Prólogo 1/2

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POV 🐰

El sol apenas comenzaba a colarse entre las hendijas de la ventana, haciéndome saber que llevaba casi una hora despierto. Pero ¿qué otra cosa podría hacer? Despertar a su lado y encontrarlo con su pacífico rostro dormido y su brazo envolviendo mi cintura me daba una felicidad inexplicable, y solo podía observarlo y disfrutar de estos momentos.

Pero nada era eterno. Me levanté de su cama con cuidado y comencé a buscar la ropa que la noche anterior desechamos por toda la habitación. Me vestí con prisa y me dirigí hacia mi edificio.

Apenas había colocado la llave en la puerta de mi habitación, cuando mi vecino salió de la suya.

—¡Oh, Doyoung, buenos días!

—Buenos días, Jungwoo —por un momento había creído que estaba atento a mi llegada, pero la mochila en su espalda me mostraba que no era así.

—Anoche golpeé tu puerta pero no contestabas, ¿llegaste muy tarde?

—En realidad, acabo de llegar —una estúpida sonrisa se escapó de mis labios aunque quise ocultarla.

—Oh... Me alegro por ti.

—¿Qué necesitabas?

—Ah, una tontería, olvídalo.

Y con una sonrisa, se alejó de mí, hacia las escaleras. Entré a mi cuarto, sintiéndolo tan frío y vacío como siempre. Me apresuré a tomar una ducha y desayunar antes de retomar mis trabajos de universidad.

Unos delicados golpes en mi puerta me desconcentraron y me levanté para abrir a mi visitante. No esperaba encontrármelo a él, en absoluto, bajo ninguna circunstancia, ni en mis mejores sueños.

—Veo que no almorzaste.

Me hice a un lado y Jaehyun entró en mi habitación con una bolsa en sus manos. Observé la hora y me sorprendí de lo rápido que había pasado el tiempo. Despejé la mesa de mis cuadernos y acomodamos la comida. No era muy habitual que él viniera a mi habitación, por esa razón, mi corazón saltaba como loco.

—Esta mañana desperté y no estabas a mi lado. Nunca amaneces conmigo, pero creí que hoy sería diferente por ser fin de semana.

—Lo siento, tengo bastantes trabajos que terminar.

—Lo sé. Johnny me dijo que perderías la noción del tiempo y te olvidarías de almorzar, por eso estoy aquí.

Sonreí, pero mi corazón pesaba y las preguntas se amontonaban en mi mente. Si Johnny no decía nada, ¿estaría aquí ahora? ¿Se hubiera preocupado por mí? ¿Estaba consciente de mi ocupado horario, al menos?

Decidí ignorar esas tontas preguntas y disfrutar de su compañía. No podía exigirle demasiado, ya era suficiente que me aceptara en primer lugar. Entre conversaciones tontas disfrutamos de la comida, pero la habitación se sentía más grande y helada de lo habitual.

...

Después de estar conforme con mi reflejo, me perfumé y salí de mi habitación. Pero al otro lado de la puerta, alguien estaba por llamar y fue inevitable chocarnos.

—¡Oh, lo siento! ¿Jungwoo?

—Hola... Sé que es tarde, pero traje la cena. Aun no comiste, ¿verdad?

—No, lo olvidé... Pero-

—Vas a salir, lo veo. Deberías apresurarte y suerte en tu cita. Por cierto, te ves bien.

Un leve color se instaló en sus mejillas sonrientes. Le agradecí y me apresuré al encuentro con Jaehyun.

Jungwoo era un gran chico. Lo había conocido hacía medio año, cuando era más maletas que persona. Lo ayudé a instalarse en su habitación, vecina a la mía, y, aunque era un niño que empezaba su primer año, se había apegado mucho a mí. Compartíamos algunas comidas en su habitación o en el comedor, por alguna razón, las pocas veces que lo invité a mi cuarto, se negaba con amabilidad. Si lo pensaba bien, jamás había entrado. No era ni bueno ni malo, simplemente era... extraño.

Cuando llegué al lugar del encuentro, mi sonrisa se borró al ver serio a Jaehyun y con ropa deportiva. Creí que tendríamos una cita o saldríamos a algún lugar, pero me equivocaba.

Y pronto entendí lo terriblemente equivocado que estaba. Lo escuché con atención, intentando contener mis lágrimas y tragando el nudo en mi garganta. Después de su extenso discurso, volvía a disculparse una y otra vez.

—Lo siento.

—No, está bien, yo me disculpo por haberte obligado a algo así.

—No fue así, no estuve obligado a nada...

Una risa socarrona se escapó de mi garganta y tragué todas las palabras que querían salir. Me despedí con prisa y regresé a mi habitación intentando no correr. Quería arrojarme en mi cama, llorar y llamar a Kun para desahogarme. Quería gritar, insultar, golpear algo, tenía tanto enojo y frustración contenida que me estaba volviendo loco.

Mis manos temblaban y mi vista estaba borrosa por las lágrimas, por eso me había costado tanto poner la llave en mi puerta. Cerré de un portazo y me arrojé a la cama, gritando contra la almohada. Mis oídos zumbaban pero los golpes en la puerta eran reales. No quería abrir, no quería levantarme, no quería hablar. Pero los golpes insistían y me levanté a regañadientes.

Jungwoo me observó con preocupación y sin esperar un segundo más, me envolvió en sus brazos. Antes de darme cuenta, estábamos sentados en mi cama, él tarareando una canción con su suave voz, meciéndome y acariciándome, acurrucado contra su pecho, sin manera de detener mis lágrimas.

Mi pecho y ojos dolían, pero me sentía tan cálido en sus brazos, tan cómodo y reconfortado que podría vivir entre ellos. No estaba seguro de cuántas horas pasé entre sus brazos, llorando porque yo no había sido suficiente para él.

Sabía que él no sentía nada por mí y aún así me dio la oportunidad. Durante dos meses le entregué todo mi amor, le demostré lo que me hacía sentir. Le entregué mi corazón y mi alma, mi voz, mis lágrimas y mi cuerpo. Tenía tanto amor que creí que era suficiente para los dos, pero no fue así. Nada de eso logró que el corazón de Jaehyun me viera como algo más que un amigo, y no podía culparlo. Era tan doloroso que sentía que iba a morir.

Pero los brazos de Jungwoo fueron el consuelo que necesitaba para, al menos, descansar en paz esa noche.

Mi Salvación (#4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora