Capítulo diez

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-No me gusta deberle nada a la gente – susurra Pec al pasar a mi lado. - Pero supongo que con esto la balanza se equilibra, incluso se inclina un poquito a mi favor.

-Lo habría hecho tarde o temprano.

-¿Aunque eso supusiera tu expulsión del complejo?

Levanto la mirada levemente hacia Pec. ¿Por qué hace esto? ¿A caso pretende que yo le deba un favor? ¿Considera eso algo valioso?

-Tienes tres minutos. Lo pararé pasado ese tiempo.

Asiento con la cabeza y compruebo como Bruce me fulmina con la mirada al otro lado de la sala.

-¿Qué te ha dicho?

Julian se aproxima a mí, junto con Royce.

-Que no lo mate. - contesto lo suficientemente alto como para que Bruce me escuche, sin apartar la mirada de él.

Su boca se eleva en una sonrisa irónica, lo que aumenta en mi interior el deseo de matarlo.

Pec no tarda en establecer el orden de las parejas. No me sorprende descubrir que estoy en el último lugar. Supongo que una vez acabado mi combate, Pec tendrá que llevarnos a alguno de los dos arrastrando hasta el hospital.

-Ten cuidado – susurra Royce cuando regresa del círculo, tras haberle dado una breve pero intensa paliza a Mike, el veraz. - Al parecer ha estado entrenando mucho más duro desde que tu hermana está en el hospital.

-Supongo que tenía miedo de que este momento llegase. - susurro. Y camino con decisión hacia el centro del círculo, donde Bruce me espera.

Su sonrisa me hierve la sangre. ¿Qué debería hacer? A partir del primer golpe, solo tendré tres minutos. Tres minutos en los cuales, Pec no me detendrá. Voy a hacer que sufra.

-Tenías ganas de que llegase este momento, ¿verdad?

Dejo que mi mente piense con anterioridad. ¿Qué debería hacer en primer lugar? ¿Atacar o defender?

-¿Qué tal está la erudita de tu hermana?

A la mierda el pensar.

Su táctica, obviamente más inteligente que la mía, era provocarme para atacar en primer lugar. Por eso, él está preparado y esquiva mi patada al aire sin esfuerzo. Pero no acaba ahí, sino que golpea con fuerza cuando mi pierna pasa junto a él, y el golpe en el gemelo me hace caer de bruces al suelo.

Mierda. Levántate, Eleanor, no seas estúpida. No pierdas tiempo.

Veo sus intenciones con demasiada claridad, incluso estando boca abajo, por lo que ruedo hacia un lado para esquivar la patada. Con el pie en el aire, le es imposible atacar. Y también lo es el esquivar mi pierna, que golpea su tobillo con toda la fuerza que tengo.

No puede mantenerse y cae al suelo, mientras que yo me levanto con delicadeza, sacudiéndome el polvo de las piernas. Estoy tentada a golpearle desde arriba, pero, por una extraña razón, me alejo de él un par de pasos. Si voy a ganarle, será limpiamente, y no como él, que siguió pegándole a mi hermana cuando ésta ya estaba inconsciente.

Esa imagen se queda grabada en mi cabeza mientras lo observo levantarse. Uno frente al otro, giramos en torno a la plataforma mientras resuenan los gritos de mi hermana en mi cabeza. ¿Cómo es que no fui capaz de interponerme entre ambos? ¿Por qué Pec no detuvo el enfrentamiento antes?

Hago un amago de atacar por la izquierda, y aprovecho su confusión para darle una fuerte patada en el pecho. Se lleva ambas manos al lugar en el que le he golpeado y se levanta, con dolor, justo para recibir otro golpe en el costado.

La facción antes que la sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora