•VIII•

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Marrero y Yara salieron caminando por la misma puerta que Roberto y lo empezaron a seguir como en automático, no era necesario decir nada. La paisana, mientras se hacía sombra con la mano derecha para ver mejor, miraba sus alrededores, hacía mucho que no andaba por un campo tan amplio con tal tranquilidad. (Porque, cuando se daba la oportunidad de estar en un campo así, normalmente era de alguien más)
Roberto, que a pesar de estar un poco lejos, se había dado cuenta de que lo seguían, paró de caminar, dio la vuelta y les llamó la atención:

—¿Y ustedes para qué me siguen o qué?—Los interrogó, no molesto, pero sí muy desconcertado.

—¿Donde están los establos?—Santiago le sonrió ampliamente, como si estuviera pidiendo disculpas.

—Me hubieran preguntado antes—Roberto suspiró con una media sonrisa y entonces les señaló en qué dirección se encontraban—Es por allá.

—Gracias—El chico aristócrata hizo un saludo con la cabeza para irse medio apurado, tironeando del brazo a Yara que andaba en pensativa.

Musso siguió su camino para encontrarse con su hermano menor, que ahora mismo trabajaba en un jardín de flores y plantas llamativas.

—¿Así que a esto te dedicás ahora?—Roberto rompió el silencio.

—¿Qué tiene de malo?—Riki ni siquiera volteó a verlo—Me ayuda a despejarme.

—No dije que fuese algo malo—Aclaró el mayor—Solo me resulta curioso, antes no te llamaba la atención la jardinería.

—Le encontré el gusto cuando empecé a practicarla. No estaba tan mal.

—Ah, bueno—Roberto quiso buscar otro tema de conversación—Por cierto, qué bueno que por fin quieras pasar un rato con tu hermano.

—Eh, sí, quise que vinieras a trabajar conmigo para...Que te disculpes, y podamos arreglar todo de una vez—Se puso sincero, recordó que le había prometido a Alvin que Rober y él se iban a reconciliar, pero tal vez esa no era la forma correcta de empezar.

—¿Eh?—A Roberto lo tomó por sorpresa y se sintió un poco tocado por la manera de hablar de Riki, y su orgullo le dijo "No vayas a ceder tan fácil, Riki también tiene cosas por las cuales disculparse".—Primero disculpate vos—Replicó.

—¿Disculparme? ¿Yo?

—Sí.

—¿Tengo que disculparme por algo que fue tu culpa? Tuve que abandonar mi sueño por tus decisiones egoístas—Se acercó para enfrentarlo.

—Tu "sueño" nos estaba cagando de hambre—Dijo Roberto en su defensa—Y ¿Sabés qué? Los chicos y yo no estamos interesados en pasar hambre.

—¡Vos fuiste el que me alentó a perseguir mis sueños para después destrozarlos!

—¡Vos decidiste que ya no ibas a seguir con esa mierda! Podrías haber seguido como si nada.

—¡No iba a ser lo mismo! ¡La onda era incluir a mi hermano y a mis amigos! ¿Qué caso tenía hacerlo solo?

—¡Ninguno de nosotros quería seguir! ¡Aceptalo de una vez!—Entonces algo lo impactó en la cara: el puño de Riki.

Roberto se tambaleó en confusión, pero cuando se percató de lo que pasaba, se volvió hacia su hermano, más furioso que nunca y contraatacó con la idea de darle la peor paliza de su vida. Le quiso devolver el puñetazo pero el contrario le bloqueó el golpe y le dio un empujón. Rober parecía ir con desventaja, pero bastó con que a Riki le fallara un poco la vista para que pudiera propinarle una buena hilera de golpes.

Al ver al de lentes casi perdiendo el equilibrio, pensó que ya había tenido suficiente, pero estaba equivocado, y una vez más, Riki se lanzó contra Roberto. Entre una de arrojar puños y empujar al contrario, el más alto pudo derribar al de rizos negros y se apoyó sobre él para que no se levantase. Después le dijo:

—¿Ya te calmaste?—Pero Riki no le quiso contestar, nada más apartó la vista y puso mala cara.





Mientras, en los establos, Alvin, Marrero y Yara trabajaban poco y nada. Un poco barrían y eso, pero más que todo hablaban de alguna tontería.

—¿Y qué tanto hicieron en la misma habitación? —Comentó Alvin con el único afán de molestarlos un poco o hacer que les subiera el color rojo, cosa que logró.

—Nada que sea de tu incumbencia, enano—Se quejó Yara.

—Bueno, nada más era una pregunta—Se rió.

—¿Pero vos para qué querés saber?—Le preguntó Santi, medio nervioso—Dormimos, nada más.

—No, por nada—Se estaba aburriendo y sabía que los otros dos también se estaban aburriendo, entonces pensó en algo:—Eh ¿Carrera de caballos?

El par no tardó nada en seguirle el juego. Dejaron sus tareas de lado por el resto del día para desatar a sus respectivos caballos y montarse. Acordaron dar la vuelta por el borde del terreno. El que llegara último, le iba a dar su cena al ganador (Porque las apuestas suelen dar más motivación a los jugadores(?)

La carrera comenzó y Yara se se aferró a la Negra para no caerse, pues ya de entrada había empezado a correr muy rápido, demasiado para su gusto, pero le interesaba no perder. Sin embargo, no era suficiente y Alvin tomó la delantera. Yara escuchó como él se burlaba, pero no le importaba, lo primero era no quedarse última.

Marrero estuvo a punto de pasarla, pero perdió velocidad cuando entraron a una zona llena de vegetación y el caballo que Santi montaba pareció asustarse un poco. Yara se agachó pues las ramas le rozaban la cara y sus cicatrices.
Se volvió a enderezar cuando el sol la alumbró una vez más y sintió la veloz brisa en el pelo, cerró los ojos unos momentos y volvió a la realidad. Trató de superar a Alvin varias veces. Imposible. E inevitablemente, Alvin ganó.

Agitados, los tres se sentaron en el suelo a descansar.

—Estuvo piola—Admitió Yara con una sonrisa.

—No necesitaba quedarme sin comer—Se lamentó Marrero, medio en broma y medio en serio.

—No importa, podemos compartir si vos quisieras.

—Uyy, cuidado ¿No quieren que los deje solos?—Alvin los molestó una vez más—Miren—Señaló unas nubes en el cielo azul claro—Esas nubes son ustedes besuqueándose.

—¡Cerrá el orto!—Yara pegó una carcajada y acto seguido dijo:—¡Y esa nube sos vos! Todo chiquito, todo enano.

—Sí soy.

Marrero, avergonzado, prefirió callar, y solo se recostó a ver el cielo

•Bandido• (Cuarteto De Nos) [Sin Editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora