Marinette Antonella Boyse Dedier.
Dylan huele bien, muy bien. Y no el clásico olor a chocolate, pino o almendras. Porque siendo sinceros ¿ Quién huele así? Dudo que alguien use perfume fragancia a bosques, además ¿ A qué huele el bosque?
En fin, ya estoy divagando. Lo que quería decir era que Dylan tenía un perfume bastante diferente. No hablaré de marcas porque de eso no se ni pío, pero el de él podría asegurar que es buena y cara.
Para detallarla, diré que es fresca y no exageradamente fuerte como algunas, cosa que agradece mi nariz, en cambio, Dylan usaba una que combina la dulzura sin ser empalagoso... Arg, soy mala describiendo.
Ahora lo que si puedo explicar fácilmente es lo que pasa por mi mente cuando cada fibra de su cuerpo fornido y el mío relleno, se juntan hasta mezclar nuestros alientos. Puedo sentir su respiración y el tronar del corazón contra su pecho, lo que me hace pensar que él también está sintiendo la mía. Porque sí, mi corazón tontamente decide bombear mucha sangre que sin salida, se dirige a mis mejillas.
Cobarde corazón.
Mi cerebro se concentra en regañar el desobediente órgano, que se olvida de mandarle a mis piernas como levantarme. Si es culpa de mi corazón... ese que cree que se manda solo y puede ponerse nervioso porque la piel de Dylan es calida y su olor reconfortante, además de sentirse seguro entre los brazos masculinos y de una forma extraña, está en calma.
Si, este órgano es muy estúpido.
Dylan es mi amigo, así que quédate quieto.
Pero a él no le importa, es más, obliga a mis pulmones para que estos colapsen haciendo mi respiración un caos. ¿ Por qué? Todo se desata cuando Dylan sube sus manos frías a mi cintura, se quedan ahí causando que está tonta piel sensible se erize bajo la ropa.
¡ Cuerpo obedece!
— Marinette...__ ¡ Boom! Así explota el tonto órgano vital al oír la voz ronca de Dylan. Ok, no es la primera vez que me habla obviamente, pero para el productor de sangre, es único el tono suave y hasta con notas dulces en su voz. El murmuró penetra en mi dándole más razones a este cuerpo para no responder. Quedó en blanco sin saber que decir.
¡Oh, mira! Los ojos del gruñón son bellos, desde esta cercanía detallo el color verde brillante bastante oscuro, más está vez parecieran dilatados provocando que se vean más deslumbrantes.
Ok, estoy en problemas.
— Marinette__ él susurra nuevamente. ¡ Cállate Dylan! ¿ No ves que estoy ocupada viendo tus pupilas?__ Marinette__ salgo del estupor ante el tono más serio y demandante, sin perder la gentileza__ ¿ Podrías pararte? Por favor.
¿Ah?
¡ Ah, si! ¡ Sigo encima de él!
Debo levantarme.
¿ Por qué debo levantarme?
Estoy cómoda...
¿ Qué? No, no, estoy pensando estupideces.
—Eh...__ ¡ Reacciona, tonta!__ ¡claro!__ sin quererlo, grito estúpidamente poniéndome de pie con un salto.
¿ Recuerdan que no se patinar?
Pues tampoco se saltar con patines. No obstante, lo olvide otra vez y por eso voy directo al suelo luego de perder el equilibrio.
Santa María, madre de Dios.
— Te tengo__ el murmuró me saca de mi rezo interno haciendo que me dé cuenta de un interesante dato; estoy ( otra vez) en los brazos de Dylan que me tomo en el aire__ eres un peligro andante__ bufa y sin esperar respuesta, me guía hacia el muro no muy alto que rodea la pista.
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Bajo La Sombrilla Azul.
HumorÉl es un gruñón solitario. Ella una alegre cariñosa. Ya se, la típica historia de la chica que le enseña a vivir alegremente a un chico deprimido. Eh..., no. Dylan no estaba deprimido y tampoco quería enseñanzas de vida. Y aún así, se empecina en a...