Mas allá de mis sueños

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Krist recorría los pasillos del palacio real con una gran sonrisa en su rostro, después de todo habían pasado cinco años en los que había estado trabajando junto con sus hermanos para lograr que La Comunidad fuera un lugar en que las diferentes habilidades fueran tratadas por igual.

No había sido sencillo, tuvo que desterrar a los ancianos que se oponían a cambiar las viejas costumbres, pero los pocos jóvenes y algunos de los padres cansados de las tiranías se unieron al nuevo rey contra aquellos que se opusieron a los nuevos ideales y cuando lograron la victoria crearon un nuevo consejo en donde las decisiones se tomaran tanto por su majestad como por sus consejeros.

Las pérdidas que sufrieron fueron terribles, no solo de manera económica, ya que tuvieron que romper negocios con otras comunidades, sino también de vidas, ya que muchos de los desterrados prefirieron cometer suicidio a ver como el único mundo "seguro" que conocían eran demolidos a golpes.

Sin embargo, Krist nunca se dio por vencido, por más negras que se ponían las cosas él sabía que pronto pasaría la tormenta y que pronto podrían ver los frutos de su esfuerzo, además no podía darse el lujo de deprimirse pues tenía el constante apoyo de sus hermanos y de las gemelas que siempre estaban a su lado.

Era afortunado, de eso no cabía duda, más eso no significaba que a veces, durante las incontables horas que pasaba en vela, no pensara en la otra vida que había dejado atrás y en la que pudo haber sido feliz hasta el día de su muerte.

Especialmente no existía un solo día en que no pensara en su amado león.

Tenía aún muy presente cuando se separaron, no había sido algo sencillo, tampoco fue difícil, era algo que los dos sabían que era necesario y que a pesar de sus corazones rotos, no hicieron nada para impedir la separación.

Singto sabía que algo andaba mal, no le había gustado nada que el menor les pidiera que lo dejaran a solas con las bruja que le hizo olvidarlo, quiso discutir, pero al ver el rostro serio de su amado no le quedo de otra más que seguir al resto fuera de la habitación.

Marianne intento relajarlo, no obstante, fue imposible, el líder estaba realmente preocupado, si, comprendía que la chica había actuado de esa manera antes por órdenes del difunto padre de Krist y que ahora que sabían que eran medios hermanos no podía no había motivo para desconfiar de ella, pero...

O tal vez no era en si él que el Krist estuviera cerca de la chica, sino que le angustiaba la expresión de firmeza que había demostrado, él mejor que nadie lo conocía y algo muy dentro suyo le decía que Krist ya tenía ya planeado lo que haría en adelante y esa vocecilla también le susurraba que era posible que él no estuviera en ese plan.

Pasó una hora larguísima, en la que el líder estuvo a punto de ir a interrumpir la conversación de los hermanos, y cuando se armó de valor para hacerlo, la puerta se abrió y de ahí salió Jane con los ojos hinchados y las mejillas con rastros de lágrimas, ella le indico que entrara y sin dudarlo lo hizo.

Lo primero que vio fue a Krist sentado en el marco de la ventana, tenía una pierna cerca del pecho en donde se recargaba su barbilla, se le notaba muy sumido en sus pensamientos y no se percató de la presencia de su P hasta que el mayor se sentó frente a él y le tomo de la mano.

- Apenas y puedo creer que mi padre este muerto - comento Kit aun con la mirada fija en el paisaje de afuera - Es increíble ver que pase la mayor parte de mi vida tratando de complacer a alguien a quien no le importaba...

Singto apretó la mano de su amado en forma de consuelo, no se creía capaz de encontrar las palabras adecuadas para confortarlo, después de todo el jamás podría comprender el sufrimiento por el que había pasado Krist y que a pesar del mal trato, su corazón era tan grande que aun así le dolía la muerte de su padre.

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