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Cuando los tres llegaron al río, lo primero que hicieron fue prepararse y quitarse un par de prendas de encima para su comodidad. Yara miró a Marrero y le preguntó:

—¿Ya fuiste a pescar alguna vez?

—Eh, sí—Mintió él—Soy bastante bueno pescando, sobre todo con las manos.

—¿De verdad?— Yara se mostró impresionada y por alguna razón, eso fue agradable para Marrero.

—Ajá.

—Bueno, en ese caso estaría bueno que hicieras los honores de ir vos primero—Lo animó Alvin, entrometiéndose en la conversación.

—Eh...¿Seguro?

—Dale, si sos no tan bueno...

—Bueno—«No puede ser tan difícil» pensó Marrero para sus adentros.

Respiró profundo y tratando de disimular lo nervioso que estaba, se metió al río. Varios peces pasaban, pero Santiago estaba esperando a uno en específico. Ese pez que se acercaba era grande y gordo. Lo suficiente como para impresionar a Yara, quien estaba sentada en la orilla, viéndolo atentamente.
Escuchó que Alvin lo apuraba y se puso aún más nervioso, pero no podía permitirse fallar.

Entonces, cuando el pez estuvo lo suficientemente cerca, Marrero se le lanzó casi encima. Lo quiso apretar con sus manos, pero los peces son resbalosos, se mueven mucho y fácilmente se le escapaba. Intentó y fracasó varias veces, hasta que el gran pez dio un salto y chocó contra la cara del joven, que perdió el equilibrio y cayó sentado.
Yara y Alvin se miraron mutuamente y echaron a reír. Marrero se enojó un poco, más que nada con la chica, así que la tironeó de una pierna para que también cayera al río, ahora él se burlaba de ella.

—¡Bo!—Se quejó Yara y lo salpicó con agua —¿Qué te pasa?

—Eso te pasa por reírte de la persona equivocada—Le contestó risueño.

—Pfff, andá—Ella no pudo evitar reírse también.

—Bueno ¿Ya se van a besar?—Los interrogó Alvin, tomándolos por sorpresa. Su amplia sonrisa era lo más irritante.

—¿Para qué o qué?—Le contestó Marrero apartando la mirada.

—Porque ya es hora ¿O me equivoco?—En eso tuvo una idea, y le dijo a la muchacha morena, que lo miraba con odio:—Yara, si le das un beso a Santi, hago todas tus tareas mañana.

—Mh...—Enseguida su expresión cambió—¿Y vas a dejar de joder?

—Sí, sí, sí—Le aseguró asintiendo—Lo que quieras.

—Bueno, si no cumplís te re hago mierda, estás avisado.

Yara se dirigió hacia Marrero. Este sentía que su corazón latía con fuerza y el calor le subía, pero no se atrevió a moverse del camino. Petrificado recibió el beso, que tal vez, y solo tal vez, puede existir la posibilidad de que hubiese deseado que durara un poco más. Esperó que Yara se lavara la boca o algo, pero no lo hizo. Sin embargo, ella siguió insistiendo por el resto de la tarde con que fue una experiencia desagradable.

• • •

Al volver, nadie habló del tema, por suerte, porque los dos jovencitos no tenían la intención de hablar de eso.

Pero sí había una cosa que Yara no iba a poder esquivar. Riki, la llamó, y ella predijo lo peor.

—¿Te puedo preguntar algo?—El tono de la voz del mayor, le confirmó que se trataba de lo que creía.

—Este...Sí—Tragó saliva.

—Vos fuiste la que me robó un revólver ¿No?

—¿Q-qué?

—Sí, no me mientas—Riki entornó los ojos, viendo bien fijo a Yara. Aunque no estaba realmente interesado en recuperar el arma, quería que Yara le dijera la verdad.

—Si lo hubiera hecho...¿Estaría muy mal?

—Eh, un poco. Pero peor sería que no lo admitieras.

—Claro...Sí—Suspiró Sánchez—Me la robé, perdón...—Esperó no recibir algún castigo muy duro, le asustaba por el hecho de que a Riki no parecía agradarle su existencia.

—Supongo que... te la podés quedar, estaba un poco estropeada—Le dijo para su asombro—Aunque fijate, creo que le quedó una bala adentro.

—Ajá—Yara asintió y nerviosa estaba a punto de irse, pero Riki la detuvo otra vez—¿Hm?

—Te la podés quedar, pero no creas que voy a dejar que las cosas queden así nomás—Claro, algo faltaba, su habitual hostilidad, y su cara lo decía todo. Sin embargo, algo la salvó.

—Eh, Yarita—Tavella llegó con ellos ¿Los había estado escuchando? Puede ser—¿Me das una mano con algo?

—Disculpá, está un poco ocupada—Riki le sostuvo la mirada al recién llegado en cuanto hicieron contacto visual. Estaba claramente molesto—¿No puede ser en otro momento?

—No, es urgente, vamos, Yara—Respondió firme y se llevó a la chica, que caminaba medio cabizbaja. Cuando se alejaron lo suficiente, la regañó:—¿A vos te pasa algo por la cabecita?—La regañada de pronto sonrió y Tavella no entendió por qué—¿Necesito volver a preguntarlo?

—Perdón, es que mi viejo siempre me decía eso—Entonces ella se acomodó el pelo y prometió:—En fin, no lo vuelvo a hacer, lo digo de verdad.

—Más te vale, Yarita.

• • •

Cuando era de madrugada, Yara, leía su libro sin poder conciliar el sueño. Aunque para ella no era mucho problema, no se sentía cansada.
Estaba concentrada en su lectura hasta que unos golpeteos en la ventana llamaron su atención. Se sobresaltó al ver una silueta, pero no supo como sentirse cuando se percató de que se trataba de su amigo, Cano, en el lado de afuera.

Yara estaría normalmente feliz de verlo, pero ahora estaba armado y con una cara que no daba buena espina, y nerviosa fue a abrir la ventana.

—¿Qué hacés?—Le susurró al mas alto.

—Vine a salvarte, dale, andá a buscar tu mochila y no' vamo', boluda—La apuró—Si nos descubren,voy a tener que matar, y hoy no tengo ganas.

—Pero...¿N-no recibiste la carta?—Yara entró en pánico ¿Qué iba a hacer ahora? Si alguien lo veía solo habría caos ¿Lo iba a tener que seguir para evitar un desastre mayor? Iba a poder volver después de todas formas ¿No?

—¿Qué carta? Me decís en el camino, dale—La tironeó del brazo—Si no la Negra nos trajo hasta acá para nada.

—Uy, bueno—Sudando frío y queriendo convencerse de que su decisión era la mejor posible, se fue con él, pero no dijo nada en gran parte del trayecto.

•Bandido• (Cuarteto De Nos) [Sin Editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora