Por supuesto que Yara se puso en estado de alerta cuando escuchó un galopar que se acercaba, entonces, al ver su expresión, Cano se asomó sigilosamente por la ventana y después volteó a verla. Le pidió silencio y le hizo un gesto con la mano como queriendo decir "Rajá de acá".
—Bo ¿Qué pasó?—Susurró no muy bajo que digamos.
—Vienen unos tipos, vos andá que yo los distraigo. Nos vemos en el otro rancho.
Entonces ella entendió que iba a tener que apurar su partida. El de la máscara fue a recibirlos enérgico y con una sonrisa amplia, ya que los conocía desde antes. Aunque cabe aclarar que su alegría de verlos era totalmente falsa.
—¡Eu, cuánto tiempo!—Saludó cuando se detuvieron frente a él—¿No es un poco tarde para venir acá? ¿O se perdieron?
—Nada de eso, pero muchas gracias—Le contestó Tavella, apenas dejándolo terminar—Se trata de otro asunto, que tiene más relevancia que una visita nada más.
—Ah ¿Sí? ¿Qué es?—Cano ladeó la cabeza, haciéndose el confundido.
—Imagino que recientemente habrá pasado algún gaucho por acá— Empezó y recorrió los alrededores con la mirada, entonces vio unos cueros de vaca colgados y charqui.
—Eh, sí ¿Por qué te importaría eso?—Se puso a pensar en alguna forma de cambiar el sentido de la conversación.
—¿Se puede saber quién te obsequió ese cuero? Porque no he visto que tengas vacas—Lo interrogó.
—Uuuuy, qué pregunta—Titubeó, rascándose la nuca, entonces miró al cielo como pensando—No me acuerdo, creo que era hijo de un tipo de Inca-la-perra, pero si te digo te estoy boludeando.
—Inca-la-perra, ja, ja—Se rió Alvin, restándole seriedad al momento—No se me hace conocido ¿Dónde queda?
—¿Inglaterra no será?—Intervino Topo—Y no creo que alguien de tan alto estatus quiera involucrarse con vos y tus juegos—Esbozó una media sonrisa.
—¿Qué juegos? ¡Si soy un buen hombre!—Mintió e intentó disimular que estaba a punto de mearse por los nervios—¿Por qué no pasan a tomar unos mates y hablamos?
—No tenemos tiempo para eso—Marrero se negó de inmediato. Levantó la vista porque sí nomás y vio a lo lejos cómo un gaucho que ya había visto antes merodeando cerca de sus terrenos, montando a caballo, y llevaba prisa, tanto que era sospechoso, y qué cosa que estaba saliendo de el patio de Cano. Todo cuadraba y le hirvió la sangre,ese gaucho era el culpable—¡Miren allá!—Alertó a todos—¡Es él!
—¡Esperen!—Cano intervino—¿No quieren un matecito entonces?
—No, ya encontramos a quien buscamos—Contestó Tavella y acto seguido, dio la señal para ir tras el fugitivo.
—Ay, Yara...Apurate, no serás tan puta—Los vio irse.
Yara no miraba atrás, se concentraba en la zona arbolada que se veía a lo lejos, una vez que llegara allá, ella y la yegua que montaba tendrían dónde esconderse, a lo mejor y pasaban de largo. Pasó levantando una nube de tierra a su paso y no lo pensó dos veces antes de esconderse entre la maleza, sabía que esa espesura era suficiente para esconderse si ella se bajaba de la Negra.
La gaucha trató de respirar lo más silenciosamente que pudiera al percatarse de que sus perseguidores habían llegado en menos de un minuto. Dio las gracias a que la Negra era una yegua bien educada y no se iba a mover si no se lo pedía, de lo contrario, sería el final. Agudizó el oído para ver qué tan cerca estaban, y de paso, espiar su conversación.
—¿A dónde se fue? No lo veo por ningún lado—Se quejó Alvin, pues estaba seguro de que ya era suyo—¿Y si es un fantasma? Nunca se sabe—Pensó en voz alta.
—¿Como se te ocurre semejante gansada?—Expresó el señor Tavella, un poco decepcionado de la conclusión de su amigo—Esto es un asunto serio.
—Bueno, perdoná que quiera ayudar ¿No?—Replicó Álvaro.
—Lamento interrumpir—Se disculpó Marrero, viendo que Topo y Roberto estaban disfrutando de ver a sus compañeros al borde de una discusión—Pero...Creo que escuché algo.
—¿De qué dirección?—Lo interrogó Topo, inspeccionando los alrededores.
—Por acá—Les indicó avanzando uno o dos metros de distancia, hacia dónde Yara se escondía.
—Hagan silencio—Pidió Roberto, dando lugar a los únicos sonidos del viento y algún pájaro que cantaba entre las ramas.
Yara se quería morir, pues por más quieto que se quede un caballo, tarde o temprano va a hacer algún sonido o movimiento, y este era el caso. Contuvo la respiración y lentamente se subió al lomo del equino, mientras, podía escuchar como se acercaban.
Es que, ella sabía que en su cintura llevaba un facón, pero ¿Qué iba a hacer con eso? Después de todo se iba a tratar de una pobre señorita contra cinco hombres, no había manera de escapar ilesa.
Agarró las riendas y usó las piernas para aferrarse al caballo. Muy de repente reanudó su huida y los otros cinco no tardaron en reaccionar.—¡Eh! ¡Vení acá!—Le gritó Marrero, con la voz agitada, por los saltos que lo hacía pegar la velocidad con la que corría el animal que montaba.
—Escuchen bien, Tavella y yo, vamos por los lados; que Topo tome la delantera—Empezó Rober, formulando un plan en el momento—Y vos—Miró al más joven—Quedate atrás, que no le de lugar a retroceder. Y me gustaría que Alvin se mantenga cerca tuyo por las dudas.
—No la vayas a cagar, chiquito—Le advirtió Tavella al otro Santiago.
—No hay forma de que eso pase, no soy tonto—Contestó el menor.
—Bueno, por algo Rober confía más en mí que en vos—Se metió Álvaro.
—¡Ya,ya! Vayan a sus posiciones, ahora—Ordenó Musso.
Yara sentía murmullos a lo lejos, pero no estaba interesada en escuchar, el corazón se le estaba por salir del pecho, sudaba frío y solo podía pensar en que quería perderlos.
Pero su estado se puso peor cuando al salir de la zona arbolada, un jinete alcanzó su lado derecho. Giró la cabeza lentamente y con los ojos grandes y desorbitados. Se encontró con una expresión seria y fría, que indicaba que para Roberto, esto no era más que un aburrido trámite, y eso la asustaba aún más.A punto de escupir su propio corazón, Yara miró a su derecha, para ver a un segundo perseguidor, Tavella, que analizaba cautelosamente y con total tranquilidad, hasta el más mínimo detalle, la estaba evaluando. Se quiso apurar, sin embargo, un tercer hombre la rebasó y se puso frente a ella para bloquearle el paso. Topo esbozó una amplia sonrisa, ya la estaban acorralando.
La gaucha se estaba triturando el cerebro, exprimiendo cualquier idea que tuviera para librarse de ellos, que cada vez le dejaban menos margen para moverse, y había notado que la Negra se ponía nerviosa.Miró a sus espaldas, Marrero parecía un poco inexperto y dudoso, y Alvin no estaba prestando nada de atención, ahí andaba "mirando los pajaritos". «Mmmh...¿Será efectivo?» La joven pensó. Ya tenía una idea.
Tomando por sorpresa al grupo, dio la vuelta y forzó a su yegua a empujar al caballo que Marrero montaba. Este mismo caballo, obviamente iba a encabritarse e hizo caer como saco de papas sobre la tierra al pobre Santi.—Paren un momento—Pidió Tavella, que veía a Marrero retorciéndose en el suelo de forma exagerada—Que si se rompió algo estamos al horno.
—No se preocupen, estoy bien—Afirmó con la cara roja de vergüenza.
—¿Seguro? Mirá que Rober es médico, te puede atender—Después se dirigió a Alvin—Ahora vos ¿Me podés explicar qué es más importante que lo que estamos haciendo ahora?
—Es que estaba pensando en algo, una duda que tengo hace un tiempo—Explicó Pintos—¿Las palomas bostezan?
—Ah, mirá vos...No había pensado en eso—Topo se llevó la mano a la barbilla.
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•Bandido• (Cuarteto De Nos) [Sin Editar]
FanfictionNos ubicamos muy cerca de los 1900's, en Tajo, una ciudad escondida en algún rincón de la Provincia Oriental. Los Marrero son una familia aristócrata que no tolera que les quiten lo que es suyo, por eso, han encargado a sus empleados que encuentren...