campana hasta los tobillos, en la parte superior derecha se podía ver bordado claramente el escudo de armas de la familia. El vestido estaba cubierto por un delantal blanco adornado con flecos y encajes, y el pulcramente peinado cabello de la joven estaba atado en un sencillo moño.

- Señor Erick - dijo de manera animada - Lamento importunarlo, pero su padre me ordenó despertarlo, si usted no bajaba a desayunar antes de las 10

- ¿Mi padre? - preguntó adormilado, mientras observaba el reloj en la pared el cual marcaba las 10:05 am.

Asombrado por lo tarde que era, se levantó rápidamente, dirigiéndose al baño de su habitación, comenzó con su rutina matutina, mientras la sirvienta al verlo tan acelerado solo comenzó a arreglar  la cama y preparar el vestuario que el joven usaría ese día, mientras sonreía divertida. Erick nunca dormía hasta tarde, era un madrugador, solía levantarse a las 6 de la mañana y desayunar junto a su padre cuando estaba en casa, por eso la servidumbre y en especial el Señor Anton, padre del menor, se preocuparon cuando el joven no apareció a desayunar.

- ¿Por qué nadie me despertó antes?

Exclamó Erick, aun con el cabello mojado mientras cogía la camisa y el traje de la cama, se vistió rápidamente, sin percatarse de la sirvienta que seguía en la habitación y quien, sonrojada, le dio la espalda para darle algo de privacidad. El joven se vistió tan rápido que apenas cuando terminó, notó a su joven amiga, sin comprender, en que momento llegó, o que hacía en ese lugar o el porqué estaba vestida de esa manera.

- ¿Darya? - preguntó mientras la chica se volteaba para verlo

- Sí, señor Erick ¿en qué puedo servirle?

- ¿Qué haces vestida como sirvienta?

- Trabajo aquí, señor

- Por favor, quieres dejar de llamarme señor

- Lo siento, pero tengo que acostumbrarme señor Erick, hoy es mi primer día y su abuela la honorable Madame Isabella Lébidieva, exige que toda la servidumbre debe tratar a la familia con los debidos honoríficos - le respondió en tono divertido

- Eso no aplica para mí, ya que "Madame" nunca me ha considerado parte de la familia...

- Eso no importa, ya que su padre el actual jefe de la familia el gran Señor Anton Lébidiev, lo reconoce a usted como su segundo amado hijo, y también su hijo favorito... - dijo sonriendo alegremente

- Muy graciosa Darya, ¿Les dan alguna gratificación extra a los sirvientes, por adular a la familia?

- Claro que no, eso lo hago solo por lo agradecida que estoy por formar parte de la servidumbre de tan noble, e ilustre casa... -dijo en tono irónico - Señor Erick

- Madame te ha estado molestando ¿verdad?

- Si - le dijo sentándose resignada en la cama y volviendo a su personalidad jovial con la que siempre hablaba con su amigo - Erick tu abuela es insoportable, no entiendo como mi mamá no me lo advirtió

Los sirvientes del HuérfanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora