A veces Louis odiaba que Harry nunca hablara, le incomodaban las largas horas en silencio y escuchar su propia voz le molestaba después de un rato. Bufando se acomodó mejor en el asiento y observó por la ventanilla a las nubes esponjosas y en lo pequeña que lucía la ciudad bajo él.
Viajaban a Rusia, nunca podían quedarse más de dos semanas en el mismo lugar y Rusia era frío y hermoso y podían descansar por lo menos un mes y quizá después de ese tiempo podían volver a Italia.
Hace seis meses no pisaba su casa, hace seis meses le habían arrebatado a su madre.
Louis recordó amargamente esa noche, siempre lo haría.
Habían salido a cenar, le había insistido a Harry en tomar un día libre y que dejara de actuar como un paranoico y Harry a regañadientes aceptó. Su madre y él regresaron a las diez a su casa, su padre estaba de viaje y Harry no estaba cerca.
Le apuntaron con un arma en la sien, su madre le rogó con los ojos no hablar y le apretó la mano antes de desaparecer por la puerta principal y ser arrojada a una camioneta blindada.
Harry había llegado diez minutos después, lo llevó hasta el lugar seguro y regresó dos horas más tarde con la camisa empapada de sangre y una carta. Su padre se volvió loco, nunca lo culpó pero ya no lo veía a los ojos.
Louis se odiaba, claro que era su culpa; si no le hubiera pedido a Harry tomar un día libre, si no hubiera insistido en salir y tener una cena normal sin estar rodeado de armas y personas extrañas, si no hubiera sido tan cobarde su madre estaría ahí.
Tenía veintidós años, no era un niño y no pudo defenderla.
Harry se levantó de su lugar y se sentó frente a él. El labio de Louis temblaba cuando se acurrucó en su regazo.
"No fue tu culpa." Susurró besándole la cabeza, sus brazos lo apretaron a su cuerpo, Louis soltó un sollozo. "Está bien, todo está bien vamos a encontrarla." El alfa lo marcó con su aroma porque eso era lo único que calmaba al castaño.
"¿Por qué no me llevaron a mí?"
"No sabían quien eras, los tailandeses son los únicos que lo saben y por eso nos movemos, no es como que vayan casa por casa anunciando que eres el heredero, no les conviene."
"Soy el heredero y no tengo ni idea como funciona un arma ni como vender esa cosa blanca." Bufó y enterró su nariz en el cuello del guardaespaldas, justo en su fuente de aroma y respiró profundo.
"Cocaína." Habló bajito.
Louis asintió como respuesta antes de bajar su mano a la entrepierna de Harry.
"No."
Louis alzó la cabeza y sonrió de lado apretando el ahora bulto que había en los pantalones de Harry.
"Louis." Dijo con firmeza.
Ahí estaba, escucharlo decir su nombre pasaba en raras ocasiones, la mayoría era siempre con ellos dos en esa situación.
"Harry." Respondió coqueto.
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Harry sería el mayor mentiroso si dijera que Louis no le atraía. Por supuesto que lo hacía, no estaba ciego.
Louis era un regalo divino, su existencia había sido creada para ser literalmente alabado. Harry besaba el suelo por donde Louis caminaba.
Hace cinco años había llegado a su vida, Louis tenía diecisiete años cuando lo conoció y desde ese instante fue flechado por sus bonitos ojos azules y su sonrisa traviesa y ese aroma que lo envolvía porque como toda creación divina Louis olía cómo el maldito paraíso.

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Fireproof
FanfictionPorque nadie te conoce, cariño, de la manera en la que te conozco yo; y nadie te ama de la forma en la que lo hago yo.