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Pasaron los tres meses midgardianos que dijo James que tardaría, ambas volvimos a Midgard, yo ya con mis pocas cosas, entre ellas el último libro que me prestó James: "Alicia en el país de las maravillas".

Había tenido una fuerte discusión con mi abuelo y mis padres, los únicos que me apoyaban con mi decisión son mi abuela y mi tío.

— yo iré al departamento de James, tú ve con Margaret. — asintió y nos separamos.

Llegué al departamento y vi la puerta abierta, eran Margaret y otro hombre, ambos tenían los ojos rojos, en especial ella y al parecer al verme sus ojos se volvieron a llenar de lágrimas.

— hola... — dije.

— dame esto. — dijo ella quitándome la caja y la dejó en el suelo, noté que todo lo que estaba decorando el departamento estaba en cajas.

— ¿qué hacen? ¿Y James y Steve?

— lo mejor es que te sientes, ¿sí? — asentí, me senté junto a ella y me tomó de las manos. — ¿recuerdas que Barnes contó sobre una misión que tardaría tres meses? — asentí. — bueno... resulta que... que...

— Steve y Barnes no sobrevivieron. — soltó el otro. — Howard Stark. — se presentó.

— Lady Ingrid. — me presenté. — esperen... ¿estás diciendo que James está muerto? — asintieron y las lágrimas comenzaron a bajar por las mejillas de mi amiga y a aparecerse en mis ojos. — ¿cómo?

— James cayó a un acantilado desde un tren en movimiento.

— y Steve se hundió en el Ártico, Steve terminó con la guerra. — la abracé, por lo que nos contaba a Astrid y a mí, le interesaba Steve.

— cómo lo lamento.

— lo mismo digo. — parpadeé y las lágrimas comenzaron a caer, lo único que hice fue tomar mi vientre apenas abultado de 4 meses. — no hay problema en que quieras regresar a Asgard y tampoco hay problema si quieres quedarte aquí, podemos conseguirte un empleo para que puedas quedarte, contratar a alguien que cuide de tu niño mientras trabajas. — negué.

— creo que volveré a Asgard, pero seguiré viniendo por ti, ¿sí? — sonrió desanimada — y estoy segura de que Astrid seguirá viniendo cada dos semanas a verte. — asintió. — ¿puedo quedarme con algunas cosas de James?

— claro. — me acerqué a una caja que decía "libros" y los tomé todos, los que me prestó antes y los demás, me propondré leerlos.

— también está esto. — dijo Howard pasandome una caja envuelta en periódico y la tomé. — supongo que es de Barnes para ti.

— gracias. — vi la envoltura. — no, es de Steve. — la abrí y lloré más. — es un sonajero, para el bebé. — lo guardé en la caja que traje.

— entonces este sí es de Barnes. — me pasó otra pequeña caja envuelta en periódico.

— gracias. — la abrí y sonreí. — es una manta, qué lindo. — venía una nota y la leí.

"Para que siempre recuerde a su papá cuando esté de misión"

— para que siempre recuerde a su papá cuando esté de misión. — leí en voz alta. — trataré que nuestro hijo jamás se deshaga de ella, lo congelaré si lo hace. — rieron y Astrid llegó.

— ¿por qué las caras largas? — preguntó desconcertada.

— James y su mejor amigo Steve murieron en la guerra. — se acercó a mí y me abrazó.

— lo lamento tanto, hermana, mi más sentido pésame a los tres.

— gracias, Astrid. — respondió Margaret.

— no quiero estar aquí.

— ¿quieres volver ya a Asgard? — asentí. — bien.

— no dejes que cargue esas cajas.

— no lo haré. — le respondió a Howard mientras salían del departamento, vi el librero y ahí seguía la foto de James y Steve, sonreí triste y la tomé, al menos que el bebé sepa cómo se veía.

Llegamos a las afueras de Brooklyn y Howard le entregó las cajas a Astrid.

— ojalá vuelvan pronto.

— lo haremos, Margaret. — Margaret nos abrazó a ambas.

— mejor llámame Peggy.

— está bien, Peggy, y mucho gusto, Sr. Stark.

— el gusto fue todo mío.

— ¡Heimdall! — el puente arcoíris apareció y volvimos a Asgard, nuestros papás estaban en el Bifrost.

— dijiste que te aceptaría.

— mamá, no es un buen momento. — le dijo Astrid.

— te dijimos que ese midgardiano te iba a romper el corazón en la primera oportunidad que tuviera.

— ¡papá! — le gritó Astrid.

— si querían que no me mudara o que no volviera a Midgard, lo acaban de conseguir, James murió en la guerra. — dije e hice un trineo de hielo. — Astrid, pon ahí las cajas, por favor.

— claro pero yo me llevaré el trineo.

— está bien, gracias. — ambos me miraron avergonzados y ambas fuimos a mi habitación.

— ¿quieres que te ayude en algo, azulita? — me preguntó mi hermana, cada vez que uso mis poderes, mi piel se torna de color azul por lo mismo de ser mitad Jotünn, pero mis ojos siguen siendo verdes en lugar de tornarse rojos.

— no, gracias, y gracias.

— para eso estamos las hermanas. — sonreí y me abrazó. — sabes que aquí estoy para todo, ¿sí? — asentí, besó mi mejilla y salió de mi habitación, coloqué la caja de libros en mi cama y fui colocando cada libro en mi librero, la foto de James y Steve decidí doblarla a la mitad, dejando que sólo se viera mi ex prometido y la coloqué en la mesa de noche, el sonajero lo metí a un cajón de la misma mesa de noche y con la manta me cubrí, olía a James.

Mis ojos se volvieron a llenar de lágrimas.

No creí que me fuera a enamorar de ese midgardiano, tal vez sólo son las hormonas del embarazo pero esto duele mucho.

Amor Destinado [Steve Rogers] [Bucky Barnes]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora