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Era por fin viernes.

Los viernes tenían un tiempo decente para comer, pero casi nunca iba a las cafeterías de la escuela porque solían estar llenas a esa hora y tardaban siglos en atender. Ellos preferían comer fuera a no ser que quisieran arriesgarse a gastar dinero en comida fría, simple o que las encargadas olvidaran su orden y tuvieran que volver con el estómago vacío.

Tenían que caminar un poco, pero al menos podría llenar su estómago.

Ambos avanzaron tan rápido como pudieron a la zona de restaurantes que se encontraba enfrente del campus. Tardaron alrededor de diez minutos en llegar y cuando estuvieron en el lugar, se detuvieron un momento a contemplar el abanico de posibilidades frente a sus ojos.

—¿Qué quieres comer? —preguntó Donovan, mirando el montón de locales que ya estaban abiertos y atendiendo al otro lado de la calle. Skylar se lo pensó un momento antes de tomar su decisión.

—Quiero hamburguesas —espetó, señalando el establecimiento más cercano. Un pequeño local pintado de naranja donde vendían unas hamburguesas buenísimas y los atendían en un tiempo regular, lo único malo era que los precios estaban un poco altos, pero al menos los platillos valían la pena.

—Está bien, vamos —dijo, tomando a la chica de la mano para cruzar la calle y dirigirse al local. Era una costumbre para él siempre tomar la mano de Skylar cuando llevaban prisa porque ella era muy bajita a su lado y a veces la dejaba atrás en el camino. Alguna vez fueron a un concierto juntos y la perdió entre la multitud cuando se dirigían a la primera fila, desde entonces siempre se aseguraba de que ella lo estuviera siguiendo.

Cuando llegaron al lugar, Skylar frunció el ceño y ladeo el rostro. Todas las mesas estaban ocupadas, lo cual era extraño en aquella parte porque a la mayoría de los alumnos les daba pereza caminar tanto para salir y además había bastantes lugares de donde escoger.

—Vaya ¿Porque está tan lleno esto? —murmuró, ladeando el rostro.

Aunque aquella era una pregunta retórica se sorprendió un poco cuando Donovan no hizo el más mínimo intento de responder. Así lo miró, encontrándose con el rostro del muchacho lleno de concentración, mientras miraba hacia un punto fijo. Ella sintió un poco de curiosidad por lo que estaba viendo, pero había mucha gente dando vueltas de aquí allá y los meseros estaban haciendo lo suyo, de modo que ella no pudo analizar correctamente su entorno.

—Hay asientos vacíos por allá —pronunció finalmente, tirando de ella con cuidado para que pudiera pasar sin problemas entre la gente

—Oye, pero ¿No está muy lleno? De verdad no tengo tantas ganas de comer hamburguesas —comentó, tratando de no chocar con los meseros y causar el despido de alguna pobre alma en desgracia.

—No te preocupes, se vacía enseguida, ya sabes que aquí te atienden rápido —dijo, sin complicarse demasiado por el asunto. Cómo ella estaba andando prácticamente detrás de él, no se dio cuenta que habían llegado a su destino hasta que se detuvo—. ¿Podemos sentarnos?

Nada más escuchar la pregunta, Skylar se asomó encontrándose de frente con el rostro sorprendido de James Davis.

Si, James Davis.

Skylar tuvo la sensación de que últimamente hablaban un montón de ese chico y ahora, por alguna razón, se lo habían encontrado bajo aquellas convenientes circunstancias. No quería ponerse con teorías conspirativas, así que dejó de pensar en el asunto, pero de todas formas se sintió extraña con la situación.

James masticó con lentitud, moviendo la mirada de uno al otro y después asintió.

—Está bien, es un espacio público —comentó, aunque se notaba por encima que estaba un poco incómodo. Ella lo observó y tuvo la tentación de decirle a Donovan que se fueran a otro lugar, sin embargo, ya les habían dado permiso, por lo que sería incluso más grosero que se marcharan.

El destino de las estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora