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Donovan caminó hacia la piscina y se sentó al borde, observando a James en silencio. Debido a su personalidad, James tendía a sentirse cohibido cuando estaba cerca de Donovan, pero el hecho de que la superioridad de este fuera física y, sumándole que la piscina lo colocaba en un nivel mucha más bajo, solo consiguió convertirlo en un manojo de nervios. Donovan lo miraba desde arriba, seco, con la ropa puesta, mientras él se encontraba en bañador y con el agua hasta el cuello. Que le dijeran lo que fuera, pero aquello solo conseguía que se sintiera indefenso, cómo un conejito en las fauces de un lobo y no de una manera sexual o placentera.

—Ey —Donovan lo saludó de manera escueta, lacónica. Parecía una estatua de piedra, fría y sin expresión. Por un instante pensó que estaba ahí para pelear, sin embargo, después de la primera impresión pudo notar la debilidad que se ocultaba detrás de la máscara. No parecía que lo estuviera haciendo a propósito, pero Donovan podía ser una persona cuyos pensamientos estaban ocultos la mayor parte del tiempo y eso no ayudaba a su imagen.

—Ey —respondió, mientras se hundía un poco hasta que su barbilla quedó al nivel del agua.

—¿Cómo estás? —era una pregunta extraña, un poco acartonada, pero James suponía que sonaba de ese modo porque Donovan no tenía ni idea de cómo iniciar aquella conversación.

—Bien ¿Y tú? —James podría haberle hecho las cosas más fáciles, pero no tenía ganas, además tampoco era tan diestro con sus habilidades sociales como para hacerlo. Esperaba que su interlocutor se las apañara solo para poder llevar aquello a un terreno más cómodo.

—Estoy arrepentido —aseguró, cruzando las piernas para ponerse en posición de lotto. James se le quedó mirando y Donovan soltó un suspiro—. No debí haber dicho eso el viernes, lo siento mucho —como era costumbre, no parecía sentirlo, porque sus expresiones faciales estaban más allá de la gente, sin embargo, James entendió de inmediato, por la manera en que apretaba los puños y su cuerpo se encogía de manera ligera, que estaba siendo sincero.

—¿Por qué dijiste eso? —sus palabras salieron dudosas, James no quería hablar directamente del tema, le daba muchísima vergüenza, pero al mismo tiempo, necesitaba respuestas.

—Bueno —Donovan frunció el ceño—. En realidad tengo mal carácter y soy impulsivo, a veces digo las cosas sin pensar, no me imaginaba que te haría sentir así de incómodo —explicó llevándose una mano al cuello en un gesto incómodo, su lenguaje corporal era más sincero que sus expresiones—. Yo hablé con los chicos hace un momento y les dije que se olvidaran de lo que pasó esa noche —explicó, soltando un pequeño suspiro—. También les pedí que no esparcieran más rumores al respecto.

James soltó un resoplido, hundiéndose hasta que el agua tocó su barbilla.

—Te advertí que surgirían rumores y dijiste que no te importaba —le recordó, para después apretar los labios y bajar la cabeza, concentrándose en las baldosas de la piscina. Había muchas cosas que quería decir, pero al final se quedó callado porque en realidad ninguna de ellas era tan importante como el hecho de estar atrapado en una situación que lo superaba.

Donovan se quedó en silencio un momento.

—No me importa lo que digan de mí, pero no quiero causarte problemas —explicó finalmente—. Me caes bien y esa noche me molesté porque Bubbles estaba siendo demasiado ruda con el tema. Ella es una buena chica, pero tiene que aprender a controlar su boca —Donovan se enderezó en su sitio—. Y bueno, parece que yo también tengo que aprender porque al final el que echó todo a perder fui yo.

James levantó el rostro al captar su franqueza. Las palabras que estaba usando eran muy gentiles para alguien con su apariencia, tan grande, poco delicado, de voz distante y expresión fría, casi consiguió que James se derritiera en su lugar. Estaba en problemas, lo supo de inmediato, porque su corazón retumbó y se sintió pequeño.

El destino de las estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora