Introducción

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En tiempos ancestrales, la fe pregonaba que los dioses habitaban en el sol, cuyo fulgor divino iluminaba su mundo. Una pizca de ese resplandor llega al planeta Courband, cuya luz reverbera en las doce lunas, que a su vez redireccionan la energía creando elegantes auroras.

Un verdadero espectáculo celestial que se despliega por las noches, especialmente en Linrra, una nación situada en Lurband, la duodécima luna.

Desde allí, se podía contemplar el planeta y sus luminosas auroras, que enmarcaban el firmamento con una danza de abrumadores colores junto a la grandeza del cosmos.

No había mejor lugar para disfrutar de este prodigioso espectáculo que desde el Salón Real del palacio, donde el emperador de Linrra tenía la mejor de las vistas. Vistas que solo unos pocos privilegiados podían apreciar; y aunque trece millones de habitantes podían parecer muchos, eran pocos comparados con los que habitaban en Courband.

La cúpula del Salón Real permitía vislumbrar el esplendor del planeta, tanto en el apogeo del mediodía como a punto de la media noche. Lurband, siendo la duodécima luna, está sincronizada en su órbita para dar dos vueltas exactas cada día, lo que se traduce en veinticuatro tiempos llamados «lunos». Como resultado, el planeta Courband suele estar visible desde Linrra de forma cenital tanto al mediodía como durante la noche.

Pero aquel día era diferente, pues las auroras irradiaban con mayor intensidad, mientras los rayos del sol acariciaban la superficie del planeta con una suavidad inusitada.

En aquel recinto de blancas paredes y elegante mobiliario, se encontraba el emperador Alón. Su reinado estaba a punto de finalizar: solo le quedaban ciento dos días para que el año 3412 llegara a su fin y terminaran los veinte años de su gobierno y el nuevo gobernante tomara su lugar.

El emperador portaba su gabardina preferida: una prenda negra que rozaba el suelo. El cuello de piel se curvaba sobre su espalda a modo de capa, teñido en un tono oscuro que degradaba en un suave vino tinto.

Alón repasaba con esmero los documentos más relevantes cuando una notificación luminosa en su escritorio llamó su atención. Tras abrir el mensaje, quedó pasmado por la noticia que contenía. Sander, el aclamado científico del país de Ruths, había localizado un gigantesco objeto metálico en las entrañas de la montaña de hielo, la más grande de todo el planeta, situada al norte, en la costa del país de Ruths.

El mensaje, remitido por el científico con urgencia, aseguraba haber hallado aquello que Alón había buscado con tanta obsesión. A cambio, solicitaba la ciudadanía de Linrra, una petición poco común y difícil de conceder. Pero en esta ocasión, parecía un trato justo, dadas las circunstancias extraordinarias del descubrimiento. Alón no titubeó y respondió indicando que partiría en breve y que lo esperaran en la costa.

Se alzó de su asiento lujosamente ornamentado con oro, anunció su salida pidiendo que alistaran su nave tan pronto como sea posible para partir hacia Courband y se dirigió hacia su armario. Allí tomó una gabardina gris aterciopelada, con largos pelos alrededor del cuello, como un abrigo invernal apropiado para el clima que lo aguardaba en su destino.

Con pasos firmes y confiados, Alón recorrió los pasillos. Era saludado por los guardias y él les correspondía con una sonrisa. Al final de un ancho corredor, se abrió ante sus ojos una larga plaza de césped circular rodeada por el palacio. Esta comenzó a vibrar, abriéndose en dos. Desde lo profundo, emergió una nave sobre una plataforma.

Alón abordó la nave y partió inmediatamente hacia Courband. Gracias a la avanzada tecnología de la nave, llegó en poco tiempo.

 Gracias a la avanzada tecnología de la nave, llegó en poco tiempo

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Espero que esta introducción les gustará 😊


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Courband: La Noche EternaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora