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Casi una semana después de su corto receso de la universidad, es Jueves once de marzo en la mañana, Jungkook retoma su rutina de siempre, tomando el metro a la hora estimada, subiéndose al tren y espera entusiasmado por cierta presencia que lo aco...

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Casi una semana después de su corto receso de la universidad, es Jueves once de marzo en la mañana, Jungkook retoma su rutina de siempre, tomando el metro a la hora estimada, subiéndose al tren y espera entusiasmado por cierta presencia que lo acompañará el resto de viaje hasta llegar a su destino.

Jungkook se sienta en el penúltimo asiento como suele hacer siempre, esperando las dos paradas por cierta persona y es que no verlo por casi dos semanas lo tiene demasiado emocionado.

Necesita verlo, joder, Jungkook no sabe que tanto se ha acostumbrado a la presencia del otro, de sus miradas, sus sonrisas, su voz grave, gestos, todo.

Quizá le gustaría hacer algo más, hablarle, quizá. Pero Jungkook no es valiente, no es arriesgado y casi que le tiene pavor a dar el primer paso.

A él le encantaría, dios, por supuesto que le encantaría pararsele al frente y decirle algo pero, ¿Qué podría decirle? Básicamente sigue siendo un desconocido y sí, Jungkook nota las miradas que el otro le da y está fascinado con ello es pero, ¿y si él es amable con todo el mundo?

Jungkook no podría atreverse a arruinar lo que tiene con el otro, así fuese intentando dar un paso adelante ¿que haría si en vez de eso retrocede hasta donde empezó?

Tal vez todo sea un malentendido. Jungkook está imaginando cosas.

Sí, eso.

Ah, pero cuando ve a Taehyung subirse al vagón vecino, quien lo busca con la mirada y cuando lo ve, sonríe poquito y camina disimuladamente hacia donde Jungkook se encuentra y se sienta frente a este.

Jungkook se sonroja cuando el otro le sonríe como lo suele hacer cuando lo saluda, esa sonrisa convirtiéndose en una risa al ver sus mejillas rosadas, sus ojos enormes mirándolo como si estuviese hipnotizado con los ajenos y Taehyung mentiría descaradamente si dijera que no siente cosquillas en la panza y un apretón en el pecho cuando el otro hace gestos así.

Como si no pudiera reaccionar a los suyos, como si no supiera cómo responderlos. Las sonrisas y sonrojos que el otro le ofrece involuntariamente tienen a Taehyung a un salto para subirse a una nube.

Es bonito, muy bonito, últimamente lo ha visto más...no bonito, es decir, nota que el otro arregla más su apariencia desde cierto tiempo, donde todo entre los dos comenzó a tomar más rumbo. Luciendo más apuesto y aunque puede ser por cualquier situación, cualquier persona, Taehyung tiene una pequeñita esperanza de que sea para él.

Ojalá que lo sea. Porque si esa es la intención del otro, puede sentirse satisfecho porque Taehyung está encantado con lo que ellos han formado entre los dos desde hace meses.

Ni siquiera conoce su voz más allá de balbuceos en saludos o despedidas.

Le fascinaría saber cómo es su voz. Oírlo decir algo, que saque algo de sus lindos labios.

Las luces del tren titilan, apagándose por un segundo y volviendo al siguiente. Las pocas personas que se encuentran dentro mirando hacia las luces un momento antes de volver a lo suyo.

El tren hace una parada y un par de jóvenes que compartían vagón con ellos se bajan sin decir palabra alguna, dejando a ambos chicos solos en este.

Se miran unos momentos y quizá Taehyung por su parte si quiere ser un poquito valiente hoy, de cierta manera.

Posa los codos en sus rodillas inclinándose hacia adelante, sus grandes manos entrelazadas y ladea la cabeza pestañeando un par de veces, mientras Jungkook lo mira sin saber qué hacer.

Es lindo, Taehyung es tan lindo que lo pone nervioso, le pone nervioso saber que quizá le guste más que solo por lo atractivo que es. Quizá le guste en serio por muchas otras cosas inexplicables que se han tatuado con miradas y gestos, dejándolo atontado y lo confirma perfectamente cuando tal Taehyung en esa misma posición, puede notar que el otro está pensando en algo aún mirándolo y le alza una ceja.

Jungkook no resiste.

Porque él mismo se pone de pie como si quisiera huir de la situación, un tanto tonto porque Jungkook no quiere más que sumergirse en el mundo de los ojos negros del otro, descubrir que hay más allá de las sonrisas tan preciosas que el otro posee.

Se sostiene de la barra de metal en el vagón, observando con las orejas rojas al otro mirarlos sorprendido por la acción y Jungkook tiembla, se encoge en sí mismo y ve afligido al otro suspirar tal vez en rendición, por un momento solo lo mira antes de bajar la vista a sus manos.

Jungkook lo piensa.

¿Qué podría perder él si intentara dar ese paso que lo cambiaría por siempre? Mucho, Jungkook lo sabe.

Una vez, Jungkook escuchó que es mejor arrepentirse por haber hecho algo que por no haberlo hecho nunca.

Y la necesidad por tener esos ojos de vuelta en su ser, la necesidad por las preciosas sonrisas que el otro le ofrece, terminan por empujarlo a aquel acantilado.

En los primeros intentos nada sale.

Jungkook se hace pequeño, sus manos en la barra de metal tiembla pero antes de dar un paso atrás, vuelve a intentarlo con más firmeza.

Y sus labios tiemblan, todo él lo hace, pero aún así Jungkook logra formular como buenamente puede:

—¿T-Taehyung?

JUEVESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora