2 - Detesto sus locas ideas

74 10 3
                                    

Tenía las llaves de casa en el bolsillo, pero por simple cortesía, golpeé la puerta. La sonrisa de mi madre fue lo primero que recibí, y me apresuré a abrazarla. Siempre había sido el hijo perfecto para ellos y era doloroso desilusionarlos, pero no quería engañarlos. Y su abrazo me dio la fuerza suficiente para lo que vendría después.

—Te estábamos esperando, creí que vendrías con tu novio —se encaminó hacia el comedor y seguí sus pasos. Iba a contestarle, cuando sus siguientes palabras me obligaron a frenar en seco—. No esperaba que lo hicieras venir solo, no te crié de esa forma —se giró y me observó un momento—. ¡Vamos, no te quedes ahí de pie!

Me arrastró hasta el comedor y mi alma cayó a mis pies cuando observé a mi padre sonriendo y conversando con Jungwoo. Ambos nos observaron, la sonrisa de mi padre se amplió y Jungwoo clavó sus ojos en mí, diciéndome mil palabras en silencio.

—Ya conversamos con él, ¿por qué no le enseñas tu habitación mientras terminamos de preparar el almuerzo?

—Me parece una excelente idea tener un momento de privacidad —murmuré, intentando contener mi molestia—, acompáñame... Cariño —mordí con fuerza al pronunciar esas palabras.

Jungwoo me siguió con una sonrisa y en cuanto cerré la puerta, toda mi molestia salió a flote.

—¿Qué haces aquí? —susurré a gritos.

—Si te refieres a cómo llegué aquí, le pedí a Johnny la dirección de tu casa —murmuró, su sonrisa había desaparecido, pero la seriedad en su rostro era inquebrantable.

—¿A Johnny? ¿Desde cuándo son amigos?

—Hay muchas cosas que no sabes de mí. Para empezar, es mi culpa que creyeran que tenías novio, una noche, mientras dormíamos, tu teléfono comenzó a sonar, creí que era el mío y contesté, lo siento.

—Oh, dios —suspiré, refregando mis ojos—. ¿Y qué ocurrió?

—La llamada se mantuvo en suspenso unos segundos hasta que la persona al otro lado la terminó. Al ver quién era, noté que no era mi teléfono. Olvidé decírtelo, lo siento. De cualquier forma, acabo de enterarme de eso, cuando llegué, tu madre me escuchó hablar y simplemente me reconoció.

—Si acabas de saberlo, eso no explica por qué estás aquí.

—Realmente me molestó lo que dijiste aquella vez, no me gusta que hables así de ti.

—¿De qué hablas?

—Dijiste que no había nadie a tu lado. Estás rodeado de personas que te aman, tu familia, tus amigos... yo.

—Lo sé, pero me refería a una pareja...

—Exacto, ¿por qué debes tener novio para sentirte acompañado? ¿Por qué debes ser feliz solo por eso? Hablabas como si tus padres fueran malas personas y lo único que les importaba era que tuvieras pareja. Por esa razón vine a conocerlos.

—Eso no tiene sentido.

—Quería ver si tus padres realmente estarían desilusionados por una tontería así, pero el único que se hunde eres tú. Ellos simplemente quieren compartir tu felicidad, pero no les comentas lo bien que vas en la universidad, o la increíble cantidad de gente con la que compartes tu día a día. Así que, te guste o no, a partir de ahora seré tu pareja frente a sus ojos. No por ellos, sino por ti.

Iba a preguntar a qué se refería cuando alguien golpeó la puerta. Jungwoo se apresuró a abrir, encontrándose con mi hermano.

—Oh, tú debes ser Jeno. Es un placer conocerte, soy Jungwoo, el novio de tu hermano.

—Bienvenido a la familia —sonrió Jeno. Maldito traidor, siendo tan amable con un desconocido—. La comida está lista.

—¡Genial!

Jungwoo salió con emoción y yo lo seguí, pero a mitad de pasillo, Jeno me detuvo y murmuró, con una mirada preocupada.

—Jaemin regresó.

Tragué en seco y esperé que Jungwoo se alejara un poco más. Mis problemas no eran importantes en este momento.

—¿Hablaste con Kun?

—Él me llamó. Ya arreglamos todo, pero estoy algo preocupado.

—¿Y cómo está Renjun?

Jeno simplemente negó con la cabeza y nuestra madre volvió a llamarnos. Le hice prometer que me tendría al tanto de la situación y fuimos a almorzar.

...

Esa tarde, mientras regresábamos al campus, el camino estuvo muy silencioso. Yo estaba molesto con Jungwoo y él conmigo. Por esa misma razón, cuando me detuve frente a la puerta de mi habitación, no me sorprendió que Jungwoo continuara su camino al cuarto vecino. Pero sí fue un duro golpe, tanto que, al cerrar la puerta, mis ojos comenzaron a arder.

Pero no iba a dejarme derrumbar por esta tontería, así que acomodé mis libros sobre la mesa y dediqué mi tiempo y atención a hacer resúmenes. Los finales estaban lejos pero siempre era buen momento para adelantar tiempo en los estudios.

Pero me sentía tan molesto que mi cerebro se distraía con regularidad, recordando lo enojado que me sentía con Jungwoo, pero yo no estaba equivocado, no iba a disculparme por algo que no era mi culpa. Aun así logré resumir un capítulo completo y eso era suficiente. Hubiera continuado si el golpeteo en la puerta no me hubiese interrumpido. Me levanté con prisa y abrí la puerta, dispuesto a despedir con rapidez a quien sea que estuviera del otro lado.

Pero ver a Jungwoo, con mirada arrepentida me hizo dudar. Levantó su mano, mostrando una bolsa con la cena y sin pensarlo mucho, lo dejé entrar. Su cabello estaba humedecido, lo que era extraño porque siempre cuidaba su imagen y su salud. Cerré la puerta y caminé en silencio al baño, para ofrecerle una secadora de cabello.

Entonces caí en la realidad. ¿Traía la cena? ¿Ya era tan tarde? Salí con prisa del baño mientras Jungwoo acomodaba los platillos sobre la encimera y comenzaba a calentarlos en el microondas. Con rapidez liberé la mesa de mis libros y cuadernos. Y finalmente me acerqué y me digné a hablarle.

—Dejé la secadora de cabello sobre la mesa del lavabo, yo me encargaré de esto.

Sin decir ni una palabra, asintió y se dirigió hacia el baño. Cuando ya estaba todo preparado, Jungwoo regresó y se sentó frente a mí. Sentía la incomodidad inundar la habitación y aunque quería hablar, no estaba seguro de qué decir.

—No quería incomodarte con tus padres, pero no voy a disculparme.

Aunque su voz sonaba segura, evitaba mi mirada por completo.

—Creí que esta cena era una forma de disculpa.

—No —negó con rapidez—. Quiero hacer las paces contigo, pero no me arrepiento de lo que hice.

—Bien —murmuré, cansado de todo esto—, no sé por qué quieres fingir frente a mis padres, pero acepto. Se veían felices y tranquilos contigo.

Jungwoo finalmente me vio a los ojos y me dedico una tímida y preciosa sonrisa, logrando que perdonara sus inexplicables tonterías.

Mi Salvación (#4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora