El destino de las estrellas

29

Donovan volvió a la ciudad el lunes por la tarde y se reunió directamente con Skylar en el parque de la ciudad. Parecía que una feria del licor se había puesto en aquel lugar y la chica estaba muy ansiosa por ir. Le encantaban lo eventos culturales y también le encantaba el vino, por lo que no era una sorpresa que el evento estuviese hasta arriba en su lista de imperdibles.

El chico ya tenía bien asumido que su amiga era una mariposa social y que su energía era tanta como para funcionar con una cantidad de descanso mínimo, por lo que, cuando recibió su llamada, no lo tomó por sorpresa.

De haber podido, habría esquivado la reunión para correr detrás de James, pero no estaba seguro de cómo encontrarlo y necesitaba que la chica utilizara sus habilidades sociales para actuar como una máquina de rastreo. Ir a verle estaba fuera de discusión, si no quería atender sus llamadas, tampoco lo dejaría entrar al departamento, pero un encuentro casual podría funcionar buena manera.

Tendría que sacrificarse un día antes de que se reanudaran las clases, pero pensaba que valdría la pena.

—¡Donovan!

La chica corrió hacia él nada más verlo y lo arrastró a una pequeña travesía entre los puestos que ofrecían distintos licores artesanales.

Ellos hablaron un rato sobre lo que hicieron en su tiempo libre, Skylar le contó que se fue de fiesta con Vincent y ahora estaba tratando de conquistar a un chico que le gustaba. Por su parte, Donovan escuchó en silencio, sin molestarse en descubrir cuando se había vuelto cercana al susodicho como para que terminaran siendo la celestina del otro.

Estaba acostumbrado a la facilidad extrema de su amiga para creaba lazos con la gente.

Mientras avanzaban Skylar se tomó algunas muestras gratis que le dieron los vendedores. Ella traía su cámara y estaba tomando fotos, por lo que de vez en cuando parecía un poco pérdida sobre donde estaba, Donovan notó que echaba ocasionales vistazos a la multitud, por lo que decidió ser extra cuidadoso para que la chica no se metiera en ningún problema.

El festival estaba bastante animado, sobre todo porque ya comenzaba a anochecer. Donovan notó las farolas nuevas que iluminaban todo, los vendedores también se preocuparon por adornar sus puestos y el alcohol tenía de buen humor a todo el mundo. Miró su reloj, eran las siete y ya estaba oscuro, por lo que supuso que a las nueve tendrían a algún borracho haciendo disturbios, pero en ese momento todo estaba controlado, alegre, lleno de música. Había buen ambiente.

—¿Cómo van las cosas con James? —preguntó de repente la chica, mientras ajustaba la lente para captar algunas buenas imágenes. Donovan se le quedó mirando y supuso que, ya que había tenido tiempo para asimilarlo, podrían hablar del tema con normalidad.

—Están bien, le envié algunos mensajes, pero todavía no me ha contestado —explicó, sabiendo que aquellos textos seguramente ni siquiera le habían llegado. James lo bloqueó de sus contactos unas semanas antes, por lo que tendría que esperar para que pudieran hablar de frente.

—¿Has hecho algún tipo de confesión? —ella sonrió con picardía, revisando las fotos que había tomado. Donovan soltó un suspiro.

—Sí, estoy esperando una respuesta —su comentario fue tan sorpresivo que consiguió que Skylar levantara el rostro de golpe, mirándolo con los ojos muy abiertos.

—¿Es en serio? —su expresión brillaba con una gran variedad de emociones: felicidad, sorpresa, euforia. A pesar de sus constantes celos, Skylar era la clase de chica que no se podía resistir a una historia de amor y todo el asunto de la confesión la volvía loca.

—Es en serio —Donovan sonrió un poco por la respuesta de su amiga, quien parecía una olla de presión sobre el fuego.

—Vaya, quien lo diría —ella se acercó al dueño de uno de los puestos y comenzó a hablar con él, tratando de no saltar sobre él para volverlo loco con preguntas sin fin. Donovan supuso que estaba dejando el tema por la paz, sin embargo, al poco rato volvió con una bolsa de papel, de la cual sacó una botella mediana con una etiqueta bastante rustica—. ¡Charan! —canturreo, enseñándosela.