Los sirvientes del Huérfano

Día 1 de esclavitud

Al día siguiente, el cansancio se sentía en el ambiente, la mayoría de los sirvientes aun con resacas y el agotamiento propio de la noche anterior, comenzaron con sus labores rutinarias sin casi haber dormido. Erick se levantó perezosamente, ese día no le importaba la hora que fuese, solo quería cubrirse con las cobijas e imaginar que los últimos días habían sido una pesadilla, como si enterarse que sus hermanos realmente lo querían muerto, no fuese suficiente, el saber que ahora tenía el poder de hacer con ellos, lo que él quisiese, no era precisamente alentador.
 
Eso de ser “amo y señor” de sus dos hermanos, sonaba a problemas y responsabilidades que ciertamente no quería, “si al menos esos  2 idiotas fuesen del sexo opuesto, la idea hubiese sonado mucho más placentera y alentadora” pensó Erick, pero,  a penas, la imagen mental de Iván y Alón vestidos de chicas, con maquillaje extravagante paso por su mente, sintió nauseas, por lo cual, de inmediato trató de sacar la vomitiva imagen de su cabeza , y dirigió sus pensamientos a un tema mucho más agradable…Su mejor amiga “Darya”…¿aunque ya no eran amigos? ¿o sí?... después de los apasionados besos que se dieron en la noche, ya no podía considerarla “solo su amiga”, tendría que hablar con ella y aclarar su nueva situación, lo correcto sería pedirle que fuese su novia, pero… mil dudas pasaban por su mente…no quería ilusionarse, el beso bien pudo haber sido producto del estado etílico en el cual ambos se encontraban, quizás ella ni lo recordaba.

Tres suaves golpes se sintieron en la puerta, y Erick sintiéndose nervioso se levantó rápidamente, pensando que era Darya, sí, quería hablar con ella, pero no tan pronto, y ciertamente no en pijama y desarreglado, lo cual era extraño, nunca había sentido pudor con ella, rápidamente, comenzó a buscar ropa para cambiarse, pero escuchó la voz de una chica detrás de la puerta.

-          ¿Joven Erick? – pregunto una dulce voz y Erick dio un suspiro de alivio al escuchar que no era Darya – Joven Erick ¿esta despierto? ¿puedo pasar?

-          Si Adeline, puedes pasar

Una chica de cabello castaño, de unos 15 años entró a la habitación, era de contextura delgada, su rostro de facciones dulces, llevaba el cabello amarrado en dos trenzas, que le daban una apariencia aún más infantil de lo que su edad sugería, la joven desbordaba una alegría contagiosa, lo cual, a Erick le parecía francamente divertido, la conocía bien, era una muchacha vivaz, cuya curiosidad insaciable, la había hecho merecedora de recibir varias veces castigos, ordenados por Madame. Erick, quien desde que llegó a la mansión, no había tenido muy claro las diferencias de clases, solía ser blanco frecuente de las preguntas de la chica, y en más de una ocasión se había visto enseñándole idiomas, literatura, geografía, manejo de armas e incluso combate cuerpo a cuerpo.

-          Me alegra que este bien, joven Erick – le dijo la joven con una hermosa sonrisa entrando a la habitación, de inmediato fue a su closet, y quitándole la ropa que Erick llevaba en su mano, comenzó a armar combinaciones – ¡Ayer fue una locura! Hubiese visto el escándalo que armo el joven Alón cuando fue llevado al dormitorio de los hombres, fue realmente muy gracioso, parecía un niño pequeño haciendo una pataleta…

-          Me imagino – le respondió Erick sonriéndole.

 La chica no paraba de hablar entusiasmada comentándole todo lo que había pasado, ella siempre era así, cada vez que Erick volvía del internado, solía venir a su habitación para “actualizarlo”, con respecto a las situaciones más “importantes” que ocurrieron en la mansión en su ausencia. Erick por supuesto, solía escucharla atentamente, aunque en más de una ocasión, simplemente perdía la concentración y terminaba asintiendo y sonriéndole, solo por cortesía, no era que no le agradase la joven, pero debía reconocer que el saber cómo Madame había regañado a su cosmetóloga, por haber permitido que le saliera una nueva arruga, no era precisamente algo que le interesara.