Capítulo 11

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El Entrenamiento

En Courband se asomaba por la ventana la luz del sol que iluminaba los edificios del frente. Rodaric y Sarat despertaban lentamente al mismo tiempo.

Sarat se levantó con una sonrisa que no había visto Rodaric. Ambos se miraron sin hablar durante unos segundos; se notaba que Sarat quería decir algo, pero no lograba saber cómo explicarlo, así que Rodaric le dijo:

—Veo que pudiste conectarte a mi mente, se te nota en la cara.

—¡Estuvo increíble! —Pero ¿Por qué tienes el sueño de un joven llamado Yata? —preguntó mientras se estiraba sentado en el sofá donde había dormido.

—No lo sé —respondió sabiendo que Sarat lo ayudaba solo por curiosidad. Y de saber la verdad podría contárselo a Alón, mientras no soñara nada importante, todo estaría bien.

—Seguramente esa pluma que te dio tu amiga tenía una magia poderosa, algo quiere mostrarte. ¿Pero qué?

—¿Amiga? ¿Por qué dices que eso?

—Alón me lo contó, es más, creo que ella era... Ahora que lo pienso, eso no deberías saberlo —comentó bajando el tono de voz en las últimas palabras y Moliac llegaba interrumpiendo.

—Veo que ya despertaron ¿Cómo les fue? ¿Todo resultó bien?

—Sí, pude conectarme al sueño de Rodaric ¡Fue una locura! Primero un joven estaba en una cueva, cruzó un gran valle nevado, sin embargo... no entiendo. Creo que era de día, pero se veía de noche y todo el mundo se notaba quebrado y sin esperanzas ¡Por lo que entendí unas nubes muy negras y espesas cubrieron por muchos años el cielo!

—La Noche Eterna, eso deberías saberlo, viejo amigo, es la era cero, el inicio de nuestro tiempo. Fue la era donde comenzamos a contar los años.

—Ya recuerdo, yo lo conocía como año cero, y me parece que a algunos guardias bajo mi mando murmuraban algo ayer sobre la noche eterna, supongo que estaban armando esas típicas teorías conspirativas contra Alón.

Rodaric no prestaba atención a lo que decían, se quedó pensando en porque Sarat le dijo que era su amiga, algo en su mente no cuadraba, tenía datos de historia, pero al igual que con Alón, algunas cosas parecían haber sido borradas, la información que tenía era incompleta. ¿Por qué no podía encontrar nada sobre el iluminado y días antes sí que contaba con esos datos?

Sarat respondió una llamada que le había llegado: era Alón que se encontraba impaciente por tener a Rodaric de vuelta. Así que se despidieron de Moliac y volvieron al tren, luego subieron al vehículo de Sarat.

Durante todo el camino, Rodaric no dijo mucho, solo dejó hablar a Sarat, quien no paraba de sorprenderse por lo interesante que era ese sueño, y recordarle todo lo que vio; finalmente llegaron al Palacio Real y se dirigieron directo a ver al emperador.

—Me alegro de tenerlos de vuelta. Tengo aquí unos nano-bots, son necesarios para no contraer enfermedades, o regenerar tejido por si llegaras a tener algún accidente. Tengo que inyectarlos dentro de tu cuerpo —dijo mientras sacaba una pistola con una jeringa en la punta.

—Sé muy bien que son, se inyecta en el cuello según tengo entendido, aunque no sé cómo funcionan.

—Así es, son solo unos cientos, tomarán materiales de tu cuerpo con el fin de multiplicarse, están programados de forma que puedan generar réplicas con los recursos dentro de tu cuerpo; al final del día tendrás millones en tu sangre. Debo agregar que a mis científicos les llevó mucho esfuerzo lograr crearlos específicamente para ti.

Courband: La Noche EternaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora