Puding en la gran ciudad

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Simplemente no puedo evitar comparar esos dos con el par de conejitos que son 

Simplemente no puedo evitar comparar esos dos con el par de conejitos que son 

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Aclaración.
Esto paso durante su viaje a Gohan, antes de que Genome experimentara con ellos y los volviera en conejos gigantes.

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En un hermoso campo lleno de flores, un par de conejos saltaba de un lado a otro, jugando entre ellos, el par se divertían en su infantil persecución, mientras el aroma de las flores y el césped inundaba sus narices.

"vamos Punding, ¡A que no me alcanzas!" exclama uno de ellos, aquel de pelaje blanco y ojos azules. 

Su compañero no aguantó la emoción y siguió su persecución, mientras daba pequeños saltos par alcanzar a su amigo. La enorme paz del lugar no se comparaba por la felicidad que inundaba su pequeño corazón, simplemente era el mejor día de su vida.

De repende un nube oscura cubrió los suves rayos de sol y fuertes vientos dispersaron el dulce aroma del sitio. Pundin se encongio a si mismo, mientras la fuerte rafaga, poco a poco iba borrando los petalos de las flores y todo el lugar poco a poco iba perdiendo su color.

"¿Brincos?" lo llama, pero nadie lo escucha, ve que aquel hermoso paisaje se fue secando hasta quedar desolado. 

Un par de ojos oscuros lo observan y rápidamente lo arrincona, Puding corría buscando algún lugar para esconderse, mientras seguía gritando por su amigo, pero nada. Gritando el nombre de Brincos mientras esos ojos no lo dejaban de observar y un fria carcajada se escucha en todo el alrededor. 

"Te encontré maldita criatura"

Se sobresaltó y estuvo a punto de correr, si no fuera porque vio una melena blanca y un par de orejas paradas a su lado.  Durmiendo plácidamente en su pequeño refugio, el par de conejos se encontraban acurrucados. La pequeña cría pudo tranquilizarse, se dijo que todo eso fue un mal sueño y regresar a su tranquilo sueño de colores, mientras su nariz se llenaba del dulce aroma de su compañero 

Punding aun no estaba acostumbrado de su nueva vida. Aun tenía pesadillas de que aquel hombre de  manos blancas que lo recogia y lo volvía a llevar a esa jaula pequeña. Algunas veces sentía desesperacion, otras angustia u otras una enorme tristeza que todo esto solo sea un sueño. 

Su nuevo amo era tan diferente. Era todo lo que una vez le había dicho Brincos. Era brillante, era consentido, le cepillaba su cabello, le dio hojas verdes y heno, y nunca lo dejaba encerrado. Cuando hacian algo indebido, en lugar de regalarlos y prohibirles alimento, solo recibian una suave palmada en el lomo, suaves palabras y ,claro, no recibian sus premios favoritos, pero nada más. No había jaloneos y pellizcos, no había nada de malos tratos, y eso poco a poco iba sanando su pequeño corazón fracturado.

Por su parte Señor Brincos era muy protector con su pequeño amigo, nunca se le veía tan lejos de él, además de que las únicas personas que tenían permiso de tocarlo eran su dueño, las hijas de su dueño, su amigo, la linda señorita de alegre actitud y recientemente el humano que siempre esta con su amo.

Un día ordinarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora