Azrael

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-          ¡¿Cómo pudiste permitir que ocurriera algo como esto?! – preguntó Madame muy enfadada a Antón en la oficina que este ocupaba en la mansión

Después del juicio todos regresaron en silencio, los únicos que parecían alegres eran los sirvientes que habían apoyado a Erick, quienes disfrutaban el espectáculo tras ver lo que había ocurrido. Erick sin embargo, no tuvo tiempo de disfrutar su supuesta victoria, puesto que le preocupaba las repercusiones que Madame utilizaría, en contra de las personas que declararon a su favor, por ello apenas pudo salir de la sala de audiencia se dirigió a la joven pelirroja, e intercambio datos de contacto con ella, a los demás los conocía, así que no tendría problemas para localizarlos , de todos, ella era la que más corría peligro, debía encontrar la forma de protegerla, a ella, a la enfermera y también a Darya y los demás.

Sabía perfectamente que en el momento en que Madame se calmara comenzaría a planear su venganza, así que debía apresurarse, si tan solo pudiera salir de esta absurda reunión en el despachó de su padre… al menos ya había hablado con el capitán de la guardia, pidiéndole que enviara gente de confianza a proteger a la chica pelirroja y a Lerissa.

-          ¡Eres un Lord! Debiste haber exigido que liberaran a tus hijos, ¿Cómo fuiste capaz de convertirlos en esclavos?

Los tres observaban a Madame anonadados, jamás la habían escuchado hablarle así a Antón y ciertamente jamás, habían visto a su padre ignorarla de manera magistral, mientras pacientemente buscaba unos documentos en el escritorio que Gregory, pretendiendo ser invisible resignadamente esperaba.

Momentos después de emitir la sentencia, el juez había completado los documentos que convertían a Iván y Alón en esclavos, otorgándoles los respectivos derechos de propiedad a Erick, además se había llevado a cabo una rápida ceremonia ancestral, en la cual dichos jóvenes, recibieron la marca de esclavitud, tatuaje, que desde ese día los marginaba de la sociedad.

En ese momento, lo que Antón buscaba eran los certificados de nobleza de ambos niños, los cuales debían ser anulados por las autoridades correspondientes, como siempre Gregory al ser su abogado de confianza se encargaría de todo.

-          ¡ya es suficiente! – gritó Madame frustrada, tratando de arrancarle los documentos de las manos, Antón dando un suspiro de frustración se los entregó a Gregory, quien tras dar una breve reverencia salió rápidamente de la oficina – debes arreglar esto, de alguna manera

-          Por supuesto – dijo Antón mientras se sentaba tranquilamente en su elegante sillón detrás del escritorio – Erick podría enviar una solicitud al juez, explicando, que se retracta de su decisión y que realmente lamenta los inconvenientes causados…

-          Entonces hazlo – le exigió Madame a Erick, quien estaba sentado en la silla más alejada de la oficina, observando la escena como si fuera una obra de teatro

-          Como usted ordene, Madame – le contestó irónicamente en tono sarcástico – Y luego disfrutaremos en primera fila, la ejecución publica de ambos… ¿Qué traje crea que sea apropiado para la ocasión?

-          El negro está bien – le contestó Antón con indiferencia, mientras Madame aún más indignada, se sentó frente a su hijo con expresión suplicante – no se puede hacer nada, madre, era la única manera de salvarlos de la ejecución… deberías estar agradecida

-          ¿agradecida? Mis nietos, mi sangre está condenada a servir a un do nadie, un mocoso bastardo…

-          ¡suficiente! – gritó Antón – no insultaras a Erick… él es mi… es mi Único heredero y lo respetaras

Los sirvientes del HuérfanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora