La noche volvió a caer una vez más, pero esta vez, Yara pudo relajarse más, ahora pudo apreciar el aire fresco y el cantar de los grillos. Incluso los empleados y el hijo de los Marrero parecían más calmos, también iniciar pequeñas charlas ya no era un problema.
—Y ¿Cómo es trabajar para el viejo de Marrero?—Preguntó ella, sin perder la concentración en el sonido de la guitarra que Topo estaba tocando.
—Hmm, antes teníamos mucha más libertad, y nos podíamos tomar nuestro tiempo, ahora es un poco diferente—Le contó Roberto—Ese tipo es bastante exigente, pero la verdad que así es mejor, ahora nos pagan.
—Ah, pero, o sea ¿Cómo se les ocurrió cazar delincuentes? ¿Y de a gratis encima?
—Éramos nenes en ese entonces—Tavella rió—Bah, parece que Alvin todavía es uno.
—Bo, cuidadito con cómo hablás de mí—Alvin protestó en un tono medio risueño.
—¿Dije una mentira, señorito?
—Uhh ¿Viste lo que te dijo?—Topo avivó el fuego.
Yara los vio discutir de broma por unos segundos, pero entonces su mirada se cruzó con el Santiago menor. Ella no pudo evitar reírse, a lo mejor solo era por la conversación de los otros dos. El punto es su risita se convirtió en varonil carcajada cuando Marrero pareció ponerse un poco nervioso y se ahogó con su propia saliva.
Ese claro se llenó de risas esa noche. Roberto no podía negarlo, el día era feliz para él, demasiado, más de lo habitual, se acordó de los viejos tiempos, suspiró con nostalgia.
—Eh ¿Qué es eso?—Preguntó Marrero, señalando algún lugar en la lejanía—Yara ¿Vamos a ver?
—¿Qué?—Yara sonrió burlona—¿Te da cagaso la oscuridad?
—No, boluda, dale—Rodó los ojos.
—Bueno, va.
Ella se sorprendió de que nadie los detuviera, tan solo mostraban curiosidad ante aquellos inesperados comportamientos.
Caminó tras su reciente amigo hasta que se alejaron bastante del grupo. Se detuvieron y se dio cuenta de que en realidad Marero no había visto nada, entonces le dijo:—¿Para qué venimos acá?
—Sentate—Le pidió y los dos hicieron eso—Ahora mirá arriba.
—Eh...—Ella vio las estrellas y después miró al contrario—Sí , son estrellas.
—¿Pero no son hermosas?
—Hm...—Volvió la vista hacia el manto oscuro que se tendía en el cielo—Tenés razón. Me había olvidado...Perdón, hay muchas cosas que olvidé—Se dijo, medio para sí misma, pero no con pena, porque en los últimos días, había redescubierto varias sensaciones.
—¿Y si...Te ayudara con eso?—Santi la miró de reojo.
—Vamo' a ver—La paisana agarró un puñado de barro del suelo y se lo tiró al chico.
—¡Bo!—Al principio aparentaba irritado y asqueado por ese repentino ataque, pero entonces esbozó una sonrisa—¡Te voy a enseñar, pedazo de roñosa!
—¡Te quiero ver tratar!—Yara mostró la lengua, desafiante.
¿Cómo iban a explicar por qué habían vuelto embarrados? Un "Nos caímos en una zanja" no era muy creíble.
• • •
Amaneció y esta vez la mañana y el viaje se hicieron más cortos. Llegaron cerca del mediodía a un campo enorme, había vacas, ovejas y cualquier clase de animal que normalmente se encuentra en un campo. Sin duda, ese tal Riki era alguien con dinero.
Yara vio lo enorme que era la casa y se preguntó cómo sería por dentro, sonriente miró a Marrero y este le devolvió la sonrisa, era obvio que ambos sentían mucha curiosidad, hasta emoción. Tal vez era que también tenían bastante hambre, y por eso querían entrar, para zamparse todo lo que estuviera a su alcance.
—Bueno—Anunció Roberto—Ustedes esperen acá...Primero voy a hablar con Riki...—Se armó de valor y se dirigió a la puerta de la construcción. Levantó el puño a la altura de la puerta y dio unos golpecitos a la madera. Poco después vio a su querido hermanito frente a él, pero este no estaba muy feliz de ver al mayor—Eh...Riki, cuánto tiempo.
—¿Qué querés?—Arqueó una ceja. Por su postura y su tono de voz que quería tartamudear, era fácil adivinar de que Riki estaba completamente tenso.
—Primero, saber cómo estás—Empezó—Hace mucho que no nos vemos ¿No estás feliz de verme?—Lo interrogó Roberto, para ser honesto, esperaba una respuesta más agradable de la que recibió.
—No, estaba bien sin vos, no necesitaba que vuelvas arrastrándote porque necesitás que te haga algún favor—Gruñó—Ahora decime qué miércole' querés.
—Bueno...—Soltó un suspiro medio desanimado—¿Por dónde empiezo? Los chicos y yo eh...¿Nos podrías dar techo por un par de días? En mi defensa, fue idea de Alvin, por lo menos hacelo por él.
—¿Alvin?
—Sí.
—Pueden quedarse...Pero van a trabajar en mi campo.
—Bueno...Dale. Solo hay un detalle que tenés que saber.
—Qué.
—Traemos a una gaucha con nosotros...Se metió en quilombos y ahora la vamos a sacar de ahí—Le explicó—Yo no porque me importe, el mismo hijo de los Marrero se encaprichó con ayudarla, jej.
—¿Vos te pensás que quiero a una bandolera en mi terrero? Te volviste loco, Roberto—Cruzó los brazos.
—Dale, Riki, recién dijiste que sí.
—¡Bah! Sí, sí, como quieras, pero ante la mínima cagada que se mande, la reviento...A ella, a vos, al hijo de los Marrero y a Alvarito de paso.
Las horas pasaban, los chicos y Riki pasaron ese tiempo intercambiando algunas novedades, hablaron de gran variedad de asuntos, aunque, bueno, preferían evitar el tema del trabajo. Aunque ni Roberto ni Marrero dijeron mucho. Marrero porque básicamente no conocía a Riki, y Roberto prefería callar por obvias razones.
Yara se quedó en la "habitación del fondo" ,se había alejado para descansar un poco y para no tener que verle la cara al dueño de la estancia. Él la había visto con desprecio desde el primer momento y ella sabía que merodear cerca iba a ser para puros problemas.
La paisana perdió la noción del tiempo y cuando se levantó estaba a oscuras. Lo único que la había podido despertar era el llamado de un conocido a su puerta.
—¿Estás ahí?—Habló el Santiago más joven.
—Eh, sí, ya voy—Yara fue hasta la puerta y se sorprendió al ver que traía comida con él.
—Pensé que por ahí tenías hambre e ibas a querer cenar.
—Sí, sí, me moría de hambre—Admitió ella—Gracias.
—¿Te molesta si te acompaño?
—Sí.
—Ah.
—Es joda, bobo.
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•Bandido• (Cuarteto De Nos) [Sin Editar]
FanfictionNos ubicamos muy cerca de los 1900's, en Tajo, una ciudad escondida en algún rincón de la Provincia Oriental. Los Marrero son una familia aristócrata que no tolera que les quiten lo que es suyo, por eso, han encargado a sus empleados que encuentren...