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Jared

Uno...dos...tres...respira y mantén la paciencia con tus amigos.

Es lo que repito una y otra vez, todo mientras camino de un lado a otro frente a Chris y Derek. Quienes solo me miran como si me hubiera vuelto loco.

-Déjame ver si entendí -se levanta y coloca sus manos en mis hombros, deteniendo mi caminata-. Tú, Jared Ariel Pierce, llamaste por curiosidad a una línea erótica y conociste a una chica que aseguras es Alaska Rogers, la hermana de América.

-Eso mismo te digo, Derek.

-No puedo creer que llamaras a una línea erótica.

La burla de Christian me hace rodar los ojos con exasperación. Los llamé para que me ayuden, no que se burlen.

-El punto es que crees que te gusta ella.

-No lo sé Derek, creo que sí pero no la conozco de nada y lo poco que sé de ella no podría decir que es real -bufo-. Y por la reacción que tuvo está tarde, ella no quiere saber de mí.

-Dices que ella te daba un trato diferente que a los otros clientes, entonces de seguro lo que te contó si es real -Chris se pone al lado de Derek y me mira fijamente.

-De todos modos solo hablábamos a través de un celular, suena absurdo que ella me guste.

-Lo que es absurdo es que pienses así, recuerda como se conocieron Derek y Samantha.

El recién mencionado asiente, estando de acuerdo con las palabras de nuestro amigo.

Y sí, recuerdo muy bien el como se conocieron porque yo estuve en primera fila en esa historia de amor, pero mi situación es diferente porque no estoy acostumbrado a vivir aventuras. Siempre he sido muy centrado en el trabajo y no me dejo llevar tan a la ligera.

Retengo el aire inflando mis mejillas y lo dejo salir hasta que me acuesto en el sofá. Observo al pelinegro y al rubio, quienes me miran esperando que diga que haremos a continuación.

-No cederé, ella muchas veces me dijo que no podíamos conocernos porque podrían despedirla y hoy lo tuve más claro.

En mi cabeza tenía una idea de cómo proceder con la información que tengo, pero todo se fue a la borda con nuestro encuentro y eso me decepciona. Alaska, alias Amaré en una de nuestras tantas llamadas aceptó que le gustaba un poco y eso me animó; sin embargo, está tarde entendí que todo solo fueron llamadas y conversaciones del momento, no pasarían a nada más.

Y debo dejar de comportarme como un adolescente, tengo treinta años no dieciséis y no debo andar arrastrándome por algo que sabía que no tenía futuro.

-No me meteré, en algún momento sacarás la cabeza de tu trasero e irás por ella.

Niego y suelto una risa seca.

Volveré a mi vida ordinaria y aburrida, concentrado en el trabajo y mi familia.

La entrada a la noche no se hace esperar y junto con ella la hora de recoger a mi hermana se acerca, por lo que pronto parto hacia el aeropuerto, a la espera del descenso del vuelo en que viene Ayelén.

Cuando observo a lo lejos a la castaña arrastrar una maleta, me acerco para envolverla en mis brazos.

-Yo también te extrañé hermano mayor.

-No seas molesta y déjame abrazarte.

Ayelén suelta una pequeña risa y se deja abrazar. Nos quedamos así al menos unos minutos más, hasta que decidimos salir e ir hacia mi auto.

-Extrañé Londres, pero por sobre todo a mamá y a ti -sube al asiento del copiloto y espera a que deje su maleta en el baúl, suba a mi lugar para volver hablar-, también extrañé a Lexi.

Me tenso al escuchar el nombre de nuestra media hermana. Alguien igual o más testaruda que Ayelén y lo que más me afecta es que no deja que la ayudemos, incluso cuando mamá le ha asegurado que no le guarda resentimientos.

-Tengo tiempo de no hablar con ella.

-No quiero que se amargue el momento, porque ya sabemos que Lexi Dumont no quiere ayuda.

Suspiro porque sé que mi hermanita tiene razón, Alexia quiere vivir la vida a su manera porque es la concepción que tiene de ella.

-Mamá prometió preparar una deliciosa cena y tal vez los chicos vayan -me detengo en un semáforo y la miro de reojo.

-¿Cómo siguen ellos?

-Mejor, están viendo a un terapeuta y les ha ayudado bastante.

El camino se me hace corto por nuestras conversaciones dónde nos ponemos al día de lo que ha sucedido en nuestras vidas. Cuando llegamos al apartamento de mamá se hacen justo las siete en punto y a puesto lo que sea que ella ya tiene la cena servida, mamá siempre sirve la cena a esa hora, ni un minuto más ni uno menos.

Ayudo a mi hermana con su maletas y subimos el elevador en silencio. Ayelén se recuesta en mí y apoya su cabeza en mi pecho, por lo menos hasta que debemos salir de la caja metálica.

Bueno, la familia unida otra vez y lo afirmo cuando al entrar al apartamento me encuentro con Lexi, quien está acompañada por un nuevo novio.

Esa es su vida, ella quiere vivirla así y yo no puedo hacer nada.

Es lo que me recuerdo un par de veces antes de saludarla con un fuerte abrazo, luego de que saluden y le den la bienvenida a Ayelén.

-Estaré aquí para lo que necesites -Susurro en su oído. No puedo evitar hacerlo cada que nos vemos.

No dice nada, solo me regala una sonrisa y se aproxima al hombre que podría tener algunos años más que yo.

-Jared, Mary y Ayelén, él es Balthazar Yong y es mi pareja -Entrelaza su brazo con el hombre de rasgos asiáticos.

-Mucho gusto.

Acepto cortésmente su saludo y una vez que las presentaciones están hechas, vamos directo a la mesa.

-¿Cómo estuvo París? Espero que Graciela te haya tratado bien -Alexia lleva la copa a su boca.

-Sí, me trató muy bien y me ayudó a adaptarme -sonríe-. Y París estuvo genial, es hermoso.

-Me alegro que te gustara -mamá acaricia su mano por sobre la mesa.

-Cuéntanos Balthazar, ¿En qué trabajas?

Guío la conversación hacia el desconocido en la mesa. Sí, sé que debería centrar mi atención en Ayelén, pero no pedo evitar que la vena protectora de hermano mayor salte.

-Jared.

El tono de advertencia que utiliza mi madre, junto con la mirada matadora de Lexi, debería detenerme pero no lo hago.

Aunque ella no quiera mi ayuda, siempre trato de saber si está bien y se rodea de buenas personas. No quiero que sufra como lo hizo en el pasado.

Mis hermanas son todo para mí e incluso cuando casi nunca, por no decir jamás, menciono a Alexia.

***

¡Hola!

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Susurros Al Oído [+18] En PausaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora