•XIX•

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Cano no se demoró mucho para ir a buscar un poco de alcohol y volver al callejón de antes. Porque, a pesar de que hacía siglos que no tenía una conversación real con Santiago, todavía podía decirse que no lo iba a dejar como una última prioridad. Entró y sin decir nada, se sentó al lado de Tavella y le alcanzó una de las botellas que trajo. Este, en seguida empezó a beber el amargo contenido. Luego de unos momentos de silencio, el sujeto de la máscara, habló:

—¿Entonces este es tu último deseo?—No tenía idea de qué le había pasado al mayor, pero podía contener un poco su curiosidad hasta que el alcohol comenzara a hacer su trabajo.

—Este no es mi último deseo—Contestó el de lentes, manteniendo aún su voz monótona.

—¿Entonces?—Cano ladeó la cabeza, esperando que Tavella le dijera.

—Esto no va a matarme—Afirmó Tavella, seguro de lo que decía, pero para él, la idea de sobrevivir ya no era tan alentadora.

—Hm, bueno—Cano apoyó la cabeza contra la pared de concreto y miró hacia el cielo—Entonces, supongo que vamos a tener un rato largo para charlar...¿Qué pasó?

—¿Por qué esa porfiadez, Canito?—Arqueó una ceja, no entendía qué quería lograr su viejo amigo.

—¿Tengo que repetirlo de vuelta? No me hagas humillarme más—Protestó el enmascado.

—'Ta, dale...—Suspiró. Y empezó a hablar. A medida que sus palabras avanzaban, parecía meterse en sí mismo cada vez mas e ignorar todo lo que lo rodeaba —Topo pensaba matarme, seguro va a querer borrar a Roberto y Alvin también. Roberto fue a buscar a Yara con la intención de hacerle no sé qué cosas...Y yo no creo poder llegar a salvar a Riki...—Pensó en que, debería haber podido evitar que todo eso pasara, pero mantener el control sobre todo le resultaba un poco imposible.

—Bo...—Cano se enderezó bruscamente—¿Qué fue eso que dijiste de Yara?...¿Que Roberto qué?

—Roberto la fue a matar—Aclaró Santiago, y el otro pudo notar la aflicción con la que lo decía.

—¿Qué...?—Cano trató de pensar con claridad. Yara ya no importaba, y aunque lo hiciese, no tenía como saber dónde estaba ella. Pero aún podía hacer algo para limpiar su conciencia—Eh, levantate—Le ordenó a Tavella para después pararse y obligarlo a hacerlo también—Todavía te puedo ayudar con algo.

Hablando de Yara, ella escapaba velozmente con la Negra. El subir y bajar brusco de la yegua le quitaba una y otra vez el aire del pecho, pero no se podía hacer ninguna parada ni ir más lento. A pesar de que ya no se escuchaban los ladridos, no dejaba de tener en cuenta de que esos feroces perros que habían liberado, podían lastimar a quien era ahora su mejor amiga.

Cuando la persecución comenzó, ella aún estaba esperando a Marrero en su habitación. Entonces, él llegó corriendo torpemente y gritándole a todo pulmón que se fuera. Yara no perdió el tiempo y se escapó directamente por la ventana, sin importarle golpearse un poco, porque se había dado cuenta de que los empleados de la familia también estaban llegando.

Ahora, tuvo unos minutos para reflexionar. Estaba escapando, corriendo para no ser encerrada, pero... ¿Porque eso le parecía lo correcto? ¿O solo porque su amor le dijo que se fuera?

Era una muy buena pregunta, pero no estaba segura si se la podría contestar.

Como fuese, ahora tenía que buscar un refugio. Ir a casa de Cano iba a ser una mala elección, tal vez podía ocultarse en alguna tienda o bar. ¿Pero dónde iba a meter a la Negra?

En el mientras tanto, Topo había vuelto a la propiedad de los Marrero para comunicarles que ya había empezado la operación de eliminar a esos sujetos en específico –No mucho después de que Yara se había ido—

—¿Entonces?—El patrón miró a Topo, esperando que este hablara.

—No pude matar a Tavella yo mismo, pero puedo asegurarle que no llegará muy lejos—Entonces agregó:—Quiero decir, no creo haber fallado, de igual forma, apenas empiezo.—Estaba nervioso.

El padre de Marrero vio a Topo de arriba a abajo, evaluandolo.

—Ajá...Bueno. Me gustaría que terminaras cuanto antes. No es tan complejo lo que te pedí—Lo reprochó.

—Usted no se preocupe—Titubeó, pero finalmente se atrevió a preguntar—¿Puedo saber algo de mi familia?

—Todavía no. Para eso, terminá con esto.

Topo suspiró y asintió para hacer un saludo, dar la vuelta y salir una vez más. Ocultando la desesperación que lo consumía desde adentro, se encaminó a buscar a Alvin o Roberto. A quien encontrase primero.

• • •


En el mismo lugar de siempre, Alvin aún esperaba por alguien, mientras observaba a Riki, que reposaba pacíficamente en sus brazos. De pronto, se escuchó cómo alguien se acercaba a caballo. A Pintos se le iluminó la mirada, pues pensó que se trataría de Topo y Tavella. Pero se trataba de Roberto (Aunque eso no era necesariamente malo) El mayor de los Musso se bajó de su transporte y se acercó con apuro. No dijo nada hasta que Riki giró ligeramente la cabeza en su dirección para verlo.

—Riki...—Musitó Roberto, arrodillándose en frente del par. Sonreía un poco, pero realmente no sabía cómo debía sentirse.

—Hm...Eh,Rober...—Susurró el hermano menor en respuesta, para después apartar la mirada.

—Riki, yo, este, ehm—El contrario trató de elaborar una oración que pudiera expresarlo todo de una vez, pero no se le ocurría nada—Estoy feliz de que aún estés vivo.

El sonido de las hojas de los árboles moviéndose y acariciándose entre sí a causa del viento y el canto de los pájaros tomaron el rol protagónico por momentos. Alvin observaba la escena, inseguro de si hablar o no, pues ambos hermanos se habían quedado callados. A lo mejor estaban tan inseguros como él. Finalmente, en un acto de valor, tomó la palabra:

—¿Hay algo que se tengan que decir?—Preguntó suavemente, no quería que pareciera que los estaba obligando —Tal vez se deban unas disculpas.

—Uh—Roberto iba a protestar, pero una parte de sí mismo le dijo que se tragara su orgullo. Y eso hizo. Suspiró y emitió una frase corta, pero que significaba mucho:—Riki. Perdón, por todo—Hizo una breve pausa—Soy el peor hermano del mundo—Miró al suelo, pero de inmediato levantó la vista al escuchar un débil llanto por parte de el de lentes.

—N-no...—Hizo un esfuerzo porque su voz fuera más audible—Se supone...—Con dificultad, tomó una bocanada de aire—Que yo me tenía que disculpar...No vos...

—Pero Riki—Replicó Roberto para ser interrumpido.

—Dale...Sino...N-no me voy a quedar tranquilo...—Le suplicó con las mejillas empapadas.

El mayor se inclinó hacia atrás, como si no le gustara la idea y quisiera irse a pensar a solas, sin embargo, accedió.

—Bueno. Te perdono, ¿Vos me perdonás a mí?

—Sí...—Riki volvió con cansancio a su tono de voz más bajo—Gracias, Rober...

•Bandido• (Cuarteto De Nos) [Sin Editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora