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Jared

Se llama Mark Bennett, tiene 53 años, es padre de dos chicas, es dueño de una pequeña cafetería y es un amor de persona.

Esas fueron las primeras palabras de mi madre, para empezar a hablar sobre su prometido. Todavía no me creo que se vaya a casar.

Pero debo confiar en que mi madre ya es toda una adulta y sé ve feliz, que es lo único que me importa, aunque de igual forma quiero conocer a ese hombre. Quiero saber si realmente es una buena persona y trata a mi madre como a una reina.

Mientras Mary hablaba, sus ojos brillaban de la emoción y eso me hizo feliz, hace mucho que no la veía emocionada por algo o por alguien.

Me siento feliz.

Dejo caer el maletín deportivo al suelo y me dirijo a mi habitación, tarareando una canción por lo bajo, mientras me deshago de mi camisa. Estoy sudado hasta más no poder y agotado hasta decir basta, fue una mañana productiva en el gimnasio.

Tomo una toalla limpia del armario y me encamino al baño. Al estar bajo el agua fría mis músculos se relajan y me permito desconectar mi mente de todo a mi alrededor; sin embargo, mi tranquilidad no dura mucho porque al salir de mi habitación ya bañado y con ropa limpia, mi celular está sonando con una video llamada de mi hermana.

Rechazo la llamada y continuo con la misión, preparar un delicioso y nutritivo desayuno, pero todo se ve de nuevo interrumpido por el molesto sonido de mi celular.

-Mierda -gruño, tomando el aparato y aceptando la video llamada de Ayelén.

Sus ojos mieles no tardan en aparecer frente a mí, acompañados de una sonrisa tímida. Su cabello castaño está en una coleta alta y por lo que veo no lleva ni una gota de maquillaje. Sin duda mi hermana es la viva imagen del donador de esperma, cosa que le molesta.

-¿Mamá ya te lo dijo?.

-¿Qué te hace pensar eso? ¿Es el hecho de que he estado ignorándote o mi gesto de disgusto en este momento?.

-Sí, ya te lo dijo -confirma-. Y antes de que inicies tu discurso, déjame decirte que ya lo pensé bien y quiero hacerlo, por lo...

La interrumpo.

-No voy a decirte nada -me encojo de hombros-. Dejaré que hagas lo que desees, después de todo ya no eres una niña -le doy un mordisco a mi sándwich.

Ella me mira con desconfianza.

-No me mires así, digo la verdad y mamá está de acuerdo.

-¿Qué haces? -cambia de tema. Lo que agradezco.

-Desayuno, hace un rato llegué del gimnasio y tengo hambre -reposo el celular sobre el salero para yo no tener que sostenerlo y me siento sobre en uno de los taburetes-. ¿Tú, qué estás haciendo?

-Asegurándome que haya empacado todo, el vuelo es esta noche, así que quiero tener todo listo.

-Yo iré a esperarte al aeropuerto -suelto un bostezo, lo que la hace reír-. Tengo sueño, me levanté temprano para ir hacer ejercicio y anoche casi no dormí -explico.

-¿Mucho trabajo?

-Demasiado y de hecho ahorita tengo que revisar unos documentos.

-Tú nunca dejas de trabajar, ni si quiera hoy que es sábado.

No lo pregunta, lo afirma y yo no digo nada para desmentirlo.

-Entonces te dejaré para que descanses un poco y sigas con tu obsesión.

-No es una obsesión, Ayelén.

-Lo es cuando no descansas o te tomas vacaciones.

-Entenderás lo que es la responsabilidad y el esfuerzo cuando dejes de comportarte como una adolescente.

Cambio de manera veloz el tema, porque no quiero terminar en una discusión.

La conversación con mi hermana varía de tema a cada rato y las risas no faltan. No me había dado cuenta lo mucho que me hace falta mi hermana menor.

Durante la tarde comparto algunos mensajes con Derek y Chris. También salgo a hacer algunas compras al supermercado, necesito algunas cosas y no puedo esperar hasta que la señora Mildreth regrese de sus vacaciones.

Agarro uno de los carritos de compras y me adentro al enorme establecimiento, saludo a algunas personas y esquivo a otras para llegar al pasillo de las verduras. No tardo mucho en tomar todo lo que necesito y de último me dirijo al pasillo de las cosas de higiene personal.

Silbo mientras echo todo lo necesario al carrito. Creo estar solo hará que escucho una chica pelear consigo misma por uso de las toallas femeninas es mejor.

Rio por lo bajo sin despegar la mirada de los dos productos que tengo en mano.

-Las que tienen manzanilla son cómodas y huelen bien, pero las normales son más económicos. A ver Alaska concéntrate.

Ese nombre me llama la atención y provoca que las dos latas de desodorante caigan al suelo, llamando la atención de la chica. Mis ojos no se despegan de la hermana de América y su mirada detona vergüenza, lo confirmo cuando habla.

-¡Oh por Dios! Que vergüenza.

Joder, su voz es la misma del celular ¿o soy yo queriendo darle un rostro a esa mujer que no sale de mi mente?.

-Amaré -susurro.

Y pronto me arrepiento de abrir mi boca, cuando observo su rostro contraerse y sus ojos mostrar terror. Alaska no dice nada, solo deja las cosas donde estaban y sale casi corriendo, para cuando reacciono y voy tras ella es tarde, ya se ha ido.

Respiro profundamente y me ordeno mantener la cordura. Continuo con mis deberes y regreso a casa pensando lo que acaba de pasar.

Me encontré con Alaska, la llamé Amaré y huyó. Tres cosas que sucedieron en menos de diez minutos. Ni siquiera pensé lo que dije hasta que el nombre o mejor dicho el alter ego de Alaska salió de entre mis labios.

No fue de la forma en que imaginé que las cosas sucederían, pero lo que no esperé fue que huyera del encuentro y me dejara como un imbécil. Aunque tal vez lo soy, ya que ella me advirtió que no pensaba en conocerme en persona y que eso podría afectar su trabajo.

Muchas cosas en pocos minutos.

***

¡Hola!

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Susurros Al Oído [+18] En PausaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora