•XIII•

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Los empleados y Marrero ya habían comenzado su viaje una vez más, desde hace rato, pues era un nuevo día. El Santiago más joven habló con un tono que denotaba preocupación:

—¿Y qué van a hacer con Yara cuando la lleven para allá?

—Eso ya no va a depender de nosotros—Expresó Tavella con amargura, entendía que el joven se sintiera mal, pero tenía que ser sincero—El mejor de los destinos sería, o que la vendieran o que la pusieran a trabajar...Pero lo cierto es que a muchos gauchos y bandidos los han matado.

—Yo...No creo que eso pase...—Replicó Marrero—Yo me voy a asegurar de que eso no pase...¡La voy a hacer mi esposa! Así todos ganan—Tal vez estaba siendo demasiado optimista, y no era buena idea decir esas cosas en frente de todos.

—¿Y vos por qué querrías que Yara fuera tu mujer?—Topo lo vio de reojo y arqueó una ceja. Estaba claro que nadie de los que estaban al mando en la familia Marrero iba a dejar que el chico se casara con una paisana.

—Eh...Bueno...Para beneficiarla supongo...

—Eu...Miren—Los llamó Roberto. Al frente había dos caminos, uno que seguía normal, y el otro que iba en bajada. Las huellas de el caballo de Yara, iban por el primero, y eran recientes—Vamos por el otro lado y la agarramos a la vuelta.

—Formidable plan, Rober—Lo quiso felicitar Riki, ganándose una alegre mirada por parte de Alvin.

—Vamos—Dijo su hermano, ignorando sus palabras, ya que le había parecido extraño, y quería evitar la incomodidad.

• • •

Yara divisó una pendiente pronunciada pero no muy profunda, en el fondo, se veía una corriente de agua que separaba la tierra de una zona de monte, llena de árboles. Ató a la Negra a un árbol seco y después, bajo cuidadosamente por la pendiente. Sacó de su mochila una botella vacía a la cuál llenó enseguida. Acto seguido, le dio un trago con ganas, se moría de sed.

Ya iba a subir otra vez para continuar su camino, cuando creyó escuchar a alguien hablar. Siendo tan sigilosa como fuese posible, empezó a caminar en dirección de dónde había oído esa voz. Con algo de suerte, era alguien que pudiese ayudarla, pero primero quería ver de qué se trataba.

Mientras tanto, Riki se había alejado un poco de sus compañeros con la única intención de despejarse. Caminó en línea recta entre los árboles como si fuera su patio o algo por el estilo, hasta que se detuvo abruptamente. Su mirada se cruzó con la de Yara. Ambos parecieron petrificados por unos momentos. El aire se volvió pesado y tenso ¿Quién iba a tomar la primera acción?

Yara aplastó bien los pies contra el suelo para tomar impulso y salir corriendo, levantando hojas a su paso.

—¡Yara está acá!—Anunció Riki lo suficientemente alto como para que el resto lo escuchara.

Después, corrió tras ella con todas sus fuerzas. Esto era perfecto, ahora iba a atrapar a Yara para los chicos. Él lo veía como una especie de favor, y eso causaría dos cosas: primero, Roberto iba a acercarse a él gracias a ese supuesto favor que le iba a hacer, después de todo, quería ayudar ¿Y quién no adora a la gente que ayuda? Y segundo, Topo iba a ver lo bueno que era, iba a ver que estaban a la misma altura, o que incluso Riki era mejor que él. (?)

Ya estaban cerca del pequeño río que se extendía en medio de la tierra y el pasto, cuando Yara fue derribada por Riki. Él la estaba inmovilizando pero la morena no se rendía fácil y empezó a lanzarle codazos hasta que el de lentes la soltó. Yara quiso pararse pero una vez más fue derribada, golpeándose contra la dura tierra. Esta vez se dio la vuelta sobre el suelo para esperar a Riki. Este se le lanzó encima pero solo para recibir una patada de la chica, quien después tuvo tiempo suficiente para ponerse en pie.

—¡No te vas a escapar esta vez!—Gruñó Musso para tirar un puñetazo que Sánchez apenas sí pudo bloquear.

—¡¿Vos qué sabés?!—Gritó desesperada. Esa desesperación le jugó en contra y no pudo evitar los dos puños que la atacaron.

Quiso correr. Riki no la dejó y le rodeó el cuello con un brazo. El pánico de Yara fue peor, pero ella recordó algo, un movimiento que había aprendido de su amigo enmascarado, ese movimiento rara vez fallaba, entonces, eso la calmó un poco, iba a poder salir de esta. Con ambas manos, tironeó a Riki hacia adelante para hacerlo caer sobre la espalda y así se liberó de él. Justo a tiempo, porque Yara sabía que los otros ya estaban por llegar con ellos. Miró por última vez hacia atrás y empezó a correr en dirección a la pendiente para empezar a subir, esperando que Riki no la alcanzara de vuelta, pues este ya se había reincorporado.

—¡Vení acá!—La llamó para ir tras ella, no se podía permitir el fracaso.

Con mucha incomodidad debido a la pistola en su mochila que estaba contra su espalda, Yara se apuró más, pero un mal movimiento hizo saltar el arma y un estruendo la aturdió. Eso fue seguido de un silencio horrible.

Como sintió el impacto, Yara se dijo «Es todo, estoy muerta...Debí haber revisado si estaba cargada, soy tan idiota...». Adolorida por ese impacto y al borde de las lágrimas, subió a la cima donde la Negra estaba y se apoyó en el suelo, tratando de recuperar el aliento.

Se tocó la espalda con una mano esperando sentir sangre, pero no fue así.

Tuvo la suerte de solo ser golpeada por la culata. Su mochila tenía un agujero, significaba que la bala salió en cualquier otra dirección.

Ahí fue cuando su corazón dio un vuelco. Escuchó a Alvin gritar:

—¡¡Riki!!—Seguido de un:—¡Roberto! ¡Hacé algo!

Yara se levantó torpemente y apenas se animó a mirar hacia abajo. Su visión chocó con la de Roberto, quién parecía tan lleno de horror como ella.

Retrocedió unos pasos para dar la vuelta e ir por la Negra. Se montó y escapó sin pensarlo.

•Bandido• (Cuarteto De Nos) [Sin Editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora