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Dylan Stone.
Muevo de manera rápida y eficaz el cuchillo sobre la tabla picando una variedad de aliños para luego revolver todo. Ese fragante olor a especias y carne asandose inunda el lugar, el chillar del aceite hirviendo mientras lo revuelvo en el sartén.
— Listo el pedido seis__ digo en voz alta terminando de servir todo de manera estratégica en el plato blanco y limpio. Elegante presentación y suculento sabor, así es como siempre queda mi comida.
— Buen trabajo, Dylan__ me apremia Rosmery, la cual se acerca a mi bebiendo de una gaseosa. Asiento, recostado en las sillones que usamos para pasar el momento libre que tememos después de la hora del almuerzo__ ¿Cansado?
— Todavía tengo energía para la cena, Ross__ aseguro, tronando mi cuello__ ¿Terminaste el pescado?
— Obvio, sino no estuviera aquí__ rueda los ojos. Yo solo me encojo de hombros satisfecho__ Estás demasiado obsecionado con la perfección.
— Soy detallista, eso es todo__ pongo punto final.
Se que a veces exagero y que Rosmery tiene un poco de razón. Pero esa es mi forma de ser, todo tiene que estar en su lugar, ordenado y listo a la hora. Por eso es que cuando el tío de Rosmery nos ofreció trabajar aquí al terminar la universidad, fue un sueño. Íbamos a ser los cheff a cargo, podríamos hacer las cosas a nuestra manera. Claro está, que primero trabajamos en otros lugares para ganar experiencia, ya cuando nos creímos listo empezamos con este reto. Fue difícil al principio, Rosmery y yo somos muy diferentes, pero logramos un equilibrio. Montando así un restaurante que sirve platos mundiales, desde comidas austríacas hasta orientales y latinas, e igualmente europeas.
Siendo este momento de mi vida uno estable, seguro y confiable, económicamente como emocional.
—¿ Puedo contarte algo, Dylan?__ viro a ver a Rosmery que todavía sigue ahí junto a mi. Creí que ya se había ido.
— Depende, ¿ De qué se trata?__ alzo una ceja indiferente.
La escucho suspirar dramática y con eso ya se que no voy a querer oír.
— Se trata de Andrés__ muerde su labio poniendo una cara de tristeza.¿ Qué cree ella? ¿ Qué soy cupido? __ No tengo a nadie con quien hablar, Dylan, solo a ti y a Daniel y sería raro hablar de Andrés con su hermano__ hace una mueca.
— A mi tampoco me agrada la idea de ser cupido.__ intento negarme.
— Intenté por las buenas, no quisiste. Ahora serán por las malas__ pone esa mirada malévola y cínica, totalmente en desacuerdo con su baja estatura. Se cruza de brazos firmemente. Creo que no tengo opción__ Creo que...__ toma aire. ¡ Habla rápido mujer! Tanto drama me da dolor de cabeza__ Creo que Andrés me oculta algo.
Ruedo los ojos aburrido, ganandome así un golpe en mi brazo por parte de la enana.
— No me tuerzas los ojos, jovencito__ me señala como una mamá mandona.
— Deja de golpearme, mujer loca__ digo esquivando velozmente otro ataque en mi contra. Dando una señal de paz, me alejo un poco de Rosmery. Resignado a tener que oír sus penas__ Ya, ya, tranquila. Respira hondo y dime, ¿ De dónde sacaste esa idea, mujer loca?
Ignorando la forma en que la llamé, Rosmery me hace caso por primera vez en la vida. Respira profundo, serenandose.
— Él, é-l está actuando raro__ tartamudea, confundiendome__ Se la pasa nervioso, casi no habla y siento, siento como si... Cómo si, Andrés se estuviera alejando de mi__ sus ojos azules me atrapan, transmitiendo toda esa preocupación y malestar que la consume. Una de las cosas que siempre he admirado de Rosmery es su capacidad de poder transmitir tanto con sus ojos.
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Bajo La Sombrilla Azul.
HumorÉl es un gruñón solitario. Ella una alegre cariñosa. Ya se, la típica historia de la chica que le enseña a vivir alegremente a un chico deprimido. Eh..., no. Dylan no estaba deprimido y tampoco quería enseñanzas de vida. Y aún así, se empecina en a...