Lo que sueño...

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Es en las noches cuando comienzan mis ataques de ansiedad, no tengo ni la menor idea de quién soy o quien pretendo ser. Es en la oscuridad cuando me doy cuenta de que no soy nada, que yo he muerto y que mi existencia solo es una ilusión de lo que es estar vivo, pero a la vez son los únicos momentos en los que puedo ser yo.

Y en el día, bueno, en el día soy la máscara perfecta de la arrogancia y prepotencia, después de todo, soy especial y tengo una posición ventajosa que hace que los demás, por más que me odien, no puedan resistirse a mis órdenes y estén pendientes de cualquier cosa que diga o haga.

Todos ellos eran incapaces de darse cuenta de que yo no era nada realmente, creo que si llegaran a darse cuenta de lo estúpidos que son al estar siempre pendiente de mis acciones, podrían fácilmente deshacerse de mi y buscar a alguien que pudiera remplazarme y que se dejara manipular.

Aun me sorprende, que siendo la oveja negra de mi familia, despojado de todo derecho a mantener una vida normal, no puedan dejar de estar sin mí, era como una relación de dependiente y destructiva, en la que, a pesar de darles asco, ahí andaban, pegados a mi sombra, esperando obedientemente mis indicaciones.

Conozco al pie de la letra todas y cada una de mis obligaciones, se lo que puedo y no hacer, por tanto, aunque quisiera abandonar todo y matarme, porque he llegado al límite de lo que deseo, no lo hago porque suelen inundarme todo tipo de pensamientos que me impiden tomar acciones en contra mia.

¿Qué harán sin mí? ¿Si me muero podre realmente ser feliz? ¿Me perdonaran alguna vez que los abandonara? ¿Las cosas podrían seguir funcionando sin mí? ¿Existirá en mi vida la oportunidad de ser feliz?

Eran muchas las incógnitas, y yo siempre he sido fiel a conseguir lo que deseo, y quedarme sin respuesta, no era típico de mi, sin embargo, algo me decía que las respuestas que tanto buscaba no iban a llegar en el lugar donde me encontraba.

De nuevo, como ya venía siendo costumbre, me encontraba encerrado en mi jaula de oro, caminando de un lado a otro en mi enorme habitación, de vez en cuando observaba por el balcón como los ajenos a mi sufrimiento se divertían bajo el cálido sol, porque a pesar de pertenecer a la misma familia, todos nosotros teníamos una función y un rango.

Yo no tenía permiso para andar en el jardín sin supervisión, la última vez que me dejaron solo (suspiro) digamos que, prácticamente, me gane la desconfianza de mis hermanos y sobre todo de los demás miembros de La Comunidad, por lo que ya no disfrutaba el hecho de salir de mi habitación.
Como su líder debía representar a una persona dedicada, fuerte, confiada y digna. Dedicado no era, fuerte, eso no cabía duda, ¿pero digno?.... (Risa) eso era algo que yo no poseía  y no me interesaba tener.

Mire mi habitación, un cuarto digno de todo un príncipe a la corona, porque eso era, y un montón de decoración inútil que pretendía ser cómoda para mis largas estadías, pero bueno, casi ni les tomaba importancia, durante los días dormía a menos que tuviera obligaciones hacia La Comunidad, y en las noches me la pasaba en vela consumido por mis pensamientos negativos.

Pude notar una presencia cerca de la entrada a mi habitación, suspire, de seguro vendrían a molestarme, ya que las visitas sociales estaban fuera del lugar. De hecho sabía perfectamente quien era, por lo que menos deseos tenia de verlo aquella noche.

Ignorando el llamado de la puerta me dirigí a la salita que estaba al lado izquierdo de mi habitación, ser encerrado tenia ciertas ventajas, contaba con una ala completa del palacio para mí solo, con varias cosas para que me entretuviera dentro.
Las muchachas del servicio habían dejado una bandeja con una tetera con el té de frambuesa que tanto me gustaba y una tarta de limón, fruncí los labios, esa era una combinación rara, pero no dudaría del gusto de mi nana.

Más allá de mis sueños Donde viven las historias. Descúbrelo ahora